/ viernes 3 de junio de 2022

Cruzada por la recuperación educativa II 

Esta administración gubernamental nos ha acostumbrado a olvidar rápidamente los graves problemas del país, ocultando los hechos con mentiras, distractores e insultos. Así, lo que hoy nos indigna, mañana es relegado por una amenaza mayor. De esta forma, día a día se van acumulando problemas o rezagos como lo podemos constatar en todos los rubros.

Debido a lo anterior es necesario no olvidar tan fácilmente los temas relevantes. Por eso, hoy vuelvo a insistir en la necesidad de evitar que se colapse el sector educativo mexicano con las reformas que pretende instrumentar la SEP para el siguiente ciclo escolar.

En la colaboración anterior señalamos con datos gubernamentales y de organizaciones especializadas, los daños sufridos por dos años de pandemia en nuestras escuelas. Destacamos la pérdida de saberes que han sufrido nuestros estudiantes y la gran deserción registrada en los dos últimos ciclos escolares. Las consecuencias no solo las veremos en los próximos meses, también en los años venideros, cuando seamos testigos de la profundización de estas problemáticas.

No obstante, hay un tema al que no se le ha prestado atención y afecta ampliamente el rendimiento educativo. Se trata de las consecuencias socioemocionales sufridas durante la pandemia.

El impacto en la subjetividad de las personas fue intenso, su llegada fue imprevista, abrupta, y promovió cambios en la vida de todos, especialmente en la de las niñas, los niños y los adolescentes. Esta situación propició la aparición de malestares y preocupaciones que tienen efectos sobre las condiciones de vida de las y los alumnos y, consecuentemente, las repercusiones en su salud mental y emocional.

Ante estos innegables hechos donde la pandemia ha dejado un fuerte impacto emocional, las niñas, los niños y jóvenes enfrentan desafíos en materia de salud mental: angustia, depresión, drogas, violencia física y psicológica, acoso escolar, estrés, ansiedad, incertidumbre, distanciamiento social, cambios inesperados, duelos y fracaso escolar. Enseñar y desarrollar habilidades sociales y emocionales se ha vuelto, indudablemente, cada vez más una obligación trascendental.

Recordemos que los seres humanos somos emoción de la misma manera que somos cognición. De acuerdo con las investigaciones neurocientíficas, hoy sabemos que la emoción precede a la razón, es decir, la emoción determina nuestras conductas. Después llega la razón y las explica, por lo tanto, la educación socioemocional hoy por hoy es imprescindible. Una de las premisas más importantes en la actualidad es que la forma en que vivimos nuestras emociones afecta nuestro aprendizaje, nuestro bienestar personal y el trato que tenemos hacia otras personas.

Estamos de regreso al trabajo presencial en las escuelas y muchos alumnos y alumnas presentan alteraciones psicológicas y emocionales, sin que las y los estudiantes entiendan bien a bien lo que está sucediendo. Los principales hallazgos que reportan los maestros son los siguientes:

•Se observan alumnas y alumnos con escasos conceptos, valores, actitudes y habilidades que les permitan comprender y manejar sus emociones.

• Poca experiencia para desarrollar y poner en práctica herramientas para generar un sentido de bienestar consigo mismos y con los demás.

• Escasa habilidad para lidiar de forma satisfactoria con los estados emocionales impulsivos o angustiosos.

•Pobre percepción de sí mismos y de los demás.

En las y los niños más pequeños:

• Dificultad para relacionarse con los otros.

• Conflicto para identificar sus emociones.

• Se muestran desmesuradamente introvertidos.

• Muestran dificultad para solucionar conflictos de manera pacífica.

Ante estos problemas imagínese usted querida o querido lector, la dificultad que implica para un maestro hacer frente a los conflictos emocionales de 25 o 30 alumnos con diferentes características, sin duda una tarea titánica. A este reto, agregue usted poder nivelar a una parte del grupo que perdió saberes durante estos dos años de pandemia. Ahora piense además que sus autoridades deciden cambiar los contenidos que enseña y los métodos que utiliza para transmitir los saberes y habilidades a sus alumnos. Y, agreguemos todavía mayor dificultad considerando que le quieren modificar la forma de evaluar a sus estudiantes, introduciendo a personajes ajenos a la escuela en un vago concepto llamado comunidad. Cualquier persona podría concluir que sería una tarea imposible de cumplir, obteniendo como resultado más atraso educativo y estrés psicológico en alumnos y maestros.

Es por eso que desde la Academia Mexicana de Educación reiteramos un exhorto a la SEP para que posponga el cambio de planes educativos que pretende imponer y se concentren los esfuerzos en una gran Cruzada Educativa orientada a recuperar la estabilidad socioemocional, la matrícula escolar, los saberes del alumnado y las condiciones físicas de los inmuebles escolares para que el 2022-2023 sea el Ciclo Escolar de la Recuperación Educativa.

Agradezco la colaboración en este artículo de mis colegas en la Academia Mexicana de Educación de las maestras Sandra Rodríguez García y Blanca Pérez Rodríguez.

Presidente de la Academia Mexicana de Educación.

Esta administración gubernamental nos ha acostumbrado a olvidar rápidamente los graves problemas del país, ocultando los hechos con mentiras, distractores e insultos. Así, lo que hoy nos indigna, mañana es relegado por una amenaza mayor. De esta forma, día a día se van acumulando problemas o rezagos como lo podemos constatar en todos los rubros.

Debido a lo anterior es necesario no olvidar tan fácilmente los temas relevantes. Por eso, hoy vuelvo a insistir en la necesidad de evitar que se colapse el sector educativo mexicano con las reformas que pretende instrumentar la SEP para el siguiente ciclo escolar.

En la colaboración anterior señalamos con datos gubernamentales y de organizaciones especializadas, los daños sufridos por dos años de pandemia en nuestras escuelas. Destacamos la pérdida de saberes que han sufrido nuestros estudiantes y la gran deserción registrada en los dos últimos ciclos escolares. Las consecuencias no solo las veremos en los próximos meses, también en los años venideros, cuando seamos testigos de la profundización de estas problemáticas.

No obstante, hay un tema al que no se le ha prestado atención y afecta ampliamente el rendimiento educativo. Se trata de las consecuencias socioemocionales sufridas durante la pandemia.

El impacto en la subjetividad de las personas fue intenso, su llegada fue imprevista, abrupta, y promovió cambios en la vida de todos, especialmente en la de las niñas, los niños y los adolescentes. Esta situación propició la aparición de malestares y preocupaciones que tienen efectos sobre las condiciones de vida de las y los alumnos y, consecuentemente, las repercusiones en su salud mental y emocional.

Ante estos innegables hechos donde la pandemia ha dejado un fuerte impacto emocional, las niñas, los niños y jóvenes enfrentan desafíos en materia de salud mental: angustia, depresión, drogas, violencia física y psicológica, acoso escolar, estrés, ansiedad, incertidumbre, distanciamiento social, cambios inesperados, duelos y fracaso escolar. Enseñar y desarrollar habilidades sociales y emocionales se ha vuelto, indudablemente, cada vez más una obligación trascendental.

Recordemos que los seres humanos somos emoción de la misma manera que somos cognición. De acuerdo con las investigaciones neurocientíficas, hoy sabemos que la emoción precede a la razón, es decir, la emoción determina nuestras conductas. Después llega la razón y las explica, por lo tanto, la educación socioemocional hoy por hoy es imprescindible. Una de las premisas más importantes en la actualidad es que la forma en que vivimos nuestras emociones afecta nuestro aprendizaje, nuestro bienestar personal y el trato que tenemos hacia otras personas.

Estamos de regreso al trabajo presencial en las escuelas y muchos alumnos y alumnas presentan alteraciones psicológicas y emocionales, sin que las y los estudiantes entiendan bien a bien lo que está sucediendo. Los principales hallazgos que reportan los maestros son los siguientes:

•Se observan alumnas y alumnos con escasos conceptos, valores, actitudes y habilidades que les permitan comprender y manejar sus emociones.

• Poca experiencia para desarrollar y poner en práctica herramientas para generar un sentido de bienestar consigo mismos y con los demás.

• Escasa habilidad para lidiar de forma satisfactoria con los estados emocionales impulsivos o angustiosos.

•Pobre percepción de sí mismos y de los demás.

En las y los niños más pequeños:

• Dificultad para relacionarse con los otros.

• Conflicto para identificar sus emociones.

• Se muestran desmesuradamente introvertidos.

• Muestran dificultad para solucionar conflictos de manera pacífica.

Ante estos problemas imagínese usted querida o querido lector, la dificultad que implica para un maestro hacer frente a los conflictos emocionales de 25 o 30 alumnos con diferentes características, sin duda una tarea titánica. A este reto, agregue usted poder nivelar a una parte del grupo que perdió saberes durante estos dos años de pandemia. Ahora piense además que sus autoridades deciden cambiar los contenidos que enseña y los métodos que utiliza para transmitir los saberes y habilidades a sus alumnos. Y, agreguemos todavía mayor dificultad considerando que le quieren modificar la forma de evaluar a sus estudiantes, introduciendo a personajes ajenos a la escuela en un vago concepto llamado comunidad. Cualquier persona podría concluir que sería una tarea imposible de cumplir, obteniendo como resultado más atraso educativo y estrés psicológico en alumnos y maestros.

Es por eso que desde la Academia Mexicana de Educación reiteramos un exhorto a la SEP para que posponga el cambio de planes educativos que pretende imponer y se concentren los esfuerzos en una gran Cruzada Educativa orientada a recuperar la estabilidad socioemocional, la matrícula escolar, los saberes del alumnado y las condiciones físicas de los inmuebles escolares para que el 2022-2023 sea el Ciclo Escolar de la Recuperación Educativa.

Agradezco la colaboración en este artículo de mis colegas en la Academia Mexicana de Educación de las maestras Sandra Rodríguez García y Blanca Pérez Rodríguez.

Presidente de la Academia Mexicana de Educación.