/ miércoles 28 de junio de 2023

México-Jordania: el discreto encanto de la diplomacia 

Por Nydia Egremy

El nuevo orden internacional se caracteriza por estados que caminan hacia la paz y seguridad bajo la sombrilla multipolar. Es la apuesta que hace 48 años hicieron dos países, separados por 12, 548 kilómetros: México y Jordania; uno latinoamericano y otro árabe, que ha demostrado ser exitosa por su coincidencia política en foros globales y regionales.

El pasado y presente de esos actores, ha definido su rol clave en la seguridad de sus respectivas regiones. Para México, con 3,175 kilómetros de frontera con Estados Unidos, la superpotencia militar mundial y puente con América Latina y el Caribe, es prioritario ese ámbito para su seguridad nacional.

Jordania, al otro lado del planeta, situado en una estratégica posición en la complejidad política de Medio Oriente: con Siria al norte, Arabia Saudita y el estratégico Mar Rojo al sur, Irak al este e Israel y la Cisjordania palestina al oeste. Y por tanto, ese reino despliega una asertiva diplomacia.

¡Todo un rompecabezas geopolítico-diplomático caracteriza a ambas naciones! De ahí el creciente interés por conocerse, reconocerse, comunicarse y compartir experiencias, que se formalizó en 1975, en un contexto internacional inédito: en plena Guerra Fría y al final de la devastadora guerra en Vietnam, donde Estados Unidos se retiraba por primera vez de una guerra.

Ese año llegaba a África, Asia y Oceanía la ola libertaria de las excolonias y en Europa, la monarquía parlamentaria dejaba atrás la dictadura por el deceso de Francisco Franco y en Reino Unido, Margaret Thatcher dirigía el Partido Conservador.

Había vientos propicios para la paz. Por primera vez se acoplaban en el espacio la nave soviética Soyuz XIX con la estadunidense Apolo CSM-111 y reunían a sus tripulaciones, por lo que en Los Pinos de México y el Palacio Basman de Amán, también se alentaba el diálogo más de cercano.

Ese año se descubrían ricos yacimientos de crudo en Campeche y crecía el perfil de México como potencia energética, aunque por temor a represalias de Estados Unidos, rechazó ingresar a la Organización de Países Exportadores de Petróleo cuando el petróleo subía de precio 600 por ciento dos años después del embargo petrolero árabe a Occidente.

En Medio Oriente, se reabría el Canal de Suez tras la Guerra de los Seis días e Irán e Irak establecían su frontera común con los Acuerdos de Argel. A la vez, el reino hachemita de Jordania se proyectaba ante Occidente como actor de equilibrio.

En su libro La Diplomacia, el hoy centenario Henry Kissinger explica que los imperios no tienen interés en operar en un sistema internacional; aspiran a ser ellos el sistema internacional. Sin embargo, México y Jordania, tal como América Latina y Medio Oriente han constatado, construyen juntos un binomio interesante para trabajar en el naciente orden mundial, donde esas pretensiones hegemónicas ya no se sostienen.

Las históricas coincidencias entre ambos gobiernos en este siglo XXI consideran la redefinición de democracia que se expresa en el nuevo tablero geopolítico global. Conviene destacar la visión del monarca jordano Abdullah II al respecto, que en su mensaje al Primer Ministro Ali Abu Alragheb, del 9 de julio de 2000 manifestó:

“La democracia quedaría incompleta si no se apoyara en el pluralismo político. Por ello apoyamos la formación de partidos políticos nacionales y la afiliación de la gente a los mismos”, según cita la especialista Dina Habjouqa Hanqeer.

Esa eficaz y multidiversa relación, debe oxigenarse con una diplomacia mexicana con visión de futuro, que vuelva su mirada hacia un amigo y socio en ese Medio Oriente estratégico para el nuevo orden multipolar.

A casi cinco décadas de iniciada la formal relación bilateral, el Excmo. Sr. Embajador del Reino Hachemita de Jordania, Adli Qasem Alkhaledi, hace un balance de la misma al describirla como: “Gran promesa de amistad duradera, donde la buena voluntad entre ambos pueblos se ha arraigado en intercambios de un amplio abanico de áreas”.

De ahí que hoy esa conmemoración de 48 años de vínculos formales siga el lema: Construyendo un futuro para nuestro centenario. Con el objetivo de impulsar esa concordancia más allá del hito del 50 aniversario.

Es notoria la confianza entre ambas naciones, cuya asociación trasatlántica se sostiene en el potencial para contribuir a la paz y prosperidad mundiales, con la ventaja de que ambos Estados comparten intereses políticos, económicos y estratégicos con valores y tradiciones comunes en la actual coyuntura global.

De ahí que para México y Jordania se abren campos de cooperación en seguridad, tecnología – cibernética y espacio exterior –, el incremento de nexos económicos hacia flujos de capital, movilidad de trabajadores y cooperación multilateral para proporcionar bienes públicos globales.

“Creo firmemente que esas mentes jóvenes e iluminadas de nuestros países serán base de una amistad más fuerte en el futuro.” De ahí que cada vez más jordanos aprenden castellano y mexicanos que aprenden árabe; la comprensión mutua se expresa en el intercambio académico de literatura, cine, música y deporte confía el embajador Qasem Alkhaledi.

Y comparte este mensaje: “Quisiera concluir extendiendo con esta ocasión mis más sinceras felicitaciones y mejores deseos al pueblo de México para este año 2023 tan especial. Espero que resulte memorable para nuestros países y pueblos”.

Por Nydia Egremy

El nuevo orden internacional se caracteriza por estados que caminan hacia la paz y seguridad bajo la sombrilla multipolar. Es la apuesta que hace 48 años hicieron dos países, separados por 12, 548 kilómetros: México y Jordania; uno latinoamericano y otro árabe, que ha demostrado ser exitosa por su coincidencia política en foros globales y regionales.

El pasado y presente de esos actores, ha definido su rol clave en la seguridad de sus respectivas regiones. Para México, con 3,175 kilómetros de frontera con Estados Unidos, la superpotencia militar mundial y puente con América Latina y el Caribe, es prioritario ese ámbito para su seguridad nacional.

Jordania, al otro lado del planeta, situado en una estratégica posición en la complejidad política de Medio Oriente: con Siria al norte, Arabia Saudita y el estratégico Mar Rojo al sur, Irak al este e Israel y la Cisjordania palestina al oeste. Y por tanto, ese reino despliega una asertiva diplomacia.

¡Todo un rompecabezas geopolítico-diplomático caracteriza a ambas naciones! De ahí el creciente interés por conocerse, reconocerse, comunicarse y compartir experiencias, que se formalizó en 1975, en un contexto internacional inédito: en plena Guerra Fría y al final de la devastadora guerra en Vietnam, donde Estados Unidos se retiraba por primera vez de una guerra.

Ese año llegaba a África, Asia y Oceanía la ola libertaria de las excolonias y en Europa, la monarquía parlamentaria dejaba atrás la dictadura por el deceso de Francisco Franco y en Reino Unido, Margaret Thatcher dirigía el Partido Conservador.

Había vientos propicios para la paz. Por primera vez se acoplaban en el espacio la nave soviética Soyuz XIX con la estadunidense Apolo CSM-111 y reunían a sus tripulaciones, por lo que en Los Pinos de México y el Palacio Basman de Amán, también se alentaba el diálogo más de cercano.

Ese año se descubrían ricos yacimientos de crudo en Campeche y crecía el perfil de México como potencia energética, aunque por temor a represalias de Estados Unidos, rechazó ingresar a la Organización de Países Exportadores de Petróleo cuando el petróleo subía de precio 600 por ciento dos años después del embargo petrolero árabe a Occidente.

En Medio Oriente, se reabría el Canal de Suez tras la Guerra de los Seis días e Irán e Irak establecían su frontera común con los Acuerdos de Argel. A la vez, el reino hachemita de Jordania se proyectaba ante Occidente como actor de equilibrio.

En su libro La Diplomacia, el hoy centenario Henry Kissinger explica que los imperios no tienen interés en operar en un sistema internacional; aspiran a ser ellos el sistema internacional. Sin embargo, México y Jordania, tal como América Latina y Medio Oriente han constatado, construyen juntos un binomio interesante para trabajar en el naciente orden mundial, donde esas pretensiones hegemónicas ya no se sostienen.

Las históricas coincidencias entre ambos gobiernos en este siglo XXI consideran la redefinición de democracia que se expresa en el nuevo tablero geopolítico global. Conviene destacar la visión del monarca jordano Abdullah II al respecto, que en su mensaje al Primer Ministro Ali Abu Alragheb, del 9 de julio de 2000 manifestó:

“La democracia quedaría incompleta si no se apoyara en el pluralismo político. Por ello apoyamos la formación de partidos políticos nacionales y la afiliación de la gente a los mismos”, según cita la especialista Dina Habjouqa Hanqeer.

Esa eficaz y multidiversa relación, debe oxigenarse con una diplomacia mexicana con visión de futuro, que vuelva su mirada hacia un amigo y socio en ese Medio Oriente estratégico para el nuevo orden multipolar.

A casi cinco décadas de iniciada la formal relación bilateral, el Excmo. Sr. Embajador del Reino Hachemita de Jordania, Adli Qasem Alkhaledi, hace un balance de la misma al describirla como: “Gran promesa de amistad duradera, donde la buena voluntad entre ambos pueblos se ha arraigado en intercambios de un amplio abanico de áreas”.

De ahí que hoy esa conmemoración de 48 años de vínculos formales siga el lema: Construyendo un futuro para nuestro centenario. Con el objetivo de impulsar esa concordancia más allá del hito del 50 aniversario.

Es notoria la confianza entre ambas naciones, cuya asociación trasatlántica se sostiene en el potencial para contribuir a la paz y prosperidad mundiales, con la ventaja de que ambos Estados comparten intereses políticos, económicos y estratégicos con valores y tradiciones comunes en la actual coyuntura global.

De ahí que para México y Jordania se abren campos de cooperación en seguridad, tecnología – cibernética y espacio exterior –, el incremento de nexos económicos hacia flujos de capital, movilidad de trabajadores y cooperación multilateral para proporcionar bienes públicos globales.

“Creo firmemente que esas mentes jóvenes e iluminadas de nuestros países serán base de una amistad más fuerte en el futuro.” De ahí que cada vez más jordanos aprenden castellano y mexicanos que aprenden árabe; la comprensión mutua se expresa en el intercambio académico de literatura, cine, música y deporte confía el embajador Qasem Alkhaledi.

Y comparte este mensaje: “Quisiera concluir extendiendo con esta ocasión mis más sinceras felicitaciones y mejores deseos al pueblo de México para este año 2023 tan especial. Espero que resulte memorable para nuestros países y pueblos”.