/ viernes 4 de mayo de 2018

La disolución-derrota de ETA

El anuncio de la autodisolución de la organización terrorista, de ninguna forma debe leerse como una decisión propia de sus integrantes, ni mucho menos, la asunción de un compromiso por la democracia española. Cuando el 20 de octubre de 2011, mediante una aparición y comunicado públicos, la dirigencia de la organización terrorista anunciaba el fin de la etapa armada, al mismo tiempo, se reconocía dentro y fuera de España, el temple y el valor de la sociedad en general. Sea desde los colectivos del País Vasco, uno de ellos encabezado por el filosofo Fernando Savater, o bien desde la sistemática y paciente labor de los agentes y actores políticos, la victoria de la democracia, las leyes y la continuidad en las acciones desde los distintos gobiernos, alcanzaban una primera y definitiva victoria.

En 1973, el 20 de diciembre, la Euskadi Ta Akatazuna, daba un espectacular golpe a la prolongada y sanguinaria dictadura franquista, al liquidar mediante un atentado dinamitero al que estaba perfilado como sucesor del Francisco Franco. Luis Carrera Blanco era el Jefe de Gobierno, quien se preparaba en la línea de mando para darle continuidad a las líneas principales del proyecto franquista. A la muerte del autodenominado “caudillo de España”, en 20 de diciembre de 1975, comenzó un tan complejo como admirable proceso de transición a la democracia, hasta convertirse en ejemplo, referencia y caso de estudios en todo en el mundo.

No había analista en el mundo, que supusiera que la ETA continuaría una lucha en donde sin piedad, asesinaría niños, mujeres, ancianos, jóvenes sin mediar más que la exaltación a la violencia, una vez instalada la democracia en el país. Y en efecto, han sido las familias y amigos de las víctimas quienes han llevado a cuestas una penosa labor de mantener vigente a través de las décadas, además del recuerdo del innecesario sacrificio de sus seres queridos, recordar que en las condiciones de propias de la democracia, la violencia es una diabólica ficción, pues con base a la voluntad de ciudadanos y autoridades, no tienen ninguna posibilidad de triunfo.

Expresiones como kale borroka (trifulca callejera) o la creación de una red de cafés y bares, en donde se animaba abiertamente a ingresar a las filas de la ETA, fueron variables que poco a poco fueron desmanteladas. La derrota de la ETA, se da en un medio de una paradoja, representada por el insistente proceso de separación de Cataluña. Dos expresiones muy distintas, aunque con el mismo fin. Son muchas las lecciones que se pueden extraer del proceso de pacificación en el País Vasco –integrado por cinco provincias, tres en España y dos en Francia, pero sin duda una de las principales, es la articulación de las autoridades para que sin importar quién gobierne o qué partido político este en el poder, es posible alcanzar a imponer el Estado de derecho. Contando desde luego, con la colaboración y coordinación internacionales.

javierolivaposada@gmail.com

@JOPso

El anuncio de la autodisolución de la organización terrorista, de ninguna forma debe leerse como una decisión propia de sus integrantes, ni mucho menos, la asunción de un compromiso por la democracia española. Cuando el 20 de octubre de 2011, mediante una aparición y comunicado públicos, la dirigencia de la organización terrorista anunciaba el fin de la etapa armada, al mismo tiempo, se reconocía dentro y fuera de España, el temple y el valor de la sociedad en general. Sea desde los colectivos del País Vasco, uno de ellos encabezado por el filosofo Fernando Savater, o bien desde la sistemática y paciente labor de los agentes y actores políticos, la victoria de la democracia, las leyes y la continuidad en las acciones desde los distintos gobiernos, alcanzaban una primera y definitiva victoria.

En 1973, el 20 de diciembre, la Euskadi Ta Akatazuna, daba un espectacular golpe a la prolongada y sanguinaria dictadura franquista, al liquidar mediante un atentado dinamitero al que estaba perfilado como sucesor del Francisco Franco. Luis Carrera Blanco era el Jefe de Gobierno, quien se preparaba en la línea de mando para darle continuidad a las líneas principales del proyecto franquista. A la muerte del autodenominado “caudillo de España”, en 20 de diciembre de 1975, comenzó un tan complejo como admirable proceso de transición a la democracia, hasta convertirse en ejemplo, referencia y caso de estudios en todo en el mundo.

No había analista en el mundo, que supusiera que la ETA continuaría una lucha en donde sin piedad, asesinaría niños, mujeres, ancianos, jóvenes sin mediar más que la exaltación a la violencia, una vez instalada la democracia en el país. Y en efecto, han sido las familias y amigos de las víctimas quienes han llevado a cuestas una penosa labor de mantener vigente a través de las décadas, además del recuerdo del innecesario sacrificio de sus seres queridos, recordar que en las condiciones de propias de la democracia, la violencia es una diabólica ficción, pues con base a la voluntad de ciudadanos y autoridades, no tienen ninguna posibilidad de triunfo.

Expresiones como kale borroka (trifulca callejera) o la creación de una red de cafés y bares, en donde se animaba abiertamente a ingresar a las filas de la ETA, fueron variables que poco a poco fueron desmanteladas. La derrota de la ETA, se da en un medio de una paradoja, representada por el insistente proceso de separación de Cataluña. Dos expresiones muy distintas, aunque con el mismo fin. Son muchas las lecciones que se pueden extraer del proceso de pacificación en el País Vasco –integrado por cinco provincias, tres en España y dos en Francia, pero sin duda una de las principales, es la articulación de las autoridades para que sin importar quién gobierne o qué partido político este en el poder, es posible alcanzar a imponer el Estado de derecho. Contando desde luego, con la colaboración y coordinación internacionales.

javierolivaposada@gmail.com

@JOPso