Es la institución que por sí sola produce la mayor y mejor investigación del país, la que prepara anualmente a miles de jóvenes desde el bachillerato hasta el posgrado, la que preserva y difunde nuestros valores culturales, la que presta numerosos servicios a la Nación y aquella que ha sido y seguirá siendo el motor de la permeabilidad social del país. Es también la institución educativa más transparente, que rinde cuentas clara y oportunamente.
Sí, es la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Su líder nato es el Rector Enrique Graue Wiechers, médico de profesión que desde hace cuatro años ha conducido los destinos universitarios, dando cabida a la pluralidad, a la divergencia, pero sobre todo al consenso basado en la razón.
Y qué mayor consenso puede concitar el Rector de la UNAM que la propia defensa de la Universidad como una institución autónoma, que se autoconstruye y que elige a sus propias autoridades a través de los mecanismos por ella diseñados.
Este consenso y apoyo al Rector Graue por parte de la comunidad en favor de la UNAM ha quedado de manifiesto en diversos momentos y de diversas formas; el más contundente ha tenido lugar en la Facultad de Derecho, durante el cuarto informe de actividades de su director Raúl Contreras, cuando fue posible palpar el respaldo, empatía y solidaridad que estudiantes, docentes, trabajadores y directivos ofrecieron al Rector Graue ante la embestida de la que son objeto las instalaciones universitarias.
Respaldo que se vio multiplicado ante una propuesta errática que buscaba reformar por la puerta trasera la Ley Orgánica de la UNAM, intento que fue rechazado de inmediato por la UNAM, los abogados de la Facultad de Derecho, los egresados y por los propios legisladores, quienes expresaron su desacuerdo con lo planteado.
El Rector Manuel Gómez Morín alguna vez expresó que “La Universidad tiene y quiere un fin muy claro y muy definido, ese sí exclusivo y único. Es un fin de servicio a la comunidad. Está ligada con las más limpias y más elevadas aspiraciones de íntegro mejoramiento humano. Jamás podrá alzarse en contra de ese fin, porque él es la sustancia misma del trabajo universitario y sin él la Universidad no tiene razón alguna de existir… Pero precisamente para cumplir ese fin exclusivo, la Universidad está en el deber de conservarse como un campo libre, abierto a la discusión, condicionado solamente por la objetividad y la honestidad de los que trabajen en ella”. Por su parte, el Rector Javier Barros Sierra señaló que “La autonomía no nos ha sido otorgada por la nación de una vez y para siempre, sino para que la merezcamos y respondamos de su ejercicio día con día”.
No hay duda que la UNAM ha sabido responder a la generosidad de la Nación mexicana. Pero todavía puede hacer mucho más y para lograrlo debe respetarse su autonomía.
Por tal razón, la comunidad universitaria ha expresado su respaldo a nuestro Líder Nato, sabedores que no estamos defendiendo a un hombre o un interés particular, sino a una institución que nos ha formado y que estamos convencidos es la piedra angular para que México avance y alcance mayores y mejores estadios de desarrollo.
Hoy más que nunca ¡Por mi Raza hablará el espíritu!
@jlcamachov