/ sábado 14 de mayo de 2022

De la pluma de Miguel Reyes Razo | Reyes Heroles, el gran poder

Por Miguel Reyes Razo

Don Jesús Reyes Heroles -quien experimentaba escaso afecto y nulo reconocimiento al talento y cultura del Presidente Luis Echeverría Álvarez- llegó a la presidencia del Comité Ejecutivo Nacional del PRI tras la gris gestión del profesor hidalguense -cacique en su tierra- Manuel Sánchez Vite.

Don Jesús Reyes Heroles cargaba la pesada losa de su fama de hombre talentoso, estudioso, culto. Amoroso coleccionador de libros. Infatigable investigador de opiniones de personajes de saber. También tenía fama de sibarita. Don Jesús Reyes Heroles mimaba su refinado paladar. Sus excentricidades gastronómicas hallaban cumplida satisfacción en los laberintos del mercado de San Juan Pugibet.

"Aparte de recibir y cambiar su cheque de secretario de Educación Pública, yo tenía que pagar lo que encargaba para su comedor privado Don Jesús", escribió Otto Granados quien fue secrretario particular del pensador político que fue orgullo y envidia de su generación-

"Jesús Reyes Heroles vivía en la cúspide de una pirámide de libros"- me dijo un día en su casa del Campestre de Querétaro, don Rafael Hernández Ochoa. Ya ex secretario de Trabajo y ex gobernador de Veracruz.

Ya a mediados de 1973 y a propósito de una elección de Diputados Federales y en virtud de que el entonces "invencible partidazo" el que obtenía "carro completo" que "ganaba de todas ¡todas!", un golpe de destino me puso frente al poderoso -fumador de habanos y cigarrillos muy finos- a quien los columnistas políticos de la época trataban como "el tuxpeño", Jesús Reyes Heroles.

Pues ocurrió entonces lo inimaginable: El Partido Revolucionario Institucional perdió !tres sitios en Donceles. En tres distritos del país le ganaron al PRI. Huracán en Insurgentes Norte y Héroes Ferrocarrileros. Javier Blanco Sánchez -simpatiqísimo y agradable político hecho en las filas de Acción Nacional derrotó en el distrito Peñón de los Baños, junto al aeropuerto a Joaquín Gamboa Pascoe. El líder de la Ceteeme en el Distrito Federal. El "dedo chiquito" de Don Fídel Velázquez. El arrogante abogadazo que trataba de "tales por cuales, infelices muertos de hambre" a los obreros que -audaces- osaban proponerle al finalizar el desfile del Día del Trabajo. El Primero de Mayo:

"Órale, Joaco. Ponte con el pomo.

"No te "aprietes", pasa pa las frías. Caíle"

Niguas. nanay. Nel pastel. Negros son mis ojos. No hay de piña. Joaquín Gamboa Pascoe que en un viaje a la India buscaba adquirir esmeraldas y marfiles y en otro en China rehusó ir a la "Muralla" -"ya fui cuatro o cinco veces, ya me sé el paseo"- sufriría estrepitosa derrota en donde presumía "todavía no nace el hombre que me haga sombra" en sus lares. El Distrito Federal.

No paraba ahí la desgracia del PRI. El gremio ferrocarrilero con un señor apellidado Villanueva Molina se quedó afuera de Donceles y Allende. Los ferrocarrileros. Los de Luis Gomez Zeta.

Catástrofe la que tuvo que encarar el recien llegado al Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, el profesor y licenciado Carlos Jonguitud Barrios. Su "gallo" en Tamaulipas no consiguió los votos y quedó "chiflando en la loma" sin su diputación Federal. Conmoción en el PRI. Ceteeme. SNTE. STFRM. Derrotados ¿Qué? ¡Increíble!

Dos, tres días después, el Presidente Echeverría acudía a gran acto en el Teatro Hidalgo. Orador principalísimo el fogoso orador Porfirio Muñoz Ledo. Ya era secretario de Trabajo. Ya atraía reflectores y micrófonos. Espesa cabellera deliberadamente encrespado. El rostro impecablemente afeitado. Y las "patillas" pobladas, finamente recortadas. Muñoz Ledo tenía entonces rostro redondeado. Juvenil. Mejillas recias. Gesto muy decidido.

Oratoria demoledora. Convincente. Era la hora del Presidente Luis Echeverría. De su Carta de los Deberes y Derechos Económicos de los Estados. De las naciones del "Tercer Mundo", de los del Movimiento de "Los No-Alineados", De los "77". Y Muñoz Ledo que se batía en cualquier arena.

Ahí, en el Teatro Hidalgo el Presidente Echeverría decidió que era día propicio a la inauguración del edificio del Congreso del Trabajo. Por los rumbos de Tlatelolco. Por la calle Manuel González. En tropel marchamos hacia la entonces todavía flamante, bien cuidada Unidad Habitacional Nonoalco-Tlatelolco.

Don Jesús Reyes Heroles se recató. "El verdadero PRI no es el de los mitines y tamborazos" sentenciaba. Eso advirtió solemne, admonitorio al político tabasqueño Enrique González Pedrero al entregarle la Secretaría General del PRI y encomendarle la Dirección del Instituto de Capacitación Política del partido.

Se mantuvo lejos de la inauguración del Congreso del Trabajo. Que Don Fídel Velázquez, Leonardo Rodríguez Alcaine, Rafael Camacho Guzmán -líder de los empleados en la radio y la televisión y cuidador espontáneo de Don Fidel Velázquez, se arremolinaran en derredor del Presidente Echeverría.

Frente al flamante edificio prefirió platicar con su paisano Manuel Arvizu. Reportero del diario Excélsior. Ahí lo alcancé. Iba con camarógrafo y ayudante. Trabajábamos en el noticiario "24 Horas" con el Licenciado Jacobo Zabludovsky..

"Listo -me indicó el camarógrafo Ángel Cabrera.

""¿Licenciado Jesús Reyes Heroles, Presidente del PRI, ver que su partido perdió tres diputaciones muy importantes, permite pensar que el PRI se equivocó en seleccionar a sus candidatos?"

Pregunté y alargué el micrófono hasta el rostro del señor Reyes Heroles.

Se llevó el puro a la boca. Con sus manos libres construyó una escena muy grosera al tiempo que producía:

"¡Tome , tal por cual. Esa pregunta no se la respondo. Váyase mucho a la tiznada".

Así me fue en 1973 con Don Jesús Reyes Heroles quien en 1975 dirigía al PRi.

"El partido guiará un proceso muy distinto en su candidato a la Presidencia de la República. Con el IEPES y otras entidades e individuos diversos nos empeñaremos en determinar. Primero el Programa. Después el Hombre".

Don Jesús Reyes Heroles pretendía así, dar con el priista sucesor de Luis Echeverría. Primero el Programa. Después el Hombre.

Y seguía en la mente y ojos de todos un hombre a la cabeza de los aspirantes Mario Moya Palencia. Secretario de Gobernación.

Por Miguel Reyes Razo

Don Jesús Reyes Heroles -quien experimentaba escaso afecto y nulo reconocimiento al talento y cultura del Presidente Luis Echeverría Álvarez- llegó a la presidencia del Comité Ejecutivo Nacional del PRI tras la gris gestión del profesor hidalguense -cacique en su tierra- Manuel Sánchez Vite.

Don Jesús Reyes Heroles cargaba la pesada losa de su fama de hombre talentoso, estudioso, culto. Amoroso coleccionador de libros. Infatigable investigador de opiniones de personajes de saber. También tenía fama de sibarita. Don Jesús Reyes Heroles mimaba su refinado paladar. Sus excentricidades gastronómicas hallaban cumplida satisfacción en los laberintos del mercado de San Juan Pugibet.

"Aparte de recibir y cambiar su cheque de secretario de Educación Pública, yo tenía que pagar lo que encargaba para su comedor privado Don Jesús", escribió Otto Granados quien fue secrretario particular del pensador político que fue orgullo y envidia de su generación-

"Jesús Reyes Heroles vivía en la cúspide de una pirámide de libros"- me dijo un día en su casa del Campestre de Querétaro, don Rafael Hernández Ochoa. Ya ex secretario de Trabajo y ex gobernador de Veracruz.

Ya a mediados de 1973 y a propósito de una elección de Diputados Federales y en virtud de que el entonces "invencible partidazo" el que obtenía "carro completo" que "ganaba de todas ¡todas!", un golpe de destino me puso frente al poderoso -fumador de habanos y cigarrillos muy finos- a quien los columnistas políticos de la época trataban como "el tuxpeño", Jesús Reyes Heroles.

Pues ocurrió entonces lo inimaginable: El Partido Revolucionario Institucional perdió !tres sitios en Donceles. En tres distritos del país le ganaron al PRI. Huracán en Insurgentes Norte y Héroes Ferrocarrileros. Javier Blanco Sánchez -simpatiqísimo y agradable político hecho en las filas de Acción Nacional derrotó en el distrito Peñón de los Baños, junto al aeropuerto a Joaquín Gamboa Pascoe. El líder de la Ceteeme en el Distrito Federal. El "dedo chiquito" de Don Fídel Velázquez. El arrogante abogadazo que trataba de "tales por cuales, infelices muertos de hambre" a los obreros que -audaces- osaban proponerle al finalizar el desfile del Día del Trabajo. El Primero de Mayo:

"Órale, Joaco. Ponte con el pomo.

"No te "aprietes", pasa pa las frías. Caíle"

Niguas. nanay. Nel pastel. Negros son mis ojos. No hay de piña. Joaquín Gamboa Pascoe que en un viaje a la India buscaba adquirir esmeraldas y marfiles y en otro en China rehusó ir a la "Muralla" -"ya fui cuatro o cinco veces, ya me sé el paseo"- sufriría estrepitosa derrota en donde presumía "todavía no nace el hombre que me haga sombra" en sus lares. El Distrito Federal.

No paraba ahí la desgracia del PRI. El gremio ferrocarrilero con un señor apellidado Villanueva Molina se quedó afuera de Donceles y Allende. Los ferrocarrileros. Los de Luis Gomez Zeta.

Catástrofe la que tuvo que encarar el recien llegado al Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, el profesor y licenciado Carlos Jonguitud Barrios. Su "gallo" en Tamaulipas no consiguió los votos y quedó "chiflando en la loma" sin su diputación Federal. Conmoción en el PRI. Ceteeme. SNTE. STFRM. Derrotados ¿Qué? ¡Increíble!

Dos, tres días después, el Presidente Echeverría acudía a gran acto en el Teatro Hidalgo. Orador principalísimo el fogoso orador Porfirio Muñoz Ledo. Ya era secretario de Trabajo. Ya atraía reflectores y micrófonos. Espesa cabellera deliberadamente encrespado. El rostro impecablemente afeitado. Y las "patillas" pobladas, finamente recortadas. Muñoz Ledo tenía entonces rostro redondeado. Juvenil. Mejillas recias. Gesto muy decidido.

Oratoria demoledora. Convincente. Era la hora del Presidente Luis Echeverría. De su Carta de los Deberes y Derechos Económicos de los Estados. De las naciones del "Tercer Mundo", de los del Movimiento de "Los No-Alineados", De los "77". Y Muñoz Ledo que se batía en cualquier arena.

Ahí, en el Teatro Hidalgo el Presidente Echeverría decidió que era día propicio a la inauguración del edificio del Congreso del Trabajo. Por los rumbos de Tlatelolco. Por la calle Manuel González. En tropel marchamos hacia la entonces todavía flamante, bien cuidada Unidad Habitacional Nonoalco-Tlatelolco.

Don Jesús Reyes Heroles se recató. "El verdadero PRI no es el de los mitines y tamborazos" sentenciaba. Eso advirtió solemne, admonitorio al político tabasqueño Enrique González Pedrero al entregarle la Secretaría General del PRI y encomendarle la Dirección del Instituto de Capacitación Política del partido.

Se mantuvo lejos de la inauguración del Congreso del Trabajo. Que Don Fídel Velázquez, Leonardo Rodríguez Alcaine, Rafael Camacho Guzmán -líder de los empleados en la radio y la televisión y cuidador espontáneo de Don Fidel Velázquez, se arremolinaran en derredor del Presidente Echeverría.

Frente al flamante edificio prefirió platicar con su paisano Manuel Arvizu. Reportero del diario Excélsior. Ahí lo alcancé. Iba con camarógrafo y ayudante. Trabajábamos en el noticiario "24 Horas" con el Licenciado Jacobo Zabludovsky..

"Listo -me indicó el camarógrafo Ángel Cabrera.

""¿Licenciado Jesús Reyes Heroles, Presidente del PRI, ver que su partido perdió tres diputaciones muy importantes, permite pensar que el PRI se equivocó en seleccionar a sus candidatos?"

Pregunté y alargué el micrófono hasta el rostro del señor Reyes Heroles.

Se llevó el puro a la boca. Con sus manos libres construyó una escena muy grosera al tiempo que producía:

"¡Tome , tal por cual. Esa pregunta no se la respondo. Váyase mucho a la tiznada".

Así me fue en 1973 con Don Jesús Reyes Heroles quien en 1975 dirigía al PRi.

"El partido guiará un proceso muy distinto en su candidato a la Presidencia de la República. Con el IEPES y otras entidades e individuos diversos nos empeñaremos en determinar. Primero el Programa. Después el Hombre".

Don Jesús Reyes Heroles pretendía así, dar con el priista sucesor de Luis Echeverría. Primero el Programa. Después el Hombre.

Y seguía en la mente y ojos de todos un hombre a la cabeza de los aspirantes Mario Moya Palencia. Secretario de Gobernación.