“Las ideologías nos separan,
los sueños y la angustia nos unen”.
Eugene Ionesco
Del 25 al 28 de abril, el Consejo de Europa fue escenario de la reunión parlamentaria de primavera 2022, en condiciones mucho más favorables para la sanidad, pero mucho más adversas ante la profundización del conflicto desatado el 24 de febrero pasado ante el inicio de agresiones rusas en territorio ucraniano.
A pesar de los evidentes y profundos esfuerzos de mediación y búsqueda de solución pacífica al conflicto, expresados en diversos momentos del encuentro parlamentario y en los hechos presentados como evidencia; las decisiones del presidente de los Estados Unidos tensaron el proceso, pues el gobierno de Vladimir Putin ha reaccionado con igual contundencia a la exhibida por Joe Biden.
Las últimas horas de este fin de abril ensombrecen la incipiente primavera que empezó a brotar en esta ciudad, Estrasburgo, amante de las flores y la paz.
Durante esta semana hemos escuchado testimonios de legisladores ucranianos que imploran y exigen apoyos tácticos para su país, en tanto que muchos de sus contrapartes europeos dirigen sus esfuerzos a recuperar la paz en la región a través de presiones o de acciones de alta diplomacia que, ante la visión sajona del conflicto, deben reorientar esos esfuerzos y frenar el incremento de hostilidades.
Muchos de los presentes han expresado su sincera y profunda preocupación por atender de mejor forma y con coordinación a los refugiados de este conflicto, así como prever los recursos y fondos que se requerirán para la reconstrucción de los sitios devastados por la violencia bélica.
Suecia y Finlandia, países profundamente pacifistas, han comenzado a proteger sus fronteras ante el horizonte bélico que se avizora debido a los atentados en contra de objetivos rusos en Moldavia; el gobierno y el pueblo de ese país se deslindan de dichas acciones y ponen en el radar del conflicto ruso las causas de esos condenables ataques.
Al seno del Consejo de Europa, en un proceso unánime de los 46 estados que lo integran, los legisladores acordaron endurecer las sanciones económicas en contra de la Federación Rusa, proporcionales a la gravedad de las violaciones a los derechos humanos de la población ucraniana, así como de la población rusa que ha denunciado su oposición a las acciones aplicadas en el marco de la “operación militar especial” que el gobierno de la Federación Rusa ha desplegado en territorio del Estado de Ucrania.
Las medidas adoptadas deberán acompañarse con un programa de acciones más directo que busquen la paz a través de negociaciones diplomáticas, sin perder de vista la urgencia humanitaria que viven los millones de desplazados de este conflicto en países como Polonia o Bulgaria.
Aunado a ello, en el próximo consejo de Ministros, previsto para el 20 de mayo próximo en Torino, Italia, se abordará el problema económico que implicó la expulsión de la Federación Rusa del Consejo de Europa, cuyas consecuencias han generado profundas preocupaciones al organismo, el cual requerirá de medidas complementarias para equilibrar el presupuesto financiero, ahora afectado por la separación rusa.
Para nadie pasa inadvertido que este proceso reedita los aciagos tiempos de la guerra fría del siglo pasado, en condiciones de mucha mayor interdependencia socioeconómica de la humanidad, para la que las viejas confrontaciones ideológicas de antaño resultan extremadamente dolorosas. Por ello, en línea con el pensamiento del gran dramaturgo franco-rumano Eugene Ionesco, hoy todos apuestan a que angustias y sueños por un mundo en paz sea lo que nos una y no las tragedias de una guerra motivada por el egoísmo ciego de los potentados.
