/ domingo 10 de enero de 2021

La democracia bajo acoso

Por Javier Oliva Posada


Para empezar, espero que tengamos un saludable 2021, en medio de la expansión de una epidemia, que ha puesto en contraste nuestras capacidades y limitaciones como sociedad, individuos e instituciones. Este año que recién inicia, promete al igual que el anterior, opciones de superación y consolidación de metas que implican compromisos que fundamentan el desarrollo de cada país. Sin duda, el estado de ánimo, será por mucho, el principal recurso. Por eso, feliz año nuevo. A procesar los retos producidos por la epidemia y la crisis económica.

Las escenas y noticias procedentes de Washington, a propósito de los actos vandálicos y el intento de rebelión por parte de unos centenares de manifestantes afines al futuro ex presidente Donald Trump, dejaron en claro, que no obstante de la historia, tradiciones, leyes, instituciones y prácticas cívicas, ninguna sociedad está exenta de los radicalismos, que por esencia son irracionales. En tanto no aceptan ni reconocen puntos de vista diferentes y menos aún, contrarios, sean raciales, religiosos, ideológicos de cualquier tipo, terminan por trastocar de manera violenta el entorno, sin importar las consecuencias.

Los recursos ilegales y retóricos del todavía mandatario estadounidense, le han costado la posibilidad de ser aspirante a la candidatura del Partido Republicano en 2024. Incluso su más cercano compañero político, como lo es el Vicepresidente Pence, le dejó solo en la insólita aventura de torpedear la estabilidad de la principal potencia mundial. Incluyendo desde luego a los dirigentes legislativos de las dos Cámaras del Congreso, Donald Trump, en unas cuantas horas, dinamitó la formidable base electoral que obtuvo en los comicios de noviembre pasado, para colocarse sin duda alguna, como el peor mandatario en la historia de su país.

Desde la catastrófica gestión, pasando por la puesta en práctica de un anacronismo aislacionista, la gestión del todavía Presidente, pasará a la historia como el gobierno que potenció para mal, el radicalismo racista de una sociedad de por sí, marcada por prácticas de marginación y falta de oportunidades enormes segmentos sociales. No hay duda, por otra parte de que los rasgos heredados de una economía que concentra la riqueza y cierra las opciones de desarrollo a los segmentos semiurbanos y rurales, fueron el sedimento y ambiente propicio para reivindicar Estados Unidos grandes otra vez.

Aunque faltan unos cuantos días para el cambio de poderes, el 20 de este mes, ya se han dado pasos consistentes, sobre todo, responsables, para retomar la vida institucional del país. Como se sabe, el cuestionamiento del proceso electoral, aludiendo fraude sin ninguna prueba, con revelaciones a propósito de conversaciones del Presidente Trump con funcionarios estatales, pidiendo que desconocieran la voluntad de la ciudadanía, amén de una histórica carta o artículo firmado por todos los ex Jefes del Departamento de Defensa, señalando la imposibilidad de usar a las Fuerzas Armadas a favor de un declarado golpe de Estado, implicaron un decisivo proceso que conducirá ante los tribunales a Trump una vez que deje la Casa Blanca.


javierolivaposada@gmail.com

@JOPso



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Para empezar, espero que tengamos un saludable 2021, en medio de la expansión de una epidemia, que ha puesto en contraste nuestras capacidades y limitaciones como sociedad, individuos e instituciones. Este año que recién inicia, promete al igual que el anterior, opciones de superación y consolidación de metas que implican compromisos que fundamentan el desarrollo de cada país. Sin duda, el estado de ánimo, será por mucho, el principal recurso. Por eso, feliz año nuevo. A procesar los retos producidos por la epidemia y la crisis económica.

Las escenas y noticias procedentes de Washington, a propósito de los actos vandálicos y el intento de rebelión por parte de unos centenares de manifestantes afines al futuro ex presidente Donald Trump, dejaron en claro, que no obstante de la historia, tradiciones, leyes, instituciones y prácticas cívicas, ninguna sociedad está exenta de los radicalismos, que por esencia son irracionales. En tanto no aceptan ni reconocen puntos de vista diferentes y menos aún, contrarios, sean raciales, religiosos, ideológicos de cualquier tipo, terminan por trastocar de manera violenta el entorno, sin importar las consecuencias.

Los recursos ilegales y retóricos del todavía mandatario estadounidense, le han costado la posibilidad de ser aspirante a la candidatura del Partido Republicano en 2024. Incluso su más cercano compañero político, como lo es el Vicepresidente Pence, le dejó solo en la insólita aventura de torpedear la estabilidad de la principal potencia mundial. Incluyendo desde luego a los dirigentes legislativos de las dos Cámaras del Congreso, Donald Trump, en unas cuantas horas, dinamitó la formidable base electoral que obtuvo en los comicios de noviembre pasado, para colocarse sin duda alguna, como el peor mandatario en la historia de su país.

Desde la catastrófica gestión, pasando por la puesta en práctica de un anacronismo aislacionista, la gestión del todavía Presidente, pasará a la historia como el gobierno que potenció para mal, el radicalismo racista de una sociedad de por sí, marcada por prácticas de marginación y falta de oportunidades enormes segmentos sociales. No hay duda, por otra parte de que los rasgos heredados de una economía que concentra la riqueza y cierra las opciones de desarrollo a los segmentos semiurbanos y rurales, fueron el sedimento y ambiente propicio para reivindicar Estados Unidos grandes otra vez.

Aunque faltan unos cuantos días para el cambio de poderes, el 20 de este mes, ya se han dado pasos consistentes, sobre todo, responsables, para retomar la vida institucional del país. Como se sabe, el cuestionamiento del proceso electoral, aludiendo fraude sin ninguna prueba, con revelaciones a propósito de conversaciones del Presidente Trump con funcionarios estatales, pidiendo que desconocieran la voluntad de la ciudadanía, amén de una histórica carta o artículo firmado por todos los ex Jefes del Departamento de Defensa, señalando la imposibilidad de usar a las Fuerzas Armadas a favor de un declarado golpe de Estado, implicaron un decisivo proceso que conducirá ante los tribunales a Trump una vez que deje la Casa Blanca.


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