/ viernes 24 de junio de 2022

El objetivo es pacificar 

La omisión en las acciones de gobierno acrecientan los vacíos de poder, en estas coyunturas, ante la ausencia del Estado mexicano, esos vacíos se ocupan por los poderes fácticos; eso comenzó en el sexenio del peor presidente de la historia de México Vicente Fox Quesada (2000-2006).

Durante el sexenio foxista, la permanencia de la frivolidad como política pública es lo único tristemente recordado, las vergüenzas nacionales e internacionales de la Institución Presidencial se acrecentaron a niveles ridículos; era sabido que quien realmente tomaba las decisiones ejecutivas en varios ramos de la administración pública, era la poderosa “primera dama” Martita Sahagún. Esa “pareja presidencial”, como ellos mismos se autodenominaron, parecieran personajes icónicos de la tragicomedia política nacional, como sacados de la historieta popular escrita por Gabriel Vargas, “la Familia Burrón”, y eso sería vanagloriarles.

El sexenio de Felipe Calderón Hinojosa, hoy evidenciado en los Estados Unidos con el proceso seguido en contra de Genaro García Luna, exsecretario de Seguridad Pública Federal, y expuesto por delitos de conspiración para traficar estupefacientes y lavado de dinero del cártel de Sinaloa, es un botón de muestra de lo que escenifica un narcogobierno. La persecución en contra de líderes sociales que encabezaron los diversos grupos de autodefensa y policías comunitarias que legítimamente suplieron las labores propias de las policías municipal y estatal, y en su momento la policía federal, ante la evidente colusión de estos últimos con células de cárteles regionales y nacionales.

El origen de grupos armados, autodefensas, policías comunitarias, tiene décadas en nuestro país; han surgido ante la omisión y desatención hacia la población por parte de las autoridades responsables de la seguridad pública. Es ilícito, además de delictivo, la portación de armas sin licencia otorgada por la Secretaría de la Defensa Nacional, sin embargo existe. Por otro lado, existen también los grupos operativos de los cárteles de las drogas, quienes se caracterizan por utilizar vehículos de reciente modelo, robados, portan armas de grueso calibre, y que además de ser armas de última generación, son superiores en estado de fuerza, en personal y superiores en capacidad de fuego respecto a las policías comunitarias o de autodefensas.

Es indudable que las fuerzas armadas mexicanas superan a estos en estado de fuerza, capacidad de fuego, capacitación, así como equipos de comunicación y de transporte. Los superan por mucho. Las fuerzas armadas, si se tratara de una guerra civil contra el narcotráfico, anularían a cualquier grupo en 24 horas. Pero ello acarrearía que el gobierno pasara a la historia como un gobierno represor y asesino. El origen de los grupos de la delincuencia organizada obedece a las circunstancias sociales y económicas, producto de los malos gobiernos y de la aplicación de políticas contrarias al desarrollo social de la población.

¿Qué hacer frente a 3 sexenios donde la estrategia era la captura de los grandes capos de los cárteles? ¿Dio resultados? ¿Hay menos violencia por haber capturado a los capos? ¿O la torpeza de esa operación arrojó como resultado la creación de subcárteles donde los sicarios obtuvieron la dirección gerencial de los mismos utilizando a la violencia como el único método para realizar sus actividades delictivas?

La permanencia y multiplicación de los cárteles en México tiene un origen de cuando menos 30 años, pero entonces sus actividades estaban acotadas a la exportación de estupefacientes hacia los Estados Unidos, no existían las peleas mortales por los territorios y las rutas de trasiego, mucho menos la extrema territorialidad de los puntos de venta locales (narcomenudeo). La estupidez de Felipe Calderón y el procesado Genaro García Luna, creó un mercado de consumo interior nunca antes visto en México, los sistemas de control de las adicciones en nuestro país reportan cada vez más consumidores por la oferta y variedades de drogas que ahora se producen y se quedan en nuestro país, llevando a miles de jóvenes al riesgo de una pandemia de salud pública por su toxicidad y daños irreversibles en la salud; de esto poco se ha hablado, pero también es consecuencia de la insensibilidad de los gobiernos neoliberales. A ellos lo único que les interesó fue enriquecerse, no el beneficio del pueblo.

El principal objetivo debe concentrarse en la pacificación, evitar el trasiego de municiones y armas, iniciar campañas masivas como existen ya contra el consumo de drogas, pero ahora enfocadas al desarme voluntario, volver a insistir en las leyes de amnistía necesarias relacionadas con generadores de violencia: delitos contra la salud, portación de armas. Fomentar la inversión de industrias agropecuarias locales, de maquila, de desarrollo social sostenible para abatir la oferta del crimen organizado, principalmente en adolescentes y jóvenes.

La pacificación es el objetivo primordial, los medios de comunicación deben jugar un papel ético en la concientización de lo que queremos legar a las generaciones futuras, si la violencia representada solamente por homicidios se ha incrementado, no es producto de los últimos 3 años de gobierno, sino por la falta de compromiso social y la unidad nacional. Se convierte en una enorme prioridad para que nuestro país siga siendo habitable.

La omisión en las acciones de gobierno acrecientan los vacíos de poder, en estas coyunturas, ante la ausencia del Estado mexicano, esos vacíos se ocupan por los poderes fácticos; eso comenzó en el sexenio del peor presidente de la historia de México Vicente Fox Quesada (2000-2006).

Durante el sexenio foxista, la permanencia de la frivolidad como política pública es lo único tristemente recordado, las vergüenzas nacionales e internacionales de la Institución Presidencial se acrecentaron a niveles ridículos; era sabido que quien realmente tomaba las decisiones ejecutivas en varios ramos de la administración pública, era la poderosa “primera dama” Martita Sahagún. Esa “pareja presidencial”, como ellos mismos se autodenominaron, parecieran personajes icónicos de la tragicomedia política nacional, como sacados de la historieta popular escrita por Gabriel Vargas, “la Familia Burrón”, y eso sería vanagloriarles.

El sexenio de Felipe Calderón Hinojosa, hoy evidenciado en los Estados Unidos con el proceso seguido en contra de Genaro García Luna, exsecretario de Seguridad Pública Federal, y expuesto por delitos de conspiración para traficar estupefacientes y lavado de dinero del cártel de Sinaloa, es un botón de muestra de lo que escenifica un narcogobierno. La persecución en contra de líderes sociales que encabezaron los diversos grupos de autodefensa y policías comunitarias que legítimamente suplieron las labores propias de las policías municipal y estatal, y en su momento la policía federal, ante la evidente colusión de estos últimos con células de cárteles regionales y nacionales.

El origen de grupos armados, autodefensas, policías comunitarias, tiene décadas en nuestro país; han surgido ante la omisión y desatención hacia la población por parte de las autoridades responsables de la seguridad pública. Es ilícito, además de delictivo, la portación de armas sin licencia otorgada por la Secretaría de la Defensa Nacional, sin embargo existe. Por otro lado, existen también los grupos operativos de los cárteles de las drogas, quienes se caracterizan por utilizar vehículos de reciente modelo, robados, portan armas de grueso calibre, y que además de ser armas de última generación, son superiores en estado de fuerza, en personal y superiores en capacidad de fuego respecto a las policías comunitarias o de autodefensas.

Es indudable que las fuerzas armadas mexicanas superan a estos en estado de fuerza, capacidad de fuego, capacitación, así como equipos de comunicación y de transporte. Los superan por mucho. Las fuerzas armadas, si se tratara de una guerra civil contra el narcotráfico, anularían a cualquier grupo en 24 horas. Pero ello acarrearía que el gobierno pasara a la historia como un gobierno represor y asesino. El origen de los grupos de la delincuencia organizada obedece a las circunstancias sociales y económicas, producto de los malos gobiernos y de la aplicación de políticas contrarias al desarrollo social de la población.

¿Qué hacer frente a 3 sexenios donde la estrategia era la captura de los grandes capos de los cárteles? ¿Dio resultados? ¿Hay menos violencia por haber capturado a los capos? ¿O la torpeza de esa operación arrojó como resultado la creación de subcárteles donde los sicarios obtuvieron la dirección gerencial de los mismos utilizando a la violencia como el único método para realizar sus actividades delictivas?

La permanencia y multiplicación de los cárteles en México tiene un origen de cuando menos 30 años, pero entonces sus actividades estaban acotadas a la exportación de estupefacientes hacia los Estados Unidos, no existían las peleas mortales por los territorios y las rutas de trasiego, mucho menos la extrema territorialidad de los puntos de venta locales (narcomenudeo). La estupidez de Felipe Calderón y el procesado Genaro García Luna, creó un mercado de consumo interior nunca antes visto en México, los sistemas de control de las adicciones en nuestro país reportan cada vez más consumidores por la oferta y variedades de drogas que ahora se producen y se quedan en nuestro país, llevando a miles de jóvenes al riesgo de una pandemia de salud pública por su toxicidad y daños irreversibles en la salud; de esto poco se ha hablado, pero también es consecuencia de la insensibilidad de los gobiernos neoliberales. A ellos lo único que les interesó fue enriquecerse, no el beneficio del pueblo.

El principal objetivo debe concentrarse en la pacificación, evitar el trasiego de municiones y armas, iniciar campañas masivas como existen ya contra el consumo de drogas, pero ahora enfocadas al desarme voluntario, volver a insistir en las leyes de amnistía necesarias relacionadas con generadores de violencia: delitos contra la salud, portación de armas. Fomentar la inversión de industrias agropecuarias locales, de maquila, de desarrollo social sostenible para abatir la oferta del crimen organizado, principalmente en adolescentes y jóvenes.

La pacificación es el objetivo primordial, los medios de comunicación deben jugar un papel ético en la concientización de lo que queremos legar a las generaciones futuras, si la violencia representada solamente por homicidios se ha incrementado, no es producto de los últimos 3 años de gobierno, sino por la falta de compromiso social y la unidad nacional. Se convierte en una enorme prioridad para que nuestro país siga siendo habitable.