/ lunes 17 de septiembre de 2018

Nosotrxs | La salud: una necesidad, no un lujo

Por: Jesus González Martín

Por evidente que suene, no hay duda que cada quien tiene un cuerpo. Tampoco la hay en cuanto a la necesidad de cuidarlo para mantenerlo en buen funcionamiento. Un componente imprescindible para el bienestar y el desarrollo, sea individual o colectivo, es la salud.

De su presencia —o ausencia— dependen una serie de factores que van del rendimiento a la realización, de la productividad a la creatividad y, en última instancia, de la capacidad a la felicidad. En este sentido no resulta absurdo postular que una nación sana es una nación rica.

Conforme cada ciudadano reciba una atención completa, de la cual, dependiendo de si el caso lo amerite, surja un tratamiento eficaz, el paciente, su familia y la sociedad podrán emplear sus fuerzas o a fortalecer sus valores o en realizar sus proyectos o en mejorarse en sí y no en sobrevivir. El instrumento que permite lograr esto es la cobertura efectiva universal en salud.

Las estimaciones sobre la cobertura universal en México varían. De acuerdo con el Centro de Investigación Económica y Presupuestaria, alrededor del 90% de los mexicanos está afiliado a algún mecanismo de protección, no obstante, aproximadamente 20 millones de mexicanos no tienen acceso a ninguna institución de salud.

Resulta que a pesar de estar afiliado, los mexicanos pagan, en promedio, de su bolsillo, la mitad del costo o más, en su salud o la de sus familiares. La implicación directa de esta situación es el aumento de la pobreza, dada la insuficiencia de cobertura financiera en el sistema de salud y un servicio ineficiente.

El número de gente que cruza la línea de pobreza aumenta, pues las personas son incapaces o de trabajar por condiciones de salud o de acumular riqueza por los costos directos e indirectos. Esto resulta en una mayor desigualdad social y económica.

Por desgracia, a este panorama se añade que en el caso de algunas enfermedades, como el cáncer o la diabetes, entre otras crónicas, la detección es tardía, por lo que el tratamiento es costoso y con menor probabilidad de revertir la situación del paciente.

Por lo tanto, el sistema de salud tiene una serie de deberes en tres sentidos: el primero hace alusión a la ampliación del porcentaje de afiliación, es decir, que, en efecto, sea universal. El segundo se refiere a la extensión de los servicios en salud y al fortalecimiento de los mecanismos de protección, incluída la situación financiera de los derechohabientes. El tercero hace referencia a la calidad de la atención recibida.

¿De qué sirve un tratamiento incompleto o ir al hospital y encontrarse con insuficiencia de equipo o de personal —o de ambas—? ¿O ir a emergencias y tener que formarse? Frente a esto es inevitable preguntarse por el porvenir de un país que ve la salud como un lujo y no como una necesidad.

Nos encontraríamos en una tragedia si no hubiese una solución, Nosotrxs creremos que es posible.

@NosotrxsNX


Por: Jesus González Martín

Por evidente que suene, no hay duda que cada quien tiene un cuerpo. Tampoco la hay en cuanto a la necesidad de cuidarlo para mantenerlo en buen funcionamiento. Un componente imprescindible para el bienestar y el desarrollo, sea individual o colectivo, es la salud.

De su presencia —o ausencia— dependen una serie de factores que van del rendimiento a la realización, de la productividad a la creatividad y, en última instancia, de la capacidad a la felicidad. En este sentido no resulta absurdo postular que una nación sana es una nación rica.

Conforme cada ciudadano reciba una atención completa, de la cual, dependiendo de si el caso lo amerite, surja un tratamiento eficaz, el paciente, su familia y la sociedad podrán emplear sus fuerzas o a fortalecer sus valores o en realizar sus proyectos o en mejorarse en sí y no en sobrevivir. El instrumento que permite lograr esto es la cobertura efectiva universal en salud.

Las estimaciones sobre la cobertura universal en México varían. De acuerdo con el Centro de Investigación Económica y Presupuestaria, alrededor del 90% de los mexicanos está afiliado a algún mecanismo de protección, no obstante, aproximadamente 20 millones de mexicanos no tienen acceso a ninguna institución de salud.

Resulta que a pesar de estar afiliado, los mexicanos pagan, en promedio, de su bolsillo, la mitad del costo o más, en su salud o la de sus familiares. La implicación directa de esta situación es el aumento de la pobreza, dada la insuficiencia de cobertura financiera en el sistema de salud y un servicio ineficiente.

El número de gente que cruza la línea de pobreza aumenta, pues las personas son incapaces o de trabajar por condiciones de salud o de acumular riqueza por los costos directos e indirectos. Esto resulta en una mayor desigualdad social y económica.

Por desgracia, a este panorama se añade que en el caso de algunas enfermedades, como el cáncer o la diabetes, entre otras crónicas, la detección es tardía, por lo que el tratamiento es costoso y con menor probabilidad de revertir la situación del paciente.

Por lo tanto, el sistema de salud tiene una serie de deberes en tres sentidos: el primero hace alusión a la ampliación del porcentaje de afiliación, es decir, que, en efecto, sea universal. El segundo se refiere a la extensión de los servicios en salud y al fortalecimiento de los mecanismos de protección, incluída la situación financiera de los derechohabientes. El tercero hace referencia a la calidad de la atención recibida.

¿De qué sirve un tratamiento incompleto o ir al hospital y encontrarse con insuficiencia de equipo o de personal —o de ambas—? ¿O ir a emergencias y tener que formarse? Frente a esto es inevitable preguntarse por el porvenir de un país que ve la salud como un lujo y no como una necesidad.

Nos encontraríamos en una tragedia si no hubiese una solución, Nosotrxs creremos que es posible.

@NosotrxsNX