/ viernes 24 de mayo de 2019

Lecciones de la contingencia ambiental

Por las razones que hayan sido, la contingencia ambiental terminó por rebasarnos a todos: gobiernos y ciudadanos. Las altas concentraciones de partículas contaminantes registradas en los últimos días, particularmente en la CdMx, no sólo pusieron en el centro de la atención pública un problema que tarde o temprano haría crisis; también, nos hicieron ver que, si no actuamos ya, las consecuencias serán mayores.

Desde mi punto de vista, la primera lección radica en el rol que debe cumplir la educación. Ciertamente, la educación representa la herramienta más idónea para hacer frente a la pobreza; sin embargo, más allá de lo anterior, la educación debe asumirse como parte medular de una estrategia nacional para impulsar y fortalecer el cuidado del medio ambiente. Desde la escuela y en todos los niveles educativos, tenemos que sentar las bases para construir una cultura para la preservación de nuestros recursos naturales y la biodiversidad, empezando por el aire que respiramos.

Como consecuencia de lo anterior, el tema ambiental debe ser declarado como una prioridad nacional, una cuestión de Estado, en donde la participación y esfuerzos de gobiernos y todos los sectores de la sociedad estén alienados hacia el cumplimiento de un solo objetivo: contar con un ambiente limpio y sano.

Si bien los problemas relacionados con la violencia y la inseguridad representan la principal preocupación de los mexicanos, considero que ahora debemos sumar el de la contaminación ambiental, que provoca la muerte silenciosa de miles de seres humanos, aproximadamente 25 mil pérdidas de vidas al año en nuestro país, de acuerdo con los datos de la Organización Mundial de la Salud a 2018.

Para ilustrar la escasa atención que se le otorga al medio ambiente, es conveniente precisar que hace unas semanas, el presidente López Obrador presentó el Plan Nacional de Desarrollo 2019-2024, en el apartado denominado “Desarrollo Sostenible” se expresa el compromiso de “garantizar un futuro mínimamente habitable y armónico”; sin embargo, al revisar los programas específicos, más allá de la intención de sembrar “árboles frutícolas y maderables”, lo cierto es que no existe ninguno en particular para hacer frente al tema de la contaminación ambiental y protección de la biodiversidad.

Al momento de escribir estas líneas, la Jefa de Gobierno de la CdMx estará dando a conocer un conjunto de medidas para contingencias ambientales, estaremos atentos a las mismas, esperando que éstas subsanen aquellos programas que, después de casi 30 años, se volvieron obsoletos e inoperantes. Sin embargo, hay que señalar que las nuevas acciones serán aplicables exclusivamente a la llamada “Megalópolis”, conformada también por las entidades de Hidalgo, Puebla, Estado de México y Tlaxcala. Para el resto del país no hay nada, hasta ahora.

Mientras tanto, debemos tener presente la advertencia hecha por el “Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático” de la ONU: se agota el plazo, el planeta tiene hasta el año 2030 para detener un cambio climático catastrófico.

Esto significa que, en 11 años, debemos alcanzar lo que se dejó hacer en décadas.

Presidente de la Academia Mexicana de Educación

Por las razones que hayan sido, la contingencia ambiental terminó por rebasarnos a todos: gobiernos y ciudadanos. Las altas concentraciones de partículas contaminantes registradas en los últimos días, particularmente en la CdMx, no sólo pusieron en el centro de la atención pública un problema que tarde o temprano haría crisis; también, nos hicieron ver que, si no actuamos ya, las consecuencias serán mayores.

Desde mi punto de vista, la primera lección radica en el rol que debe cumplir la educación. Ciertamente, la educación representa la herramienta más idónea para hacer frente a la pobreza; sin embargo, más allá de lo anterior, la educación debe asumirse como parte medular de una estrategia nacional para impulsar y fortalecer el cuidado del medio ambiente. Desde la escuela y en todos los niveles educativos, tenemos que sentar las bases para construir una cultura para la preservación de nuestros recursos naturales y la biodiversidad, empezando por el aire que respiramos.

Como consecuencia de lo anterior, el tema ambiental debe ser declarado como una prioridad nacional, una cuestión de Estado, en donde la participación y esfuerzos de gobiernos y todos los sectores de la sociedad estén alienados hacia el cumplimiento de un solo objetivo: contar con un ambiente limpio y sano.

Si bien los problemas relacionados con la violencia y la inseguridad representan la principal preocupación de los mexicanos, considero que ahora debemos sumar el de la contaminación ambiental, que provoca la muerte silenciosa de miles de seres humanos, aproximadamente 25 mil pérdidas de vidas al año en nuestro país, de acuerdo con los datos de la Organización Mundial de la Salud a 2018.

Para ilustrar la escasa atención que se le otorga al medio ambiente, es conveniente precisar que hace unas semanas, el presidente López Obrador presentó el Plan Nacional de Desarrollo 2019-2024, en el apartado denominado “Desarrollo Sostenible” se expresa el compromiso de “garantizar un futuro mínimamente habitable y armónico”; sin embargo, al revisar los programas específicos, más allá de la intención de sembrar “árboles frutícolas y maderables”, lo cierto es que no existe ninguno en particular para hacer frente al tema de la contaminación ambiental y protección de la biodiversidad.

Al momento de escribir estas líneas, la Jefa de Gobierno de la CdMx estará dando a conocer un conjunto de medidas para contingencias ambientales, estaremos atentos a las mismas, esperando que éstas subsanen aquellos programas que, después de casi 30 años, se volvieron obsoletos e inoperantes. Sin embargo, hay que señalar que las nuevas acciones serán aplicables exclusivamente a la llamada “Megalópolis”, conformada también por las entidades de Hidalgo, Puebla, Estado de México y Tlaxcala. Para el resto del país no hay nada, hasta ahora.

Mientras tanto, debemos tener presente la advertencia hecha por el “Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático” de la ONU: se agota el plazo, el planeta tiene hasta el año 2030 para detener un cambio climático catastrófico.

Esto significa que, en 11 años, debemos alcanzar lo que se dejó hacer en décadas.

Presidente de la Academia Mexicana de Educación