/ viernes 10 de julio de 2020

Se necesita mucho más

Tras el encuentro con Trump en Washington, AMLO no salió crucificado como algunos auguraban, pero tampoco cortó oreja y rabo como sus seguidores afirman. Hasta el momento salió bien librado en público, aunque todavía habrá que escudriñar que fue lo que se dijo en privado en los temas delicados como drogas, migración y energía.


Después de varios días de tensión en los que no se sabía que actitud tomaría Donald Trump, la reunión transcurrió con discursos cordiales de ambos lados. Que bueno que así fue, López Obrador en Estados Unidos nos representa a todos. Aunque a muchos no nos guste el rumbo actual del país, un tropiezo suyo en la relación bilateral, en estos momentos sería muy delicado frente a las múltiples crisis que vivimos.


Trump subrayó: “la relación entre México y Estados Unidos jamás había sido tan estrecha y “hemos sido electos para luchar contra la corrupción y regresarle el poder a nuestros. Por su parte, el presidente mexicano subrayó la importancia de la entrada en vigor del T-MEC. Dejó un buen sabor de boca su comentario sobre nuestros paisanos migrantes, como “una comunidad de gente buena y trabajadora, que vino a ganarse la vida de manera honrada”..


Sin embargo, al analizar el fondo de la reunión, se sobre sobre enfatizó el “simbolismo” de la relación entre las dos personas, pero no se mencionó nunca la forma en que esta buena relación personal, se traduciría en una relación institucional que trascienda la coyuntura. Basar la buena relación de México con Estados Unidos a partir de que tan bien se llevan sus dos presidentes es limitado y peca de miopía; es caer en la trampa de la hiper-centralización y la adoración a las individualidades.


Hay muchas preguntas que no tuvieron respuesta hasta el momento, para tener una justa evaluación de la gira, a manera de ejemplo:


En materia comercial; ¿de qué manera la mayor integración regional en América del Norte, es un compromiso geoestratégico para desplazar a China de las cadenas de producción estadounidenses? En materia migratoria; ¿cómo se atenderá el problema de tráfico de personas -por cierto- el tema realmente trascendente de muchas decisiones tomadas por la administración Trump?


En materia de seguridad; ¿cómo se innovará de manera conjunta en el combate al tráfico de armas, drogas y flujos de dinero, especialmente ahora que los cárteles mexicanos han incrementado sus acciones violentas? En materia energética; ¿cómo se garantizará que posibles inversiones en este rubro no sean detenidas por las burocracias mexicanas representadas por Rocío Nahle y Manuel Bartlett?


Aunque la presencia de AMLO podría ser utilizada a favor de la campaña presidencial de Trump, editando frases como “el gran presidente Republicano, Abraham Lincoln, impulsor de la abolición de la esclavitud” para enfocarla al voto afroamericano e hispano, en el fondo, el encuentro debería ser mucho más que camaradería presidencial y utilitarismo político.


Aprovechar el simbolismo y la adoración personal ha sido posible gracias a la nueva dinámica de comunicación directa con las bases de mandatarios como los que se reunieron en Washington, pero no alcanzan para sustentar una relación compleja, dinámica y con necesidad de evolucionar como la de ambas naciones.


La #SociedadHorizontal que crece día con día, necesita mucho más que símbolos, exige transparencia en los acuerdos pero sobre todo, respuestas claras para poder participar y tomar decisiones. Recordemos que las soluciones las construimos todos.

Tras el encuentro con Trump en Washington, AMLO no salió crucificado como algunos auguraban, pero tampoco cortó oreja y rabo como sus seguidores afirman. Hasta el momento salió bien librado en público, aunque todavía habrá que escudriñar que fue lo que se dijo en privado en los temas delicados como drogas, migración y energía.


Después de varios días de tensión en los que no se sabía que actitud tomaría Donald Trump, la reunión transcurrió con discursos cordiales de ambos lados. Que bueno que así fue, López Obrador en Estados Unidos nos representa a todos. Aunque a muchos no nos guste el rumbo actual del país, un tropiezo suyo en la relación bilateral, en estos momentos sería muy delicado frente a las múltiples crisis que vivimos.


Trump subrayó: “la relación entre México y Estados Unidos jamás había sido tan estrecha y “hemos sido electos para luchar contra la corrupción y regresarle el poder a nuestros. Por su parte, el presidente mexicano subrayó la importancia de la entrada en vigor del T-MEC. Dejó un buen sabor de boca su comentario sobre nuestros paisanos migrantes, como “una comunidad de gente buena y trabajadora, que vino a ganarse la vida de manera honrada”..


Sin embargo, al analizar el fondo de la reunión, se sobre sobre enfatizó el “simbolismo” de la relación entre las dos personas, pero no se mencionó nunca la forma en que esta buena relación personal, se traduciría en una relación institucional que trascienda la coyuntura. Basar la buena relación de México con Estados Unidos a partir de que tan bien se llevan sus dos presidentes es limitado y peca de miopía; es caer en la trampa de la hiper-centralización y la adoración a las individualidades.


Hay muchas preguntas que no tuvieron respuesta hasta el momento, para tener una justa evaluación de la gira, a manera de ejemplo:


En materia comercial; ¿de qué manera la mayor integración regional en América del Norte, es un compromiso geoestratégico para desplazar a China de las cadenas de producción estadounidenses? En materia migratoria; ¿cómo se atenderá el problema de tráfico de personas -por cierto- el tema realmente trascendente de muchas decisiones tomadas por la administración Trump?


En materia de seguridad; ¿cómo se innovará de manera conjunta en el combate al tráfico de armas, drogas y flujos de dinero, especialmente ahora que los cárteles mexicanos han incrementado sus acciones violentas? En materia energética; ¿cómo se garantizará que posibles inversiones en este rubro no sean detenidas por las burocracias mexicanas representadas por Rocío Nahle y Manuel Bartlett?


Aunque la presencia de AMLO podría ser utilizada a favor de la campaña presidencial de Trump, editando frases como “el gran presidente Republicano, Abraham Lincoln, impulsor de la abolición de la esclavitud” para enfocarla al voto afroamericano e hispano, en el fondo, el encuentro debería ser mucho más que camaradería presidencial y utilitarismo político.


Aprovechar el simbolismo y la adoración personal ha sido posible gracias a la nueva dinámica de comunicación directa con las bases de mandatarios como los que se reunieron en Washington, pero no alcanzan para sustentar una relación compleja, dinámica y con necesidad de evolucionar como la de ambas naciones.


La #SociedadHorizontal que crece día con día, necesita mucho más que símbolos, exige transparencia en los acuerdos pero sobre todo, respuestas claras para poder participar y tomar decisiones. Recordemos que las soluciones las construimos todos.