/ sábado 4 de agosto de 2018

La caprichosa Geopolítica

Durante mucho tiempo, se antepuso la razón del mercado a la razón social. Tuvieron que llegar condiciones políticas y sobre todo, carismas de dirigentes, sean presidentes o jefes de gobierno, para modificar de fondo ese axioma. Veamos los ejemplos en la Unión Europea o en los Estados Unidos o en Latinoamérica. Sin venir a cuento, por personalísimas decisiones, han alterado de forma grave, las dinámicas del antes sacrosanto libre mercado. La persona sobrepuesta a los apetitos del libre comercio.

El caso del Tratado de Libre Comercio (TLC) es, sin exagerar, un proceso que ha sido ocupado/condicionado más por las personalidades que por las lógicas de integración georegional y geopolíticas. Fuentes de trabajo, sustanciales inversiones, procesos de desarrollo tecnológico, entre otras naturales características de un acuerdo de su tipo, son neutralizados por los humores o empatías de los líderes de Norteamérica, o de cualquier parte del planeta.

Lo anterior, suplanta e incluso desplaza, a las más elementales reglas de la integración geopolítica. Esto sucede ya sea en la Unión Europea o en sudeste Asiático o en Norteamérica, no hay fronteras para las aspiraciones egocéntricas. Las visiones que se puedan tener como ciudadano o como inversionista, quedan supeditadas, en el mejor de los casos, a los procesos electorales. Más aún si estos logran –como en el ocurrió en México, logran concretar mayorías indiscutibles que propician una base de legitimidad, en un principio, determinantes.

Ante dichas condiciones ¿cómo puede articularse una respuesta/contención o condicionamiento de parte de la sociedad, la geografía, el derecho internacional entre otras variables? Pues un aspecto e incluso limitante, es el carácter de los líderes y otra muy diferente/objetiva es lo que sucede en el día a día de la población. Millones de personas, a la semana, cruzan la frontera entre Grecia y Turquía; miles, cientos de miles de autos y transportes van de un lado a otro entre México y los Estados Unidos. Desde mi punto de vista, estas dinámicas no pueden ser alteradas sea quien sea el gobernante.

Seamos claros. La Geografía es determinante. Es un hecho la condición física de territorios y mares, que sólo a partir de subjetividades, de visiones circunscritas a ideologías relacionadas con raza, la cultura y las religiones se anteponen a la natural y secular forma de relacionarse entre los seres humanos. Por eso, las dinámicas transfronteras, de ninguna manera se detienen. Desde la gastronomía a los idiomas, desde la literatura hasta los ambientes sociales, el mundo vive una sincronía que ningún capricho puede limitar. Es mucho mejor atender las dinámicas contemporáneas, que conservar posturas idas.



javierolivaposada@gmail.com

@JOPso


Durante mucho tiempo, se antepuso la razón del mercado a la razón social. Tuvieron que llegar condiciones políticas y sobre todo, carismas de dirigentes, sean presidentes o jefes de gobierno, para modificar de fondo ese axioma. Veamos los ejemplos en la Unión Europea o en los Estados Unidos o en Latinoamérica. Sin venir a cuento, por personalísimas decisiones, han alterado de forma grave, las dinámicas del antes sacrosanto libre mercado. La persona sobrepuesta a los apetitos del libre comercio.

El caso del Tratado de Libre Comercio (TLC) es, sin exagerar, un proceso que ha sido ocupado/condicionado más por las personalidades que por las lógicas de integración georegional y geopolíticas. Fuentes de trabajo, sustanciales inversiones, procesos de desarrollo tecnológico, entre otras naturales características de un acuerdo de su tipo, son neutralizados por los humores o empatías de los líderes de Norteamérica, o de cualquier parte del planeta.

Lo anterior, suplanta e incluso desplaza, a las más elementales reglas de la integración geopolítica. Esto sucede ya sea en la Unión Europea o en sudeste Asiático o en Norteamérica, no hay fronteras para las aspiraciones egocéntricas. Las visiones que se puedan tener como ciudadano o como inversionista, quedan supeditadas, en el mejor de los casos, a los procesos electorales. Más aún si estos logran –como en el ocurrió en México, logran concretar mayorías indiscutibles que propician una base de legitimidad, en un principio, determinantes.

Ante dichas condiciones ¿cómo puede articularse una respuesta/contención o condicionamiento de parte de la sociedad, la geografía, el derecho internacional entre otras variables? Pues un aspecto e incluso limitante, es el carácter de los líderes y otra muy diferente/objetiva es lo que sucede en el día a día de la población. Millones de personas, a la semana, cruzan la frontera entre Grecia y Turquía; miles, cientos de miles de autos y transportes van de un lado a otro entre México y los Estados Unidos. Desde mi punto de vista, estas dinámicas no pueden ser alteradas sea quien sea el gobernante.

Seamos claros. La Geografía es determinante. Es un hecho la condición física de territorios y mares, que sólo a partir de subjetividades, de visiones circunscritas a ideologías relacionadas con raza, la cultura y las religiones se anteponen a la natural y secular forma de relacionarse entre los seres humanos. Por eso, las dinámicas transfronteras, de ninguna manera se detienen. Desde la gastronomía a los idiomas, desde la literatura hasta los ambientes sociales, el mundo vive una sincronía que ningún capricho puede limitar. Es mucho mejor atender las dinámicas contemporáneas, que conservar posturas idas.



javierolivaposada@gmail.com

@JOPso