/ sábado 13 de marzo de 2021

La Moviola | Coming to sequel

En una escena de Un príncipe en Nueva York 2 (Coming to America 2, Craig Brewer, 2020), el hijo apenas reconocido del príncipe Akeen (Eddy Murphy, en pleno numerito de lucimiento), Lavelle Johnson ( Jermaine Fowier) hace una broma de las secuelas fílmicas estadounidenses. La conclusión del gag es: "sí algo es bueno, para que repetirlo". Lo anterior tiene sus matices, ya que la película original de 1988 no se encuentra entre lo mejor del director John Landis que para esa época ya había realizado The blues brothers, Three amigos e incluso An american werewolf in London. Pero la afirmación es premonición para esta segunda parte.

Por principio de cuentas, se nota y mucho, la ausencia en ritmo, tono e intención del humor de Landis, un director, subversivo de manera correcta, que sabe entender muy bien el sentido del humor estadounidense y de sus seguidores, Brewer, se pone a disposición de Murphy para que este sin ningún pudor de rienda suelta a su habilidad –a veces- expresiva. El resultado es un filme compuesto de gags y anécdota mínima.

Algún encanto había en el humor ochentero que esta película se esfuerza en copiar pero no sale avante. Una sucesión de chistes –algunos simpáticos- no construyen un largometraje. No puede faltar el sentido de cierta corrección política en el tema de fondo, pero después de ver a buena parte de la compañía actoral sin contención, la sinopsis es lo de menos, pero bueno ahí va.

Akeen, ya convertido en rey de Zamunda, debe encontrar un heredero varón luego de la muerte de su padre el rey Jafe (James Earl Jones), ya que por tradición no puede suceder en el poder del reino una mujer. Todo esto, lo ven con cierta indiferencia y resignación las hijas de Akken, en especial Oma (Bella Murphy) y la reina Lisa (Shari Hadley), quien de plano ha cambiado mucho y no se atreve a contradecir al ahora monarca.

Pero las cosas están de suerte ya que el rey tiene un hijo no reconocido, según le informa su asistente Semmi (Arsenio Hall, sacado de su exilio) en Nueva York. Todo queda como anillo al dedo ya que el General Izzi (Wesley Snipes) bananero dictador del reino vecino, quiere boda con su hija para firmar la paz. Lo demás es lo de menos. En este punto, la comedia se instala en una suerte de fallida Rey Ralph (David S. Ward, 1991) pero dirigida a un público que le apuesta al entretenimiento del chiste fácil y la escatología que tanto gusta a Murphy.

Por supuesto, Murphy y Hall se instalan en sus ya clásicos capulinazos, algunos son simpáticos, pero no quitan que sea un filme, que se puede ver por Amazon, de la mayor intrascendencia fílmica. Alguna magia había en el humor ochentero que se extraña, tal vez éramos más inocentes o quizá esta es solo una mala secuela.


twitter: @lamoviola


En una escena de Un príncipe en Nueva York 2 (Coming to America 2, Craig Brewer, 2020), el hijo apenas reconocido del príncipe Akeen (Eddy Murphy, en pleno numerito de lucimiento), Lavelle Johnson ( Jermaine Fowier) hace una broma de las secuelas fílmicas estadounidenses. La conclusión del gag es: "sí algo es bueno, para que repetirlo". Lo anterior tiene sus matices, ya que la película original de 1988 no se encuentra entre lo mejor del director John Landis que para esa época ya había realizado The blues brothers, Three amigos e incluso An american werewolf in London. Pero la afirmación es premonición para esta segunda parte.

Por principio de cuentas, se nota y mucho, la ausencia en ritmo, tono e intención del humor de Landis, un director, subversivo de manera correcta, que sabe entender muy bien el sentido del humor estadounidense y de sus seguidores, Brewer, se pone a disposición de Murphy para que este sin ningún pudor de rienda suelta a su habilidad –a veces- expresiva. El resultado es un filme compuesto de gags y anécdota mínima.

Algún encanto había en el humor ochentero que esta película se esfuerza en copiar pero no sale avante. Una sucesión de chistes –algunos simpáticos- no construyen un largometraje. No puede faltar el sentido de cierta corrección política en el tema de fondo, pero después de ver a buena parte de la compañía actoral sin contención, la sinopsis es lo de menos, pero bueno ahí va.

Akeen, ya convertido en rey de Zamunda, debe encontrar un heredero varón luego de la muerte de su padre el rey Jafe (James Earl Jones), ya que por tradición no puede suceder en el poder del reino una mujer. Todo esto, lo ven con cierta indiferencia y resignación las hijas de Akken, en especial Oma (Bella Murphy) y la reina Lisa (Shari Hadley), quien de plano ha cambiado mucho y no se atreve a contradecir al ahora monarca.

Pero las cosas están de suerte ya que el rey tiene un hijo no reconocido, según le informa su asistente Semmi (Arsenio Hall, sacado de su exilio) en Nueva York. Todo queda como anillo al dedo ya que el General Izzi (Wesley Snipes) bananero dictador del reino vecino, quiere boda con su hija para firmar la paz. Lo demás es lo de menos. En este punto, la comedia se instala en una suerte de fallida Rey Ralph (David S. Ward, 1991) pero dirigida a un público que le apuesta al entretenimiento del chiste fácil y la escatología que tanto gusta a Murphy.

Por supuesto, Murphy y Hall se instalan en sus ya clásicos capulinazos, algunos son simpáticos, pero no quitan que sea un filme, que se puede ver por Amazon, de la mayor intrascendencia fílmica. Alguna magia había en el humor ochentero que se extraña, tal vez éramos más inocentes o quizá esta es solo una mala secuela.


twitter: @lamoviola