/ lunes 23 de marzo de 2020

Economía 4.0 | Emergencia por coronavirus: tercera llamada

La Cuarta Transformación debe prepararse para el cambio estructural que se presentará por el coronavirus y la recesión económica global.

Lo que hace unos meses parecía impensable al final ocurrió. Por razones de seguridad nacional Estados Unidos decidió cerrar parcialmente su frontera con México.

En la Unión Europea se vive algo similar porque, como lo señaló Angela Merkel, se vive una situación no vista desde la Segunda Guerra Mundial Habrá cambios en los procesos de producción industrial global y regional: Estados Unidos y la Unión Europea no seguirán dependiendo de un solo polo manufacturero.

La industria automotriz será un termómetro del costo. Más silenciosa, pero más dañina, es la perturbación que enfrenta la industria farmacéutica global por la carencia de insumos que llegan de Asia.

Países como México, que durante décadas debilitaron a sus empresas nacionales, tendrán que ponderar el valor estratégico de las mismas y reordenar sus prioridades.

Sin servicios de salud pública de alto nivel como los hay en Alemania o Japón; China logró hacer frente al coronavirus gracias a que es la fábrica del mundo en medicinas y equipo médico; cuenta además con planes contingentes para enfrentar este tipo de emergencias. El coronavirus los puso a prueba y han salido airosos.

México llega con una economía enferma y en medio de procesos de orden político-social que no facilitan la creación de un Gran Acuerdo Nacional que minimice la afectación económica. Tampoco existen estrategias contingentes derivadas de la nueva realidad.

El cierre parcial de la frontera con EU afectará el turismo, las remesas, la inversión y el empleo fronterizo. Las cadenas productivas que dependen, en exceso, de la manufactura de China han comenzado a detener su producción. ¿Se seguirá negando la importancia de la producción interna de insumos intermedios?

La caída del precio del petróleo es aún más perniciosa: sin mayor inversión y gasto público en el mercado interno el país entrará en una larga recesión. Todavía hay quien niega la relevancia de apoyar lo Hecho en México.

No hay muchas opciones para el gobierno: los fondos de estabilización se usarán para cubrir la caída en los ingresos, no para elevar su capacidad de inversión.

Por ello se debe instrumentar un Programa Económico Emergente que inicie con un Acuerdo Nacional. Debe tener un principio básico: el interés nacional, Primero es México. No hay espacio para disputas ideológicas o sectarias: Unidos por México.

Se debe acordar la preservación del empleo y evitar la quiebra de empresas: entre mayor sea la afectación a la economía y el empleo mayor será el costo de la reactivación y tardará más tiempo.

Hay una razón: no habrá recursos foráneos. Cada país o región comenzará a reconstruir su tejido social. Además, se debe negociar, en el marco del T-MEC, un acuerdo que garantice la producción de la manufactura regional sin interrupciones. Ello implica fortalecer la producción de insumos intermedios en América del Norte.

El requisito natural de esto último es aplicar una Política Industrial Integral: un verdadero adiós a la NO POLÍ- TICA INDUSTRIAL vigente en México por casi 40 años.

La Cuarta Transformación debe prepararse para el cambio estructural que se presentará por el coronavirus y la recesión económica global.

Lo que hace unos meses parecía impensable al final ocurrió. Por razones de seguridad nacional Estados Unidos decidió cerrar parcialmente su frontera con México.

En la Unión Europea se vive algo similar porque, como lo señaló Angela Merkel, se vive una situación no vista desde la Segunda Guerra Mundial Habrá cambios en los procesos de producción industrial global y regional: Estados Unidos y la Unión Europea no seguirán dependiendo de un solo polo manufacturero.

La industria automotriz será un termómetro del costo. Más silenciosa, pero más dañina, es la perturbación que enfrenta la industria farmacéutica global por la carencia de insumos que llegan de Asia.

Países como México, que durante décadas debilitaron a sus empresas nacionales, tendrán que ponderar el valor estratégico de las mismas y reordenar sus prioridades.

Sin servicios de salud pública de alto nivel como los hay en Alemania o Japón; China logró hacer frente al coronavirus gracias a que es la fábrica del mundo en medicinas y equipo médico; cuenta además con planes contingentes para enfrentar este tipo de emergencias. El coronavirus los puso a prueba y han salido airosos.

México llega con una economía enferma y en medio de procesos de orden político-social que no facilitan la creación de un Gran Acuerdo Nacional que minimice la afectación económica. Tampoco existen estrategias contingentes derivadas de la nueva realidad.

El cierre parcial de la frontera con EU afectará el turismo, las remesas, la inversión y el empleo fronterizo. Las cadenas productivas que dependen, en exceso, de la manufactura de China han comenzado a detener su producción. ¿Se seguirá negando la importancia de la producción interna de insumos intermedios?

La caída del precio del petróleo es aún más perniciosa: sin mayor inversión y gasto público en el mercado interno el país entrará en una larga recesión. Todavía hay quien niega la relevancia de apoyar lo Hecho en México.

No hay muchas opciones para el gobierno: los fondos de estabilización se usarán para cubrir la caída en los ingresos, no para elevar su capacidad de inversión.

Por ello se debe instrumentar un Programa Económico Emergente que inicie con un Acuerdo Nacional. Debe tener un principio básico: el interés nacional, Primero es México. No hay espacio para disputas ideológicas o sectarias: Unidos por México.

Se debe acordar la preservación del empleo y evitar la quiebra de empresas: entre mayor sea la afectación a la economía y el empleo mayor será el costo de la reactivación y tardará más tiempo.

Hay una razón: no habrá recursos foráneos. Cada país o región comenzará a reconstruir su tejido social. Además, se debe negociar, en el marco del T-MEC, un acuerdo que garantice la producción de la manufactura regional sin interrupciones. Ello implica fortalecer la producción de insumos intermedios en América del Norte.

El requisito natural de esto último es aplicar una Política Industrial Integral: un verdadero adiós a la NO POLÍ- TICA INDUSTRIAL vigente en México por casi 40 años.