/ martes 5 de junio de 2018

Surrealismo parlamentario

PRIMERO, UN EMOCIONADO RECUERDO DE DON MARIO VÁZQUEZ RAÑA QUE PASADO MAÑANA CUMPLIRÍA 86 AÑOS. El reciente cambio de gobierno en España ha generado en México algunos comentarios positivos que reflejan un profundo desconocimiento de la realidad española y del sistema parlamentario en general. Un aspecto considerado loable se refiere a lo que parece ser una sanción al gobierno derribado con motivo de una investigación que reveló la culpabilidad del Partido Popular liderado por Mariano Rajoy, y de varios de sus dirigentes involucrados en la obtención de recursos ilegales. Lo cierto es que si bien el sistema judicial condenó a quienes participaron en esa ilicitud, también lo es que la caída de Rajoy no constituyó una sanción jurídica por la corrupción detectada, sino el aprovechamiento de las circunstancias políticas por los partidos adversarios al gobierno, los cuales constituyeron una nueva mayoría parlamentaria que no es producto de una elección democrática sino de negociaciones para que un partido distinto al gobernante asuma el poder sin pasar por el proceso electoral.

Es curioso que se aprecie como un triunfo democrático lo que realmente significa el escamoteo de la decisión política al pueblo español, al cual ahora gobernará Pedro Sánchez del PSOE, que en las urnas tuvo poco menos del 23% de los votos. El sistema parlamentario, considerado por algunos una posible opción para México, en realidad oculta vicios que lo hacen poco democrático. El acuerdo alcanzado en España entre distintos partidos —algunos de ínfima presencia electoral como el Nacionalista Vasco o los independentistas de Cataluña— y el PSOE, ha tenido la finalidad de evitar la realización de nuevas elecciones; de manera que sin que la gente se haya manifestado en las urnas, en 72 horas observó como los arreglos políticos entre partidos minoritarios dieron por resultado el traslado de la presidencia del gobierno español de Mariano Rajoy a Pedro Sánchez sin que haya siquiera habido un juicio contra Mariano Rajoy por el que se le hubiera impuesto una sanción jurídica.

El sistema parlamentario, cuando existe diversidad de fuerzas políticas que por arreglos cupulares se distribuyen los puestos de gobierno, no necesariamente asegura ni la gobernabilidad ni la democracia y en el la práctica refuerza la partidocracia, de modo que si lo que se pretende es evitar el crecimiento desbordado del poder de las directivas partidistas, el último sistema al que debe recurrirse es justamente al parlamentario. La proliferación de fuerzas políticas aunada a la representación proporcional propicia la inestabilidad gubernamental en vez de la gobernabilidad y otorga un poder excesivo a partidos que reciben escasa votación tal cual sucede en este momento en España, ya que el PSOE se alió con agrupaciones de tendencia secesionista como las de vascos y catalanes los cuales pugnan con el sentimiento mayoritario del pueblo español. Difícilmente podría afirmarse que el acrecentamiento del poder de estas formaciones menores constituye un triunfo democrático y resulta francamente surrealista —como lo han apuntado algunos comentaristas y políticos españoles— que eludir la consulta al pueblo para que defina su gobierno, constituya una característica propia de una democracia.

Es verdad que Rajoy estaba gobernando con solo el apoyo de la tercera parte de los electores, pero en un sistema presidencial como el nuestro queda claro que quien obtiene una mayoría, así sea relativa, adquiere el derecho a gobernar por un plazo determinado sin que pueda alterarse la decisión tomada originalmente por una mayoría ciudadana a efecto de que quien tuvo una cantidad muy inferior de votos pueda hacerse con la presidencia.

En Italia la situación no es menos surrealista. El Movimiento 5 Estrellas (M5S) que originalmente había rechazado toda posibilidad de coaligarse después de alcanzar la mayoría relativa en marzo pasado, finalmente lo hizo con la Liga Norte que es una organización ultraderechista, separatista y furibundamente antiinmigrante. Tal alianza parece una abominación. El M5S había rechazado totalmente a la Liga a cuyo líder se atribuye haber dicho alguna vez “Vesubio, lávalos con fuego” aludiendo a la exclusión total de los sureños italianos a los cuales ve como inferiores, pero a fin de cuentas el interés tiene pies y pese a que, por ejemplo, el M5S cuenta con la simpatía de la LGBT, decidió ponerse de acuerdo con la Liga que colocó en el Ministerio de Familia a un absoluto antiabortista y homófobo que lo primero que declaró fue: “No existen las familias gay”.

Resulta increíble que un partido populista como el 5 Estrellas, que considera fundamental la voluntad del pueblo y que debe acudirse a él en todos los casos, haya decidido no ir nuevamente a las urnas para que ese pueblo definiera quién habría de gobernar, todo por el temor de que la elección futura fuera ganada precisamente por la Liga.

eduardoandrade1948@gmail.com

PRIMERO, UN EMOCIONADO RECUERDO DE DON MARIO VÁZQUEZ RAÑA QUE PASADO MAÑANA CUMPLIRÍA 86 AÑOS. El reciente cambio de gobierno en España ha generado en México algunos comentarios positivos que reflejan un profundo desconocimiento de la realidad española y del sistema parlamentario en general. Un aspecto considerado loable se refiere a lo que parece ser una sanción al gobierno derribado con motivo de una investigación que reveló la culpabilidad del Partido Popular liderado por Mariano Rajoy, y de varios de sus dirigentes involucrados en la obtención de recursos ilegales. Lo cierto es que si bien el sistema judicial condenó a quienes participaron en esa ilicitud, también lo es que la caída de Rajoy no constituyó una sanción jurídica por la corrupción detectada, sino el aprovechamiento de las circunstancias políticas por los partidos adversarios al gobierno, los cuales constituyeron una nueva mayoría parlamentaria que no es producto de una elección democrática sino de negociaciones para que un partido distinto al gobernante asuma el poder sin pasar por el proceso electoral.

Es curioso que se aprecie como un triunfo democrático lo que realmente significa el escamoteo de la decisión política al pueblo español, al cual ahora gobernará Pedro Sánchez del PSOE, que en las urnas tuvo poco menos del 23% de los votos. El sistema parlamentario, considerado por algunos una posible opción para México, en realidad oculta vicios que lo hacen poco democrático. El acuerdo alcanzado en España entre distintos partidos —algunos de ínfima presencia electoral como el Nacionalista Vasco o los independentistas de Cataluña— y el PSOE, ha tenido la finalidad de evitar la realización de nuevas elecciones; de manera que sin que la gente se haya manifestado en las urnas, en 72 horas observó como los arreglos políticos entre partidos minoritarios dieron por resultado el traslado de la presidencia del gobierno español de Mariano Rajoy a Pedro Sánchez sin que haya siquiera habido un juicio contra Mariano Rajoy por el que se le hubiera impuesto una sanción jurídica.

El sistema parlamentario, cuando existe diversidad de fuerzas políticas que por arreglos cupulares se distribuyen los puestos de gobierno, no necesariamente asegura ni la gobernabilidad ni la democracia y en el la práctica refuerza la partidocracia, de modo que si lo que se pretende es evitar el crecimiento desbordado del poder de las directivas partidistas, el último sistema al que debe recurrirse es justamente al parlamentario. La proliferación de fuerzas políticas aunada a la representación proporcional propicia la inestabilidad gubernamental en vez de la gobernabilidad y otorga un poder excesivo a partidos que reciben escasa votación tal cual sucede en este momento en España, ya que el PSOE se alió con agrupaciones de tendencia secesionista como las de vascos y catalanes los cuales pugnan con el sentimiento mayoritario del pueblo español. Difícilmente podría afirmarse que el acrecentamiento del poder de estas formaciones menores constituye un triunfo democrático y resulta francamente surrealista —como lo han apuntado algunos comentaristas y políticos españoles— que eludir la consulta al pueblo para que defina su gobierno, constituya una característica propia de una democracia.

Es verdad que Rajoy estaba gobernando con solo el apoyo de la tercera parte de los electores, pero en un sistema presidencial como el nuestro queda claro que quien obtiene una mayoría, así sea relativa, adquiere el derecho a gobernar por un plazo determinado sin que pueda alterarse la decisión tomada originalmente por una mayoría ciudadana a efecto de que quien tuvo una cantidad muy inferior de votos pueda hacerse con la presidencia.

En Italia la situación no es menos surrealista. El Movimiento 5 Estrellas (M5S) que originalmente había rechazado toda posibilidad de coaligarse después de alcanzar la mayoría relativa en marzo pasado, finalmente lo hizo con la Liga Norte que es una organización ultraderechista, separatista y furibundamente antiinmigrante. Tal alianza parece una abominación. El M5S había rechazado totalmente a la Liga a cuyo líder se atribuye haber dicho alguna vez “Vesubio, lávalos con fuego” aludiendo a la exclusión total de los sureños italianos a los cuales ve como inferiores, pero a fin de cuentas el interés tiene pies y pese a que, por ejemplo, el M5S cuenta con la simpatía de la LGBT, decidió ponerse de acuerdo con la Liga que colocó en el Ministerio de Familia a un absoluto antiabortista y homófobo que lo primero que declaró fue: “No existen las familias gay”.

Resulta increíble que un partido populista como el 5 Estrellas, que considera fundamental la voluntad del pueblo y que debe acudirse a él en todos los casos, haya decidido no ir nuevamente a las urnas para que ese pueblo definiera quién habría de gobernar, todo por el temor de que la elección futura fuera ganada precisamente por la Liga.

eduardoandrade1948@gmail.com