/ lunes 18 de febrero de 2019

Gobernar la complejidad

Por: José Antonio Lozano

La modernidad, época histórica que inició hace algunos siglos y en la que todavía nos encontramos tiene la tendencia a simplificar la realidad. Durante la modernidad se han intentado construir sistemas políticos basados en ideas reduccionistas de la realidad como la sociedad explicada exclusivamente a través de la lucha de clases o el mercado como el detentador de toda lógica. Ya sea por una exacerbación del individualismo olvidando la responsabilidad de aportar en la construcción del tejido social o la visión estrecha de una sociedad dividida en clases enfrentadas, la construcción de los sistemas políticos ha partido de visiones reducidas.

Por una parte la reducción de toda la realidad social a la simple lucha de clases deja de lado todos los vínculos de solidaridad propios de la naturaleza humana. Por otra parte la explicación de toda la realidad a través de las reglas del libre mercado deja de lado todos los factores culturales, sociales y políticos, aquello a lo que algunos autores han llamado mundo vital.

Cuando se ha querido construir el sistema político basado en factores unidireccionales, reducidos el resultado ha sido un fracaso. La caída del muro de Berlín se convirtió elemento simbólico el fracaso de los sistemas basados en la lucha de clases. La crisis económica que azotó al mundo en 2008 y que ha permanecido bajo diversas manifestaciones hasta nuestros días sin salidas claras, plausibles son símbolo del agotamiento de la idea de un mercado libre sin consideraciones de carácter ético.

Agotados los modelos de la modernidad muchos gobiernos en la actualidad buscan salidas para enfrentar los complejos problemas a los que se enfrentan.

Sin embargo, dichos gobiernos todavía no cuentan con herramientas cualitativamente distintas para superar las crisis en que se han visto sumergidos.

En muchas ocasiones se busca enfrentar la crisis con herramientas estrictamente económicas sin tomar consideración otros elementos de carácter cultural o social. En otras ocasiones los gobiernos se aferran a la manutención de una situación que pretendiendo velar por las mayorías en el discurso político dejan de lado a la persona concreta.

Muchas manifestaciones que hoy vemos en las calles en países de todo el planeta no responden a los modelos que tienen los gobiernos en el armado de sus políticas públicas. A muchos gobiernos este tipo de manifestaciones los toman por sorpresa.

Los problemas actuales son más complejos que los que existían hace 40 o 50 años y por ello requieren también herramientas más complejas para su solución. Pensar que se va a superar el desencanto social por un aparente mejor desempeño de la economía, que se van a canalizar las inquietudes sociales y políticas a través de ciertas políticas públicas asistencialistas es querer arreglar los problemas con herramientas que llevaron a crearlos, querer solucionar las cosas haciendo lo mismo.

En el mundo actual es cada vez más necesario encontrar respuestas distintas a las propuestas por el Estado o el mercado, momento de volver a poner en el centro de la política pública a la persona humana con todas sus complejidades.

Rector general sistema UP-IPADE

Por: José Antonio Lozano

La modernidad, época histórica que inició hace algunos siglos y en la que todavía nos encontramos tiene la tendencia a simplificar la realidad. Durante la modernidad se han intentado construir sistemas políticos basados en ideas reduccionistas de la realidad como la sociedad explicada exclusivamente a través de la lucha de clases o el mercado como el detentador de toda lógica. Ya sea por una exacerbación del individualismo olvidando la responsabilidad de aportar en la construcción del tejido social o la visión estrecha de una sociedad dividida en clases enfrentadas, la construcción de los sistemas políticos ha partido de visiones reducidas.

Por una parte la reducción de toda la realidad social a la simple lucha de clases deja de lado todos los vínculos de solidaridad propios de la naturaleza humana. Por otra parte la explicación de toda la realidad a través de las reglas del libre mercado deja de lado todos los factores culturales, sociales y políticos, aquello a lo que algunos autores han llamado mundo vital.

Cuando se ha querido construir el sistema político basado en factores unidireccionales, reducidos el resultado ha sido un fracaso. La caída del muro de Berlín se convirtió elemento simbólico el fracaso de los sistemas basados en la lucha de clases. La crisis económica que azotó al mundo en 2008 y que ha permanecido bajo diversas manifestaciones hasta nuestros días sin salidas claras, plausibles son símbolo del agotamiento de la idea de un mercado libre sin consideraciones de carácter ético.

Agotados los modelos de la modernidad muchos gobiernos en la actualidad buscan salidas para enfrentar los complejos problemas a los que se enfrentan.

Sin embargo, dichos gobiernos todavía no cuentan con herramientas cualitativamente distintas para superar las crisis en que se han visto sumergidos.

En muchas ocasiones se busca enfrentar la crisis con herramientas estrictamente económicas sin tomar consideración otros elementos de carácter cultural o social. En otras ocasiones los gobiernos se aferran a la manutención de una situación que pretendiendo velar por las mayorías en el discurso político dejan de lado a la persona concreta.

Muchas manifestaciones que hoy vemos en las calles en países de todo el planeta no responden a los modelos que tienen los gobiernos en el armado de sus políticas públicas. A muchos gobiernos este tipo de manifestaciones los toman por sorpresa.

Los problemas actuales son más complejos que los que existían hace 40 o 50 años y por ello requieren también herramientas más complejas para su solución. Pensar que se va a superar el desencanto social por un aparente mejor desempeño de la economía, que se van a canalizar las inquietudes sociales y políticas a través de ciertas políticas públicas asistencialistas es querer arreglar los problemas con herramientas que llevaron a crearlos, querer solucionar las cosas haciendo lo mismo.

En el mundo actual es cada vez más necesario encontrar respuestas distintas a las propuestas por el Estado o el mercado, momento de volver a poner en el centro de la política pública a la persona humana con todas sus complejidades.

Rector general sistema UP-IPADE