/ domingo 11 de noviembre de 2018

Trump: la derrota que no fue

Hace unos días se llevaron a cabo las elecciones legislativas en los Estados Unidos. En el caso del Senado, los republicanos aumentaron el número de senadores (51), mientras que los demócratas lograron 45 posiciones. En la Cámara de Representantes, después de ocho años, los demócratas pusieron fin a una hegemonía republicana. Es de destacar que el Congreso estará integrado por el mayor número de mujeres que se haya tenido en su historia y con mayor diversidad.

Muchos supusieron que los resultados de estas elecciones serían el gran revés para Trump, la realidad es que no, el resultado fue el esperado en la mayoría de los cargos en competencia.

Hay que recordar que el Senado se elige por tres terceras partes; la tercera parte que se definió en las elecciones de hace unos días estaba básicamente conformada por escaños demócratas. Por el otro lado,Trump pierde la correlación de fuerzas favorables que tenía en la cámara baja para alcanzar una clara minoría. Esto significa que es previsible la inmovilidad del legislativo norteamericano con una mayoría republicana en el Senado y una mayoría demócrata en la cámara baja.

La lectura para México no es alentadora, finalmente un sector muy importante del electorado norteamericano sigue apoyando la agenda conservadora y xenofóbica de Donal Trump, mientras que a otro sector simplemente le cae mal. Los demócratas no han podido articular un liderazgo o estrategia que permita hacer frente al Presidente. La apuesta por un estado de ánimo adverso a Trump no cambiará el rumbo del gobierno.

Trump va hacia la reelección, no hay duda, lo hará con su agenda, la cual es previsible que se radicalice hacia una ruta de mayor complicación, frente a los demócratas confundidos, que no han podido aprovechar las condiciones para un reposicionamiento.

Un error de análisis y cálculo político sería suponer que la agenda demócrata sería favorable para México, probablemente tendría formas más elegantes y un estilo de menor confrontación. Sin embargo, no podríamos suponer que el daño que ha hecho Trump a través de una política de odio, pueda modificarse por un cambio de partido.

Mientras en Estados Unidos se realiza la elección del Congreso, en China se llevó a cabo la exposición económica más grande de los últimos tiempos, la cual implica que China abre su economía a las exportaciones de todo el mundo. El punto es que no podemos centrar la agenda nacional sólo en los hechos políticos de Estados Unidos, cuando hay sucesos como éste que requieren la atención de la opinión pública mexicana.

Hace unos días se llevaron a cabo las elecciones legislativas en los Estados Unidos. En el caso del Senado, los republicanos aumentaron el número de senadores (51), mientras que los demócratas lograron 45 posiciones. En la Cámara de Representantes, después de ocho años, los demócratas pusieron fin a una hegemonía republicana. Es de destacar que el Congreso estará integrado por el mayor número de mujeres que se haya tenido en su historia y con mayor diversidad.

Muchos supusieron que los resultados de estas elecciones serían el gran revés para Trump, la realidad es que no, el resultado fue el esperado en la mayoría de los cargos en competencia.

Hay que recordar que el Senado se elige por tres terceras partes; la tercera parte que se definió en las elecciones de hace unos días estaba básicamente conformada por escaños demócratas. Por el otro lado,Trump pierde la correlación de fuerzas favorables que tenía en la cámara baja para alcanzar una clara minoría. Esto significa que es previsible la inmovilidad del legislativo norteamericano con una mayoría republicana en el Senado y una mayoría demócrata en la cámara baja.

La lectura para México no es alentadora, finalmente un sector muy importante del electorado norteamericano sigue apoyando la agenda conservadora y xenofóbica de Donal Trump, mientras que a otro sector simplemente le cae mal. Los demócratas no han podido articular un liderazgo o estrategia que permita hacer frente al Presidente. La apuesta por un estado de ánimo adverso a Trump no cambiará el rumbo del gobierno.

Trump va hacia la reelección, no hay duda, lo hará con su agenda, la cual es previsible que se radicalice hacia una ruta de mayor complicación, frente a los demócratas confundidos, que no han podido aprovechar las condiciones para un reposicionamiento.

Un error de análisis y cálculo político sería suponer que la agenda demócrata sería favorable para México, probablemente tendría formas más elegantes y un estilo de menor confrontación. Sin embargo, no podríamos suponer que el daño que ha hecho Trump a través de una política de odio, pueda modificarse por un cambio de partido.

Mientras en Estados Unidos se realiza la elección del Congreso, en China se llevó a cabo la exposición económica más grande de los últimos tiempos, la cual implica que China abre su economía a las exportaciones de todo el mundo. El punto es que no podemos centrar la agenda nacional sólo en los hechos políticos de Estados Unidos, cuando hay sucesos como éste que requieren la atención de la opinión pública mexicana.