/ miércoles 28 de agosto de 2019

Informar a la República

El próximo primero de septiembre el Lic. López Obrador deberá enviar su primer informe de gobierno al Congreso de la Unión. El formato por el paso del tiempo ha cambiado, en la época del régimen hegemónico, el presidente en turno comparecía ante el Poder Legislativo emitiendo un monólogo interminable que duraba horas y que era avalado por la torrencial mayoría parlamentaria con que contaba.

Además, era el día del presidente, en donde era aclamado por las masas en su trayecto de Palacio Nacional al recinto legislativo, al acto asistían las cúpulas políticas, empresariales y sociales que aplaudían, vitoreaban y elogiaban.

Las cosas cambiaron con el proceso de transición democrática. En su último año de gobierno De la Madrid fue interrumpido en su informe de gobierno por el diputado Muñoz Ledo quien solicitaba el uso de la voz para dialogar sobre el estado de la nación. En el siguiente sexenio las interpelaciones del informe presidencial subieron de intensidad. En la época de Zedillo, lo más enigmático fue su segundo informe de gobierno en donde un diputado del PRD se colocó de bajo de la tribuna con una máscara de cerdo. Las protestas siguieron y en el VI Informe de Fox decidieron no asistir al Congreso.

En 2008 se hace modificación al art. 69 constitucional en donde eliminan la comparecencia y se establece que el informe se presentará por escrito manifestando el estado “que guarda la administración pública del país.” Posteriormente en 2014 se realizó una adición al artículo instituyendo al Presidente para que en su primer año de gobierno presente al Senado para su aprobación su Estrategia Nacional de Seguridad Pública.

Es sustancial para un Estado democrático que los gobernantes presenten cuentas. En EEUU la Constitución de Filadelfia de 1787 establecía la obligación de los presidentes a informar y proponer alternativas de gobierno. En México desde la Constitución de 1857 se plasmó esa obligación. No obstante que es una obligación añeja, el formato no ha evolucionado. En otros países la presentación del informe de gobierno es todo un acto solemne donde existe un debate con sustancia en el parlamento y al mismo tiempo tiene un alto interés entre los ciudadanos, porque les permite valorar si sus gobernantes van por el camino correcto o están dilapidando los recursos públicos.

El informe de gobierno en México requiere modificar su formato, para que se garantice un acto republicano que refleje el estado que guarda el país y el camino que se seguirá para el desarrollo. La publicidad gubernamental que se emite en el marco del informe no es suficiente para dimensionar su desempeño. Debe existir además un debate sustantivo, especializado y respetuoso con el presidente. La madurez institucional se demuestra cuando los asuntos de estado son tratados con profundidad. Si queremos que los ciudadanos contribuyan a la gobernanza democrática del país, necesitamos tener como dice el Presidente, las cuentas claras y el chocolate espeso.

El próximo primero de septiembre el Lic. López Obrador deberá enviar su primer informe de gobierno al Congreso de la Unión. El formato por el paso del tiempo ha cambiado, en la época del régimen hegemónico, el presidente en turno comparecía ante el Poder Legislativo emitiendo un monólogo interminable que duraba horas y que era avalado por la torrencial mayoría parlamentaria con que contaba.

Además, era el día del presidente, en donde era aclamado por las masas en su trayecto de Palacio Nacional al recinto legislativo, al acto asistían las cúpulas políticas, empresariales y sociales que aplaudían, vitoreaban y elogiaban.

Las cosas cambiaron con el proceso de transición democrática. En su último año de gobierno De la Madrid fue interrumpido en su informe de gobierno por el diputado Muñoz Ledo quien solicitaba el uso de la voz para dialogar sobre el estado de la nación. En el siguiente sexenio las interpelaciones del informe presidencial subieron de intensidad. En la época de Zedillo, lo más enigmático fue su segundo informe de gobierno en donde un diputado del PRD se colocó de bajo de la tribuna con una máscara de cerdo. Las protestas siguieron y en el VI Informe de Fox decidieron no asistir al Congreso.

En 2008 se hace modificación al art. 69 constitucional en donde eliminan la comparecencia y se establece que el informe se presentará por escrito manifestando el estado “que guarda la administración pública del país.” Posteriormente en 2014 se realizó una adición al artículo instituyendo al Presidente para que en su primer año de gobierno presente al Senado para su aprobación su Estrategia Nacional de Seguridad Pública.

Es sustancial para un Estado democrático que los gobernantes presenten cuentas. En EEUU la Constitución de Filadelfia de 1787 establecía la obligación de los presidentes a informar y proponer alternativas de gobierno. En México desde la Constitución de 1857 se plasmó esa obligación. No obstante que es una obligación añeja, el formato no ha evolucionado. En otros países la presentación del informe de gobierno es todo un acto solemne donde existe un debate con sustancia en el parlamento y al mismo tiempo tiene un alto interés entre los ciudadanos, porque les permite valorar si sus gobernantes van por el camino correcto o están dilapidando los recursos públicos.

El informe de gobierno en México requiere modificar su formato, para que se garantice un acto republicano que refleje el estado que guarda el país y el camino que se seguirá para el desarrollo. La publicidad gubernamental que se emite en el marco del informe no es suficiente para dimensionar su desempeño. Debe existir además un debate sustantivo, especializado y respetuoso con el presidente. La madurez institucional se demuestra cuando los asuntos de estado son tratados con profundidad. Si queremos que los ciudadanos contribuyan a la gobernanza democrática del país, necesitamos tener como dice el Presidente, las cuentas claras y el chocolate espeso.