/ domingo 11 de febrero de 2018

Precampañas. Una evaluación

Solange Márquez

 

 

Dos meses, 67 millones de pesos, tres coaliciones, tres candidatos.

 

Dos meses.

Mañana terminan las precampañas. Millones y millones de spots nos inundaron, desde “ya sabes quién” hasta “insulting and unacceptable”. Millones de spots publicitarios, un sinfín de recursos gastados en redes sociales, discursos y eventos públicos llenos o desangelados. Las precampañas nos llevaron a amanecer con los spots en los noticieros matutinos, verlos durante el día aparecer en nuestras redes sociales o escucharlos en el radio atrapados en el tráfico.

 

Dos meses que empiezan a dar muestra de lo que serán las campañas cuando inicien “oficialmente”. Campañas de mucho desprestigio al adversario, poca disponibilidad para el debate y nula capacidad de autocrítica en los tres casos.

 

Tres coaliciones, tres partidos

Las precampañas 2017-2018 a la Presidencia de la República mostraron a tres candidatos que son vistos de manera negativa por una gran cantidad de ciudadanos, aún miembros de sus propios partidos políticos.

 

AMLO se mantuvo como el puntero, seguido, aún de lejos por Ricardo Anaya y en tercer lugar, sin remontar ni convencer, José Antonio Meade. Las encuestas a estas alturas del proceso electoral son interesantes porque han ido perfilando no el interés ciudadano por una elección que aún se antoja lejana, sino más bien el apoyo que desde el voto duro podría obtener cada uno.

 

En otras palabras, los resultados mostrados por diversas encuestadoras en la última semana antes de culminar ese periodo del calendario electoral, están aún muy lejos de ser indicativos confiables de lo que sucederá en México el próximo primero de julio.

 

La peor parte es el despilfarro en procesos absolutamente innecesarios. Un presupuesto repartido principalmente entre las tres grandes coaliciones que disputarán la Presidencia de México este 2018. Para que hicieran precampaña aún cuando no hubiese otros candidatos a vencer dentro del propio partido. ¿Cómo justificar una precampaña que supuestamente busca lograr el apoyo dentro de sus partidos o coaliciones para así convertirse en su candidatos cuando no se compite contra nadie más?

 

En las tres grandes coaliciones, tres sendos “pre-candidatos” serán ungidos después del 11 de febrero como candidatos. Como si eso fuera una sorpresa para alguien. Pre-candidatos únicos cuyos spots justificaban su existencia aduciendo ir dirigidos sólo a la militancia del partido o partidos correspondientes, esperando que los ciudadanos sin partido nos tapáramos los oídos pues esos mensajes no eran para nosotros.

 

Esto por supuesto representa un reto, modificar la Ley actual para evitar que los precandidatos únicos puedan burlar la ley y hacer actos anticipados de campaña bajo el pretexto de una supuesta competencia interna.

 

El segundo reto será para el elector, pues las distancias ideológicas que existían antes entre partidos políticos se han roto con las coaliciones creadas para 2018: PAN-PRD y MC que postulan a Anaya son al mismo tiempo una derecha que promueve los derechos de la agenda LGBTI y los derechos sexuales y reproductivos y por otro lado los rechaza ¿por quién puede votar un elector frente a una selección así?

 

MORENA-PT-PES son una alianza que lo mismo defiende a regímenes supuestamente comunistas como el de Corea del Norte que postula una agenda neoconservadora anti-abortista, anti-derechos de las minorías y pro-eclesiástica.

 

PRI-PVEM-PANAL que postulan a José Antonio Meade, lo mismo han apoyado que enviado maestros a la cárcel. Lo mismo promueven una agenda pro-combustibles fósiles que una supuesta agenda verde.

La del 2018 será una elección polarizada, ausente de propuestas y con mucha polarización. Como resultado, quizá veamos votantes más renuentes a apoyar partidos políticos e incluso a querer acudir a las urnas.

 

 

Solange Márquez

 

 

Dos meses, 67 millones de pesos, tres coaliciones, tres candidatos.

 

Dos meses.

Mañana terminan las precampañas. Millones y millones de spots nos inundaron, desde “ya sabes quién” hasta “insulting and unacceptable”. Millones de spots publicitarios, un sinfín de recursos gastados en redes sociales, discursos y eventos públicos llenos o desangelados. Las precampañas nos llevaron a amanecer con los spots en los noticieros matutinos, verlos durante el día aparecer en nuestras redes sociales o escucharlos en el radio atrapados en el tráfico.

 

Dos meses que empiezan a dar muestra de lo que serán las campañas cuando inicien “oficialmente”. Campañas de mucho desprestigio al adversario, poca disponibilidad para el debate y nula capacidad de autocrítica en los tres casos.

 

Tres coaliciones, tres partidos

Las precampañas 2017-2018 a la Presidencia de la República mostraron a tres candidatos que son vistos de manera negativa por una gran cantidad de ciudadanos, aún miembros de sus propios partidos políticos.

 

AMLO se mantuvo como el puntero, seguido, aún de lejos por Ricardo Anaya y en tercer lugar, sin remontar ni convencer, José Antonio Meade. Las encuestas a estas alturas del proceso electoral son interesantes porque han ido perfilando no el interés ciudadano por una elección que aún se antoja lejana, sino más bien el apoyo que desde el voto duro podría obtener cada uno.

 

En otras palabras, los resultados mostrados por diversas encuestadoras en la última semana antes de culminar ese periodo del calendario electoral, están aún muy lejos de ser indicativos confiables de lo que sucederá en México el próximo primero de julio.

 

La peor parte es el despilfarro en procesos absolutamente innecesarios. Un presupuesto repartido principalmente entre las tres grandes coaliciones que disputarán la Presidencia de México este 2018. Para que hicieran precampaña aún cuando no hubiese otros candidatos a vencer dentro del propio partido. ¿Cómo justificar una precampaña que supuestamente busca lograr el apoyo dentro de sus partidos o coaliciones para así convertirse en su candidatos cuando no se compite contra nadie más?

 

En las tres grandes coaliciones, tres sendos “pre-candidatos” serán ungidos después del 11 de febrero como candidatos. Como si eso fuera una sorpresa para alguien. Pre-candidatos únicos cuyos spots justificaban su existencia aduciendo ir dirigidos sólo a la militancia del partido o partidos correspondientes, esperando que los ciudadanos sin partido nos tapáramos los oídos pues esos mensajes no eran para nosotros.

 

Esto por supuesto representa un reto, modificar la Ley actual para evitar que los precandidatos únicos puedan burlar la ley y hacer actos anticipados de campaña bajo el pretexto de una supuesta competencia interna.

 

El segundo reto será para el elector, pues las distancias ideológicas que existían antes entre partidos políticos se han roto con las coaliciones creadas para 2018: PAN-PRD y MC que postulan a Anaya son al mismo tiempo una derecha que promueve los derechos de la agenda LGBTI y los derechos sexuales y reproductivos y por otro lado los rechaza ¿por quién puede votar un elector frente a una selección así?

 

MORENA-PT-PES son una alianza que lo mismo defiende a regímenes supuestamente comunistas como el de Corea del Norte que postula una agenda neoconservadora anti-abortista, anti-derechos de las minorías y pro-eclesiástica.

 

PRI-PVEM-PANAL que postulan a José Antonio Meade, lo mismo han apoyado que enviado maestros a la cárcel. Lo mismo promueven una agenda pro-combustibles fósiles que una supuesta agenda verde.

La del 2018 será una elección polarizada, ausente de propuestas y con mucha polarización. Como resultado, quizá veamos votantes más renuentes a apoyar partidos políticos e incluso a querer acudir a las urnas.