/ martes 2 de abril de 2019

Trump, en retroceso

Trump es una clase peculiar de dirigente. Cuando las cosas no salen como él quiere, cuando los resultados no son como los planeó y como prometió, siempre sabe qué hacer exactamente: culpar a alguien más. En efecto, ahora está aseverando que estaríamos teniendo un formidable auge económico, un crecimiento del tres por ciento, si la Reserva Federal no hubiera aumentado las tasas de interés.

Bueno, aquí es donde hay que tener dos ideas en la cabeza al mismo tiempo. ¿Se equivocó la Reserva Federal al aumentar las tasas? Tal vez sí. ¿Esto justifica el fracaso del recorte fiscal de Trump? No.

Evidentemente, la Reserva Federal estaba demasiado optimista acerca de las perspectivas de la economía, como lo ha estado consistentemente durante la última década. Vale la pena observar que a lo largo de todo ese periodo los críticos conservadores de la Reserva Federal —los mismos que ahora apoyan a Trump— atacaron a esta institución por mantener las tasas de interés demasiado bajas, no demasiado altas.

Sin embargo, ahora es evidente que fue prematuro el intento por normalizar la política monetaria. Sin embargo, los aumentos prematuros de las tasas no son la razón por la que está fracasando el recorte fiscal de Trump. ¿Cómo lo sabemos? Debido a que todos esos alardes acerca de por qué el recorte fiscal obraría milagros se basaban en un argumento específico sobre lo que está frenando la economía estadounidense. Y ese argumento estaba totalmente equivocado, y lo sigue estando.

La teoría de Trump —la cual, lamento decir, fue apoyada por los economistas conservadores que deberían de haber estado mejor enterados— fue que había muchísimo dinero fuera de Estados Unidos que las empresas traerían e invertirían de manera productiva si se les proporcionaba el incentivo de pagar tasas fiscales más bajas. Pero todo ese dinero era una ficción contable. Y el recorte fiscal no les dio a las empresas incentivos para construir nuevas fábricas ni nada. Todo lo que hizo fue inducirlas a cambiar sus estrategias de evasión de impuestos.

Cuando Trump bajó las tasas fiscales, algunas empresas “trajeron dinero al país”. Sin embargo, esto prácticamente no tuvo ninguna trascendencia económica. Así es como funciona: Apple de Irlanda transfiere algunos de sus activos a Apple de Estados Unidos. Oficialmente, Apple de Irlanda ha reducido su gasto en inversión, mientras paga un dividendo a los inversionistas de Estados Unidos. En realidad, Apple como entidad tiene las mismas ganancias totales y los mismos activos totales que antes. No ha dedicado ni un sólo centavo más a compras de equipo, investigación y desarrollo, ni ninguna otra cosa para sus operaciones en Estados Unidos.

Entonces, no es sorprendente que nunca se haya materializado el auge de inversiones que prometieron los economistas de Trump. Las empresas no usaron sus descuentos fiscales para invertir más, los emplearon principalmente para recomprar sus acciones. Esto a su vez puso más dinero en las manos de los inversionistas, quienes dieron a la economía un impulso transitorio, pese a que en 2018 en general, una de las cosas que más impulsaron el crecimiento más rápido, aunque no lo crean, fue un gasto gubernamental más alto.

Trump es una clase peculiar de dirigente. Cuando las cosas no salen como él quiere, cuando los resultados no son como los planeó y como prometió, siempre sabe qué hacer exactamente: culpar a alguien más. En efecto, ahora está aseverando que estaríamos teniendo un formidable auge económico, un crecimiento del tres por ciento, si la Reserva Federal no hubiera aumentado las tasas de interés.

Bueno, aquí es donde hay que tener dos ideas en la cabeza al mismo tiempo. ¿Se equivocó la Reserva Federal al aumentar las tasas? Tal vez sí. ¿Esto justifica el fracaso del recorte fiscal de Trump? No.

Evidentemente, la Reserva Federal estaba demasiado optimista acerca de las perspectivas de la economía, como lo ha estado consistentemente durante la última década. Vale la pena observar que a lo largo de todo ese periodo los críticos conservadores de la Reserva Federal —los mismos que ahora apoyan a Trump— atacaron a esta institución por mantener las tasas de interés demasiado bajas, no demasiado altas.

Sin embargo, ahora es evidente que fue prematuro el intento por normalizar la política monetaria. Sin embargo, los aumentos prematuros de las tasas no son la razón por la que está fracasando el recorte fiscal de Trump. ¿Cómo lo sabemos? Debido a que todos esos alardes acerca de por qué el recorte fiscal obraría milagros se basaban en un argumento específico sobre lo que está frenando la economía estadounidense. Y ese argumento estaba totalmente equivocado, y lo sigue estando.

La teoría de Trump —la cual, lamento decir, fue apoyada por los economistas conservadores que deberían de haber estado mejor enterados— fue que había muchísimo dinero fuera de Estados Unidos que las empresas traerían e invertirían de manera productiva si se les proporcionaba el incentivo de pagar tasas fiscales más bajas. Pero todo ese dinero era una ficción contable. Y el recorte fiscal no les dio a las empresas incentivos para construir nuevas fábricas ni nada. Todo lo que hizo fue inducirlas a cambiar sus estrategias de evasión de impuestos.

Cuando Trump bajó las tasas fiscales, algunas empresas “trajeron dinero al país”. Sin embargo, esto prácticamente no tuvo ninguna trascendencia económica. Así es como funciona: Apple de Irlanda transfiere algunos de sus activos a Apple de Estados Unidos. Oficialmente, Apple de Irlanda ha reducido su gasto en inversión, mientras paga un dividendo a los inversionistas de Estados Unidos. En realidad, Apple como entidad tiene las mismas ganancias totales y los mismos activos totales que antes. No ha dedicado ni un sólo centavo más a compras de equipo, investigación y desarrollo, ni ninguna otra cosa para sus operaciones en Estados Unidos.

Entonces, no es sorprendente que nunca se haya materializado el auge de inversiones que prometieron los economistas de Trump. Las empresas no usaron sus descuentos fiscales para invertir más, los emplearon principalmente para recomprar sus acciones. Esto a su vez puso más dinero en las manos de los inversionistas, quienes dieron a la economía un impulso transitorio, pese a que en 2018 en general, una de las cosas que más impulsaron el crecimiento más rápido, aunque no lo crean, fue un gasto gubernamental más alto.