/ domingo 29 de noviembre de 2020

Modernidad gaseosa

La adversidad es parte de la vida, y eventualmente las dificultades nos golpearán a todos; nadie estamos exentos. Dicen que no importa lo que nos pase, sino lo que hacemos con ello y cómo nos reponemos del infortunio. Este 2020 estamos atravesando una crisis, sometidos a una serie cotidiana de cambios abruptos; no sabemos cómo reaccionar del todo. Las crisis son distintas a los accidentes, en tanto que a los accidentes podemos prepararnos, pues acaecen con más frecuencia, incuso cuando son catastróficos; ante las crisis, la incertidumbre y el miedo nos paralizan; no hay protocolo para ello.

Este año se nos juntó la era de globalización acelerada con el Covid-19, entonces, el pensamiento de Zygmunt Bauman en torno a la “Modernidad líquida” se hace latente en su máximo esplendor. Los antiguos sólidos como las instituciones se desvanecen y no hay estructuras que puedan contenerlas, porque están en continuo cambio, como el agua que se escurre entre las manos. El trabajo es incierto, las relaciones personales, el gobierno, el sistema de salud, y ahora, sobre todo, la vida misma. Algunas personas son solidarias, sin embargo, permea la indiferencia y el individualismo como menciona el autor. Ahora pareciera que, del inicio del año a hoy, pasamos de la “Modernidad líquida” a una “Modernidad gaseosa” donde todo es volátil, invisible y cambia aceleradamente, más que el agua. No tuvimos que esperar veinte años para un cambio, ocurrió en semanas, es más, en días. El trabajo, las formas de comunicación, la educación y nuestras relaciones personales están cambiando a una velocidad inimaginable. Nadie puede asegurar cuánto tiempo va a durar esta crisis, pero cierto es que, aunque regresemos a una “normalidad” ya nada volverá a ser como antes. -La normalidad es la anormalidad que no es normal-. ¿Cómo construir sobre el agua? era la pregunta, ahora es, ¿cómo hacerlo en el aire? Es tiempo de hablar de resiliencia. Autores mencionan que no solo es hacer frente a las situaciones difíciles, sino de convertir los tiempos adversos en una oportunidad para el crecimiento. La resiliencia este año es laboral, digital, educativa, sanitaria, personal y comunal. En los setentas, Ken Olso de presidente de Digital Equipment dijo que no había razón de que una persona tuviera una computadora en su casa, ahora es impensable que alguien no lo tenga. Sin embargo, en una sociedad tan dividida con profundas desigualdades como la nuestra, algunos podrán ser resilientes digitalmente: pagar cuentas por el celular, ordenar alimentos en una app, hacer teletrabajo y tomar clases y exámenes en línea, pero esto es accesible sólo una parte de la sociedad. ¿Qué pasa con los adultos mayores que no tienen habilidades digitales y la única forma de hacer pagos que conocen es acudir al banco? O jóvenes en condición de pobreza que no cuentan con lo suficiente para subsistir, menos para tener internet y computadora en casa para asistir a clases. Habrá resiliencia, la cuestión es: ¿pero para quién? Y ¿cómo? Nadie imaginó este panorama, pero es lo que vivimos y ante ello, hay que encontrar maneras para avanzar juntos en un desarrollo integral. Quizá no se trata de reconstruir, sino de volver a construir con más equidad. En la vida hay reveses: a veces en el campeonato de futbol pierdes porque te meten un gol en el minuto noventa y tres, duele, pero es mejor adaptarse y encontrar nuevas formas de construir sobre un panorama incierto en una modernidad gaseosa.



Yanez_flor@hotmail.com



La adversidad es parte de la vida, y eventualmente las dificultades nos golpearán a todos; nadie estamos exentos. Dicen que no importa lo que nos pase, sino lo que hacemos con ello y cómo nos reponemos del infortunio. Este 2020 estamos atravesando una crisis, sometidos a una serie cotidiana de cambios abruptos; no sabemos cómo reaccionar del todo. Las crisis son distintas a los accidentes, en tanto que a los accidentes podemos prepararnos, pues acaecen con más frecuencia, incuso cuando son catastróficos; ante las crisis, la incertidumbre y el miedo nos paralizan; no hay protocolo para ello.

Este año se nos juntó la era de globalización acelerada con el Covid-19, entonces, el pensamiento de Zygmunt Bauman en torno a la “Modernidad líquida” se hace latente en su máximo esplendor. Los antiguos sólidos como las instituciones se desvanecen y no hay estructuras que puedan contenerlas, porque están en continuo cambio, como el agua que se escurre entre las manos. El trabajo es incierto, las relaciones personales, el gobierno, el sistema de salud, y ahora, sobre todo, la vida misma. Algunas personas son solidarias, sin embargo, permea la indiferencia y el individualismo como menciona el autor. Ahora pareciera que, del inicio del año a hoy, pasamos de la “Modernidad líquida” a una “Modernidad gaseosa” donde todo es volátil, invisible y cambia aceleradamente, más que el agua. No tuvimos que esperar veinte años para un cambio, ocurrió en semanas, es más, en días. El trabajo, las formas de comunicación, la educación y nuestras relaciones personales están cambiando a una velocidad inimaginable. Nadie puede asegurar cuánto tiempo va a durar esta crisis, pero cierto es que, aunque regresemos a una “normalidad” ya nada volverá a ser como antes. -La normalidad es la anormalidad que no es normal-. ¿Cómo construir sobre el agua? era la pregunta, ahora es, ¿cómo hacerlo en el aire? Es tiempo de hablar de resiliencia. Autores mencionan que no solo es hacer frente a las situaciones difíciles, sino de convertir los tiempos adversos en una oportunidad para el crecimiento. La resiliencia este año es laboral, digital, educativa, sanitaria, personal y comunal. En los setentas, Ken Olso de presidente de Digital Equipment dijo que no había razón de que una persona tuviera una computadora en su casa, ahora es impensable que alguien no lo tenga. Sin embargo, en una sociedad tan dividida con profundas desigualdades como la nuestra, algunos podrán ser resilientes digitalmente: pagar cuentas por el celular, ordenar alimentos en una app, hacer teletrabajo y tomar clases y exámenes en línea, pero esto es accesible sólo una parte de la sociedad. ¿Qué pasa con los adultos mayores que no tienen habilidades digitales y la única forma de hacer pagos que conocen es acudir al banco? O jóvenes en condición de pobreza que no cuentan con lo suficiente para subsistir, menos para tener internet y computadora en casa para asistir a clases. Habrá resiliencia, la cuestión es: ¿pero para quién? Y ¿cómo? Nadie imaginó este panorama, pero es lo que vivimos y ante ello, hay que encontrar maneras para avanzar juntos en un desarrollo integral. Quizá no se trata de reconstruir, sino de volver a construir con más equidad. En la vida hay reveses: a veces en el campeonato de futbol pierdes porque te meten un gol en el minuto noventa y tres, duele, pero es mejor adaptarse y encontrar nuevas formas de construir sobre un panorama incierto en una modernidad gaseosa.



Yanez_flor@hotmail.com