/ miércoles 8 de agosto de 2018

Centro de barrio | Rutas paralelas

La línea 1 de Metrobús corre en paralelo a las líneas 7 y 3 del Metro, en una distancia relativamente corta, de uno y dos kilómetros, respectivamente. Este dato curioso viene a colación porque en fechas recientes, según notas periodísticas, Claudia Sheinbaum, jefa de Gobierno electa, habría cuestionado el “paralelismo” de la línea 5 de Metrobús con la línea 3 del Metro, ambas rutas separadas en cuatro o cinco kilómetros.

Me llamó la atención el comentario, porque más allá de otros negativos que Sheinbaum hizo a la línea 5 del Metrobús, en este destacó uno de los puntos neurales de las redes de transporte: la redundancia. Si Revolución corre en paralelo al Periférico, o si en dirección al Centro Histórico contamos con la redundancia de Tlalpan, Eje Central, Andrés Molina y hasta Isabel la Católica, esto no es relevante. Estamos acostumbrados a que las rutas para el auto cuenten con estos paralelismos. El mismo segundo piso del Periférico es una redundancia frente a la saturación del primer piso.

En cambio, cuando vemos el transporte público, a veces destaca la preocupación de que un servicio “compita” con otro. Por ejemplo, la línea 3 del Metrobús tiene un trazo a veces empalmado al de la línea 3 del Metro, y al parecer esa es la razón por la que el Metrobús termina abruptamente en Etiopía sin que haya algún destino relevante o una limitación física para continuar hacia el sur, al menos hasta Circuito Interior.

Las redes centrales tienden a saturarse, por lo que necesitan redundancias. Esto lo debe tener muy en claro el próximo secretario de Movilidad, Andrés Lajous. El reto del Metrobús no es llegar más lejos, sino ofrecer más servicios en la zona central, porque de otra forma el transporte público no será una alternativa al auto. Cualquier servicio de transporte que llegue a la zona central está ya saturado, así que no sirve de mucho aumentar la capacidad en la periferia sin fortalecer la capacidad central. El proyecto de llevar la línea A del Metro a Chalco, del que se hablaba hace unos años, es incompleto, en la medida que sus pasajeros llegan a uno de los círculos más profundos de la Divina Comedia : Pantitlán.

Tengo muy presente uno de los argumentos de Sheinbaum frente a José Luis Luege hace más de 15 años, cuando debatieron en el Museo de la Ciudad de México acerca del segundo piso: la Ciudad de México ha crecido su red del Metro sin que incremente el número de usuarios de este servicio. Tenía razón parcialmente: la saturación de las líneas centrales ha impedido acercar el metro a más usuarios.

La exdirectora del Metro, Florencia Serranía, y colaboradora también del equipo de Sheinbaum, refería, en alguna conversación, que el reto de los metros en el mundo es dar más capacidad a sus primeras líneas, generalmente las más saturadas. La redundancia es clave para un mejor desempeño.

Estamos a tiempo para que la estrategia de mejora en el transporte público se enfoque en la siguiente administración a hacerlo más cómodo, a evitar la saturación de las rutas, a generar estos paralelismos, justamente.

Llegar más lejos conlleva mayores tiempos de espera de los usuarios en sus transbordos hacia las redes centrales; es bueno, sin duda, porque dignifica el servicio en las zonas populares y periféricas, pero termina siendo una acción insuficiente en detrimento del transporte público central.


La línea 1 de Metrobús corre en paralelo a las líneas 7 y 3 del Metro, en una distancia relativamente corta, de uno y dos kilómetros, respectivamente. Este dato curioso viene a colación porque en fechas recientes, según notas periodísticas, Claudia Sheinbaum, jefa de Gobierno electa, habría cuestionado el “paralelismo” de la línea 5 de Metrobús con la línea 3 del Metro, ambas rutas separadas en cuatro o cinco kilómetros.

Me llamó la atención el comentario, porque más allá de otros negativos que Sheinbaum hizo a la línea 5 del Metrobús, en este destacó uno de los puntos neurales de las redes de transporte: la redundancia. Si Revolución corre en paralelo al Periférico, o si en dirección al Centro Histórico contamos con la redundancia de Tlalpan, Eje Central, Andrés Molina y hasta Isabel la Católica, esto no es relevante. Estamos acostumbrados a que las rutas para el auto cuenten con estos paralelismos. El mismo segundo piso del Periférico es una redundancia frente a la saturación del primer piso.

En cambio, cuando vemos el transporte público, a veces destaca la preocupación de que un servicio “compita” con otro. Por ejemplo, la línea 3 del Metrobús tiene un trazo a veces empalmado al de la línea 3 del Metro, y al parecer esa es la razón por la que el Metrobús termina abruptamente en Etiopía sin que haya algún destino relevante o una limitación física para continuar hacia el sur, al menos hasta Circuito Interior.

Las redes centrales tienden a saturarse, por lo que necesitan redundancias. Esto lo debe tener muy en claro el próximo secretario de Movilidad, Andrés Lajous. El reto del Metrobús no es llegar más lejos, sino ofrecer más servicios en la zona central, porque de otra forma el transporte público no será una alternativa al auto. Cualquier servicio de transporte que llegue a la zona central está ya saturado, así que no sirve de mucho aumentar la capacidad en la periferia sin fortalecer la capacidad central. El proyecto de llevar la línea A del Metro a Chalco, del que se hablaba hace unos años, es incompleto, en la medida que sus pasajeros llegan a uno de los círculos más profundos de la Divina Comedia : Pantitlán.

Tengo muy presente uno de los argumentos de Sheinbaum frente a José Luis Luege hace más de 15 años, cuando debatieron en el Museo de la Ciudad de México acerca del segundo piso: la Ciudad de México ha crecido su red del Metro sin que incremente el número de usuarios de este servicio. Tenía razón parcialmente: la saturación de las líneas centrales ha impedido acercar el metro a más usuarios.

La exdirectora del Metro, Florencia Serranía, y colaboradora también del equipo de Sheinbaum, refería, en alguna conversación, que el reto de los metros en el mundo es dar más capacidad a sus primeras líneas, generalmente las más saturadas. La redundancia es clave para un mejor desempeño.

Estamos a tiempo para que la estrategia de mejora en el transporte público se enfoque en la siguiente administración a hacerlo más cómodo, a evitar la saturación de las rutas, a generar estos paralelismos, justamente.

Llegar más lejos conlleva mayores tiempos de espera de los usuarios en sus transbordos hacia las redes centrales; es bueno, sin duda, porque dignifica el servicio en las zonas populares y periféricas, pero termina siendo una acción insuficiente en detrimento del transporte público central.


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