/ sábado 27 de agosto de 2022

La moviola | ¡Nop! Lo mismo, pero va en serio

@lamoviola

El director afro estadounidense Jordan Peele, insiste y es constante: Quiere ser el nuevo enfant terrible de Hollywood, sobre todo en su carrera como director. Sigue el paso de sus antecesores que sorprendieron al mainstream, lo más duro de la industria y sobre todo halagaron porque en algunos casos dieron unos buenos billetes verdes. Por ese camino ya pasaron Tarantino, Burton y un largo etcétera, y luego se alinearon. Veamos qué sucede en este caso. El tiempo lo dirá.

Lo que sí se puede ver, es que va por buen camino para seguir la ruta de sus antecesores: ¡Nop! tuvo excelentes ingresos en taquilla al momento de su estreno en Estados Unidos el pasado julio, aunque no se puede decir que haya hecho historia. Dolaritos pues.

A pesar de lo anterior, el filme, calificado como confuso, resulta un experimento interesante del director. Incluso más comprometido y audaz que sus anteriores películas, Get Out, de 2017 y Us en 2019, que tenían propuesta y lo colocaron en la posición de un cineasta medianamente independiente, pero en ¡Nop!, se percibe la seguridad que da un reciente prestigio. El largometraje, de poco más de dos horas, es el fondo más que la forma, lo interno más que lo externo. Si se entiende esto, no resulta tan confuso.

Un par de hermanos el taciturno Otis (Daniel Kaluuya) y la empoderada, parlanchina e insulsa Em (Keke Palmer ), entrenan caballos para producciones cinematográficas. Sobre todo Otis, quien vive obsesionado con un evento extraño sucedido años atrás. Perdieron a su padre hace poco en una tragedia, por supuesto extraña. Peele mantiene su propuesta, lo es y no desde una perspectiva externa de tener protagonistas afro estadounidenses.

Los hermanos, quieren hacer negocio con el niño actor, Rick (Steven Yeun), fracasado y egocéntrico, ya en sus treinta, quien protagonizó un par de series y ahora vive del recuerdo y la parafernalia, en la venta de caballos para un espectáculo que la antigua celebridad de medio pelo tiene.

Rick, es célebre también porque el show que protagonizaba, Gordy’s Home, una especie de Roxana Banana, acabó en tragedia. La comedia también tenía como estelar a un chimpancé que un día de filmación enloquece y mata a buena parte del elenco. La antigua celebridad incluso da conferencias usando la tragedia de la cual sobrevivió. En esas andamos cuando aparece una mantis gigante con el fondo de la boca de obturador que se quiere tragar a medio elenco, incluido un mediocre y adolescente trasnochado vendedor de cámaras Angel (Brandon Perea), recién cortado por su novia, una aspirante a actriz. El cuate es metiche hasta la náusea, aparece por ahí un director de fotografía egocéntrico que ya pasó sus mejores años y anda instalado en John Wayne, Antlers (Michael Wincott).

¡Nop!, es el estallido genérico, en lo externo y en su primera mitad, resulta un western soterrado para luego descubrirse con duelo y todo, incluido un pueblo artificial solitario como escenario, es también una ciencia ficción un poco rebuscada pero efectiva, y sobre todo un homenaje al cine, cargado de referentes: los hermanos presumen ser descendientes del jinete que aparece en la vista de Muybrdge (1830-1904), uno de los padres del cine, para no entrar en detalle y mucho de los hechos se dan en torno de alguna cámara.

Pero la película, es sobre todo la propuesta del Mcguffin (confundir al espectador con un hecho que al final no tiene relevancia para que no se concentre en lo importante), como eje del relato, por contadictorio que parezca esto, uno de los ejes de mayor fuerza parece colocado de forma gratuita. Ahí una de las propuestas de Peele, aunque no podemos descartar una secuela donde las piezas se ajusten.

Pues bien, ¡Nop!, es propuesta interna y no narrativa externa. Funciona aún y a pesar de su aire snob. Tan es así que jaló en taquilla. En todo caso en medio de una convención que agobia el entretenimiento esto resulta interesante.

Véala con ganas de descubrir algo medianamente nuevo, porque ya vienen los blockbusters de comics que acaparan las pantallas y nadie hace nada.


@lamoviola

El director afro estadounidense Jordan Peele, insiste y es constante: Quiere ser el nuevo enfant terrible de Hollywood, sobre todo en su carrera como director. Sigue el paso de sus antecesores que sorprendieron al mainstream, lo más duro de la industria y sobre todo halagaron porque en algunos casos dieron unos buenos billetes verdes. Por ese camino ya pasaron Tarantino, Burton y un largo etcétera, y luego se alinearon. Veamos qué sucede en este caso. El tiempo lo dirá.

Lo que sí se puede ver, es que va por buen camino para seguir la ruta de sus antecesores: ¡Nop! tuvo excelentes ingresos en taquilla al momento de su estreno en Estados Unidos el pasado julio, aunque no se puede decir que haya hecho historia. Dolaritos pues.

A pesar de lo anterior, el filme, calificado como confuso, resulta un experimento interesante del director. Incluso más comprometido y audaz que sus anteriores películas, Get Out, de 2017 y Us en 2019, que tenían propuesta y lo colocaron en la posición de un cineasta medianamente independiente, pero en ¡Nop!, se percibe la seguridad que da un reciente prestigio. El largometraje, de poco más de dos horas, es el fondo más que la forma, lo interno más que lo externo. Si se entiende esto, no resulta tan confuso.

Un par de hermanos el taciturno Otis (Daniel Kaluuya) y la empoderada, parlanchina e insulsa Em (Keke Palmer ), entrenan caballos para producciones cinematográficas. Sobre todo Otis, quien vive obsesionado con un evento extraño sucedido años atrás. Perdieron a su padre hace poco en una tragedia, por supuesto extraña. Peele mantiene su propuesta, lo es y no desde una perspectiva externa de tener protagonistas afro estadounidenses.

Los hermanos, quieren hacer negocio con el niño actor, Rick (Steven Yeun), fracasado y egocéntrico, ya en sus treinta, quien protagonizó un par de series y ahora vive del recuerdo y la parafernalia, en la venta de caballos para un espectáculo que la antigua celebridad de medio pelo tiene.

Rick, es célebre también porque el show que protagonizaba, Gordy’s Home, una especie de Roxana Banana, acabó en tragedia. La comedia también tenía como estelar a un chimpancé que un día de filmación enloquece y mata a buena parte del elenco. La antigua celebridad incluso da conferencias usando la tragedia de la cual sobrevivió. En esas andamos cuando aparece una mantis gigante con el fondo de la boca de obturador que se quiere tragar a medio elenco, incluido un mediocre y adolescente trasnochado vendedor de cámaras Angel (Brandon Perea), recién cortado por su novia, una aspirante a actriz. El cuate es metiche hasta la náusea, aparece por ahí un director de fotografía egocéntrico que ya pasó sus mejores años y anda instalado en John Wayne, Antlers (Michael Wincott).

¡Nop!, es el estallido genérico, en lo externo y en su primera mitad, resulta un western soterrado para luego descubrirse con duelo y todo, incluido un pueblo artificial solitario como escenario, es también una ciencia ficción un poco rebuscada pero efectiva, y sobre todo un homenaje al cine, cargado de referentes: los hermanos presumen ser descendientes del jinete que aparece en la vista de Muybrdge (1830-1904), uno de los padres del cine, para no entrar en detalle y mucho de los hechos se dan en torno de alguna cámara.

Pero la película, es sobre todo la propuesta del Mcguffin (confundir al espectador con un hecho que al final no tiene relevancia para que no se concentre en lo importante), como eje del relato, por contadictorio que parezca esto, uno de los ejes de mayor fuerza parece colocado de forma gratuita. Ahí una de las propuestas de Peele, aunque no podemos descartar una secuela donde las piezas se ajusten.

Pues bien, ¡Nop!, es propuesta interna y no narrativa externa. Funciona aún y a pesar de su aire snob. Tan es así que jaló en taquilla. En todo caso en medio de una convención que agobia el entretenimiento esto resulta interesante.

Véala con ganas de descubrir algo medianamente nuevo, porque ya vienen los blockbusters de comics que acaparan las pantallas y nadie hace nada.