/ miércoles 25 de mayo de 2022

Descuéntenme el día

En México hacemos cosas raras en materia política. Por ejemplo, para la reelección, los alcaldes deben pedir licencia y regresar pasando los comicios. Esto rompe la continuidad en el trabajo y no garantiza la independencia del aparato administrativo, pues en la práctica el alcalde interino está al servicio del alcalde electo y siempre se correrá el riesgo de que los programas gubernamentales tengan una orientación política.

Este fin de semana, la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México tramitó un permiso sin goce de sueldo para acudir a actos de campaña en Oaxaca y Tamaulipas. No es la primera vez que ocurre. Sí, una rara coincidencia que se descompusiera la Línea A del metro y además hubiera contingencia ambiental, ambos eventos le debieron ocupar cierta concentración, pero su gabinete estaba a cargo mientras ella apoyaba a los candidatos de su partido, y de paso se promocionaba a la Presidencia.

No me parece que sea necesario descontar el día a la Jefa de Gobierno. Ni siquiera parece estar regulado el horario de un jefe o jefa de gobierno. Se entiende que al ser electa asume un compromiso 24x7, los 365 días del año. Eso no quita que de vez en cuando pueda apagar el despertador y levantarse a las 12, o que una o dos veces al año viaje a la playa o a una villa en el bosque para descansar.

La entrega significa disponibilidad, no esclavitud. No está prohibido que tenga preferencias electorales, ni que apoye a sus correligionarios en campaña. Lo que está mal, no obstante, es la distancia de los problemas. Insisto, no debería habérsele descontado el día, era sábado y la mayoría de los días está entregada a la ciudad.

Lo que irrita es la simulación. Irrita en todos los casos. Diputados y diputadas que están en campaña desde que asumen el cargo, y usan la propaganda de su módulo de atención ciudadana para posicionarse. Alcaldes que aún no se sientan y ya están mencionando la palabra reelección.

Tenemos un sistema electoral absolutamente dispar. Claudia Sheinbaum lo sabe y lo está aprovechando. Ella está en campaña. El 3 de marzo de 1908 Porfirio Díaz señaló que México estaba listo para la democracia; este fin de semana, la jefa de gobierno dijo que México está listo para una mujer presidenta, pensando en ella misma.

Coincido en que México necesita una mujer al frente de la Presidencia. Juzgarla a ella en específico no es algo que me corresponda; no volveré a votar por ella, eso está claro, pero es una decisión personal. El tema aquí es este juego en que mientras pide que le descuenten el día, mientras ignora problemas serios de la ciudad, se promociona para la Presidencia.

Es más importante que desarrollemos un criterio de tolerancia a la militancia política de los gobernantes, pero que seamos inclementes con la simulación. Insisto, descontarle el día es ridículo, el electorado debería castigar más bien la frivolidad, el distanciamiento de los problemas, la simulación. Que le descuenten el día es lo de menos.


En México hacemos cosas raras en materia política. Por ejemplo, para la reelección, los alcaldes deben pedir licencia y regresar pasando los comicios. Esto rompe la continuidad en el trabajo y no garantiza la independencia del aparato administrativo, pues en la práctica el alcalde interino está al servicio del alcalde electo y siempre se correrá el riesgo de que los programas gubernamentales tengan una orientación política.

Este fin de semana, la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México tramitó un permiso sin goce de sueldo para acudir a actos de campaña en Oaxaca y Tamaulipas. No es la primera vez que ocurre. Sí, una rara coincidencia que se descompusiera la Línea A del metro y además hubiera contingencia ambiental, ambos eventos le debieron ocupar cierta concentración, pero su gabinete estaba a cargo mientras ella apoyaba a los candidatos de su partido, y de paso se promocionaba a la Presidencia.

No me parece que sea necesario descontar el día a la Jefa de Gobierno. Ni siquiera parece estar regulado el horario de un jefe o jefa de gobierno. Se entiende que al ser electa asume un compromiso 24x7, los 365 días del año. Eso no quita que de vez en cuando pueda apagar el despertador y levantarse a las 12, o que una o dos veces al año viaje a la playa o a una villa en el bosque para descansar.

La entrega significa disponibilidad, no esclavitud. No está prohibido que tenga preferencias electorales, ni que apoye a sus correligionarios en campaña. Lo que está mal, no obstante, es la distancia de los problemas. Insisto, no debería habérsele descontado el día, era sábado y la mayoría de los días está entregada a la ciudad.

Lo que irrita es la simulación. Irrita en todos los casos. Diputados y diputadas que están en campaña desde que asumen el cargo, y usan la propaganda de su módulo de atención ciudadana para posicionarse. Alcaldes que aún no se sientan y ya están mencionando la palabra reelección.

Tenemos un sistema electoral absolutamente dispar. Claudia Sheinbaum lo sabe y lo está aprovechando. Ella está en campaña. El 3 de marzo de 1908 Porfirio Díaz señaló que México estaba listo para la democracia; este fin de semana, la jefa de gobierno dijo que México está listo para una mujer presidenta, pensando en ella misma.

Coincido en que México necesita una mujer al frente de la Presidencia. Juzgarla a ella en específico no es algo que me corresponda; no volveré a votar por ella, eso está claro, pero es una decisión personal. El tema aquí es este juego en que mientras pide que le descuenten el día, mientras ignora problemas serios de la ciudad, se promociona para la Presidencia.

Es más importante que desarrollemos un criterio de tolerancia a la militancia política de los gobernantes, pero que seamos inclementes con la simulación. Insisto, descontarle el día es ridículo, el electorado debería castigar más bien la frivolidad, el distanciamiento de los problemas, la simulación. Que le descuenten el día es lo de menos.