/ jueves 7 de septiembre de 2023

Cambio de año base y tendencias

Por Ricardo Gallegos

Durante la semana pasada se reportaron dos hechos importantes: por un lado, el cambio de año base de 2013 a 2018 para el cálculo de las cuentas nacionales; por otro, la información económica relacionada al IGAE, el crecimiento del PIB al segundo trimestre y el ajuste de perspectivas por parte del Banco Central. Estos dos factores arrojan información importante acerca de las referencias en torno a la economía y las perspectivas, que particularmente son relevantes en el contexto de la presentación del paquete económico para 2024, el último año de la administración.

En relación con el cambio de año base, este usualmente se ajusta alrededor de cada 5 años. En México, el último año base que estábamos utilizando era 2013 cambiándose a 2018. Lo anterior es una práctica común alrededor del mundo y busca reflejar, de una mejor manera, cómo está cambiando la economía y su estructura interna, proveyendo así de información valiosa acerca de su evolución estructura y peso.

Particularmente, después de un fenómeno como la pandemia, el cambio de base revela el mismo sentido de los movimientos económicos, pero un poco más acentuado; por ejemplo, la caída en 2020 del PIB es ahora de -8.8% versus el -8.2% con la base previa. En 2021, la recuperación queda en +6.1% versus +4.9% previo. En 2022, también revela un mejor comportamiento con un +3.9% versus el +3% de la base 2013. Por ejemplo, a nivel sectores, destaca que la participación del sector manufacturero cobra mayor importancia y justo esto permite identificar con mayor precisión hacia dónde reforzar o reorientar las políticas públicas.

Por el lado de los indicadores económicos, se reportó el crecimiento del PIB al segundo trimestre, el cual registró un crecimiento de 0.8% trimestre versus trimestre, lo cual implica siete trimestres con una tendencia positiva, lo cual no deja de ser una buena noticia. Al interior, sigue siendo el sector secundario, y en particular la construcción, el elemento que más está aportando a este fenómeno, y que se estima tendrá un comportamiento muy similar para los últimos datos del año.

Un dato que hay que resaltar es la actualización de crecimiento del PIB del Banco Central, en la que sube su pronóstico para 2023 y 2024. Para este año calcula que el PIB llegará a un 3% (En línea con SHCP) desde un 2.3% previo y para el siguiente año estima un crecimiento de 2.1% versus un 1.6%.

En general, todos hemos ajustado nuestras expectativas de crecimiento al alza. En nuestro caso, la última actualización lo llevó al 2.7% para este año, y lo que es cierto es que la resiliencia de la economía hace tener un claro sesgo al alza que pudiera estar alcanzando el rango entre el 3 al 3.2%.

Todo lo anterior enmarca un hecho adicional más: la presentación mañana del paquete económico del 2024, en la que seguramente veremos un ajuste de la estimación de cierre de crecimiento por arriba del 3% para 2023, y se presentarán también los proyectos de presupuestos de egresos y ley de Ingresos. En lo general, se anticipa que no habrá mayores cambios en términos de tasas impositivas; es el último año de la administración y los mayores ajustes quizás vengan por el lado del gasto. En este sentido, los cierres de administración suelen venir presionados por el cierre de obras emblemáticas y los temas contingentes, como la deuda de Pemex y las importantes necesidades de inversión de la CFE.

El reto sin duda será para la siguiente administración, ya que una reforma fiscal es un tema que se sabe, pero no se discute: es el “elefante en la habitación”, el cual, en el muy corto plazo, ejercerá una muy seria presión en las finanzas nacionales. Al tiempo.

*Director General Adjunto de Análisis Económico en HR Ratings


Por Ricardo Gallegos

Durante la semana pasada se reportaron dos hechos importantes: por un lado, el cambio de año base de 2013 a 2018 para el cálculo de las cuentas nacionales; por otro, la información económica relacionada al IGAE, el crecimiento del PIB al segundo trimestre y el ajuste de perspectivas por parte del Banco Central. Estos dos factores arrojan información importante acerca de las referencias en torno a la economía y las perspectivas, que particularmente son relevantes en el contexto de la presentación del paquete económico para 2024, el último año de la administración.

En relación con el cambio de año base, este usualmente se ajusta alrededor de cada 5 años. En México, el último año base que estábamos utilizando era 2013 cambiándose a 2018. Lo anterior es una práctica común alrededor del mundo y busca reflejar, de una mejor manera, cómo está cambiando la economía y su estructura interna, proveyendo así de información valiosa acerca de su evolución estructura y peso.

Particularmente, después de un fenómeno como la pandemia, el cambio de base revela el mismo sentido de los movimientos económicos, pero un poco más acentuado; por ejemplo, la caída en 2020 del PIB es ahora de -8.8% versus el -8.2% con la base previa. En 2021, la recuperación queda en +6.1% versus +4.9% previo. En 2022, también revela un mejor comportamiento con un +3.9% versus el +3% de la base 2013. Por ejemplo, a nivel sectores, destaca que la participación del sector manufacturero cobra mayor importancia y justo esto permite identificar con mayor precisión hacia dónde reforzar o reorientar las políticas públicas.

Por el lado de los indicadores económicos, se reportó el crecimiento del PIB al segundo trimestre, el cual registró un crecimiento de 0.8% trimestre versus trimestre, lo cual implica siete trimestres con una tendencia positiva, lo cual no deja de ser una buena noticia. Al interior, sigue siendo el sector secundario, y en particular la construcción, el elemento que más está aportando a este fenómeno, y que se estima tendrá un comportamiento muy similar para los últimos datos del año.

Un dato que hay que resaltar es la actualización de crecimiento del PIB del Banco Central, en la que sube su pronóstico para 2023 y 2024. Para este año calcula que el PIB llegará a un 3% (En línea con SHCP) desde un 2.3% previo y para el siguiente año estima un crecimiento de 2.1% versus un 1.6%.

En general, todos hemos ajustado nuestras expectativas de crecimiento al alza. En nuestro caso, la última actualización lo llevó al 2.7% para este año, y lo que es cierto es que la resiliencia de la economía hace tener un claro sesgo al alza que pudiera estar alcanzando el rango entre el 3 al 3.2%.

Todo lo anterior enmarca un hecho adicional más: la presentación mañana del paquete económico del 2024, en la que seguramente veremos un ajuste de la estimación de cierre de crecimiento por arriba del 3% para 2023, y se presentarán también los proyectos de presupuestos de egresos y ley de Ingresos. En lo general, se anticipa que no habrá mayores cambios en términos de tasas impositivas; es el último año de la administración y los mayores ajustes quizás vengan por el lado del gasto. En este sentido, los cierres de administración suelen venir presionados por el cierre de obras emblemáticas y los temas contingentes, como la deuda de Pemex y las importantes necesidades de inversión de la CFE.

El reto sin duda será para la siguiente administración, ya que una reforma fiscal es un tema que se sabe, pero no se discute: es el “elefante en la habitación”, el cual, en el muy corto plazo, ejercerá una muy seria presión en las finanzas nacionales. Al tiempo.

*Director General Adjunto de Análisis Económico en HR Ratings