/ jueves 12 de abril de 2018

El Bronco y las cúpulas

" Si usted ve un fraude y no dices fraude, usted es un fraude"

Nassim Taleb

1. Intenciones e hipótesis. El sorpresivo dictamen del Tribunal Electoral para reconocer como candidato presidencial a Jaime Rodríguez Calderón abrió un debate acerca de los posibles efectos y orígenes de tal resolución. Evidentemente, se han documentado un conjunto de irregularidades de las más disímbolas que debieron impedir que se legitimara, tal como sucedió, colocar en la boleta al llamado Bronco.

Estamos en presencia del arribo de un candidato machista, misógino, discriminador, con ADN priista y, ahora, inventado por el Tribunal. Por supuesto, que, es posible trabajar con una hipótesis, a saber: ante el nulo crecimiento en las encuestas del candidato oficialista Meade, la presencia del candidato regiomontano podría servir como un golpeador insistente y reiterado contra AMLO, con el propósito de tratar de arrebatarle votos en el norte del país, pero sobre todo, con los segmentos radicalizaos contra el sistema y que podrían ver en el susodicho, por su estilo elemental, una opción para canalizar su coraje.

Claro, dicha conjetura supondría que esto beneficiaría al candidato priista redimensionando al electorado y confiando en una aparición súbita del corporativismo y el clientelismo del partido tricolor que haga que los pésimos números en la preferencia electoral de Meade fueran competitivos.

Es posible, también, en esta hipótesis, que los poderosos impulsores del Bronco estén pensando en que Margarita Zavala se abocará a golpear a Ricardo Anaya y con ello se fortalecería el presunto crecimiento del candidato priista. Ya veremos en las próximas semanas cómo se comportan las tendencias en las encuestas.

2. La presunta superioridad de los candidatos partidarios. Hemos visto la reacción que han tenido los candidatos registrados frente al reconocimiento del Bronco, no obstante que su autoridad ética no tiene ningún valor si nos atenemos al método electivo por el cual fueron ungidos dichos personajes. En efecto, uno tiene derecho a preguntarse si las pequeñas élites que nombraron a los candidatos son representativos realmente de algo que no sea su pequeñez burocrática.

¿Cuántas personas avalaron el registro de los candidatos a la presidencia? En todos los casos fueron cúpulas minúsculas, sino es que una sola persona. El asfixiante sistema electoral mexicano otorga todos los privilegios a las franquicias partidarias para imponer candidaturas que únicamente obedecen a la dinámica de los intereses de grupos alejados de las demandas de las mayorías.

Epílogo. A estas alturas nadie puede afirmar que el triunfo de un candidato presidencial ya está definido, aunque existan tendencias al parecer irreversibles. El grupo político dominante puede ser capaz de todo. ¡Cuidado!

pedropenaloza@yahoo.com/Twitter: @pedro_penaloz