/ sábado 21 de mayo de 2022

De la pluma de Miguel Reyes Razo | El ascenso de Roberto Albores Guillén

Por Miguel Reyes Razo

Ya funcionario de una de las " filiales " de Conasupo, el vigoroso joven Roberto Albores Guillén conducía la sobremesa en el elegante "Ambassadeurs" de Paseo de la Reforma. Chiapaneco elegante exhibía gran confianza en su futuro. Su jefe era el economista Jorge de la Vega Domínguez. Época: sexenio de don Luis Echeverría en que el Colegio Nacional de Economistas y sus integrantes llevaban la voz cantante en torno al desarrollo del país.

Ahí estaban Carlos Tello Macías, Francisco Javier Alejo, Jesus Silva-Herzog Flores, Ángel Aceves Saucedo. Todos veneraban a don Gilberto Loyo, precursor de la profesión.

"Pues era yo un estudiante aplicado que tenía muchas ganas de aprender y conocer a personajes de la vida nacional. Los profesores en la UNAM me daban el trato que consigue un estudiante cuya situación económica le permite dedicar todo su tiempo a investigar y apresurar su formación. Desde mis primeros estudios en Comitán resulté "niño aplicado" . Sacaba puros dieces. Y lo mismo ocurrió en el bachillerato y los estudios profesionales. Iba a la mitad el sexenio del presidente Diaz Ordaz y cavilé mucho sobre la sucesión presidencial.

"Me atrajo la personalidad del secretario de Gobernación. Su fama de funcionario discreto, eficiente, infatigable. Era anécdota muy repetida que Echeverría no abandonaba su oficina hasta que el Presidente de la República ya estaba en pijama y se disponía a dormir."

Ya era así cuando fue secretario del general Rodolfo Sanchez Taboada, en sus dias de Presidente del Comite Ejecutivo Nacional del PRI. Sus amigos y compañeros fracasaron en sus intentos de sonsacarlo. "Vamos a una fiesta, Luis. Ya conseguimos unas chamaconas muy jaladadoras. Diviértete, mano. No seas tan "matado". Imposible.

"Con esos antecedentes y con todas mis boletas de calificaciones desde el kinder hasta la universidad - siguió Roberto Albores Guillén-, pedí audiencia con el licenciado Luis Echeverria. Me hizo esperar varias semanas. Siempre estaba -- explicaba-- muy ocupado. Yo tenía mucho interés. Ninguna prisa. Me preparé mucho para esa conversación. No podía perder el tiempo. Calculé los giros de la plática. Lo que me preguntaría el secretario de Gobernación.

"Y llegó el día. Exageré la puntualidad. Me esmeré en mi atuendo. Tenía que causar una magnifica impresión al personaje. Ordené mis papeles y entré en su despacho. Muy amable. Se interesó en mis origenes. Personajes de Chiapas. Me contó que conocía al doctor Manuel Velasco Suárez. Estaba al tanto de los trabajos del neurólogo. Mientras le exhibía mis calificaciones y le mostraba mis conocimientos, me contuvo y me preguntó:

"¿Por qué viene usted a visitarme, joven Albores Guillén?

"Porque usted va a ser Presidente de Mexico"-le respondí.

"Al punto saltó de su asiento. Como si le hubiera ofendido me echó de su oficina:

"Váyase de aquí. Salga, ya. No estoy para escuchar sus simplezas. Márchese".

"Estaba hecho una furia. Un ayudante - al que luego supe llamaban "junior" --, entró al despacho. Me aturdió la reacción del señor secretario de Gobernación.

"Pero persistí. Reiteré mi solicitud de audiencia. Una vez. Dos veces. Muchas. Y me recibió. Platicamos de todo. Y un día me encomendó: "hágame un bosquejo de la economía del país. Cómo ve usted, licenciado, nuestra situación. Le encarezco discreción, silencio. Evite mezclarme en sus conversaciones. Usted me entiende... Yo trabajo con lealtad a la administración del señor presidente Diaz Ordaz. A él debo dedicar todo mi tiempo”.

"Gané su confianza. De poco a poco. A ese primer trabajo siguieron otros. En esa cercanía conocí a otro joven que con igual discreción y sigilo realizaba diversos trabajos que nutrían la información del severo secretario de Gobernación. Era Carlos Armando Biebrich. Un político sonorense que en su tierra fue "jilguero" del candidato presidencial Gustavo Diaz Ordaz.

Muy joven, Biebrich estaba completamente canoso. No cumplía los treinta años Carlos Armando y tenía más canas que Santa Claus. Tipo muy agradable y bien preparado, Biebrich tenía todo el afecto de la familia Echeverría-Zuno. La esposa del licenciado, Doña María Esther casi casi lo veía como a otro de sus hijos. A cada rato lo invitaban a San Jerónimo. A la casona de Magnolia. Biebrich estuvo en el corazón de aquella familia.”

Ambassadeurss era un restaurante de gran lujo. Dalmau Costa -su propietario-lo ubico en Paseo de la Reforma junto al periodico Excelsior. " "Rodrigo de Llano dirige el poderoso periódico desde una mesa del Amba y frente a una botella de Johnie Walker. Ahí recibe a Luis Spota e instruye a Carlos Denegri".

Desde la Dirección de Cinematografía el joven -- brillante abogado y admirado profesor de Teoria del Estado en la Facultad de Derecho de la UNAM-- Mario Moya Palencia, ya colaboraba con el secretario de Gobernación Luis Echeverría. Censor de peliculas. Ya no con el criterio del terrible Jorge Ferretis que mantuvo " enlatadas" prohibidas peliculas tan importantes como. "La Sombra del Caudillo" , de la pluma de Don Martin Luis Guzman y "El Gesticulador" , del talento del dramaturgo- embajador Rodolfo Usigli. Peliculas que envejecieron en oscuras bodegas. "Dañan al régimen", explicaban algunas autoridades.

Se movian infinidad de piezas y cargos. En octubre de 1969 Augusto Gomez Villanueva "destapó" a don Luis Echeverría. Mario Moya Palencia deja cinematografia y ocupa como encargado del despacho la Secretaría de Gobernación. Hiram Garcia Borja asciende a Director de Cinematografía.

El chiapaneco Roberto Albores Guillen convenció de su lealtad a Luis Echeverría. Lo mismo el sonorense Carlos Armando Biebrich. Ese binomio juvenil se transformo en valioso auxiliar del candidato Echeverria. A la larga campaña de la guayabera.

Roberto Albores Guillen alcanzo un importante cargo en Conasupo. Carlos Armando Biebrich Torres se vio el 1 de diciembre de 1970 , subsecretario de Gobernación. Ya estaba al lado de Mario Moya Palencia. Se veían ya en la escalera hacia la Presidencia de la República.

Por Miguel Reyes Razo

Ya funcionario de una de las " filiales " de Conasupo, el vigoroso joven Roberto Albores Guillén conducía la sobremesa en el elegante "Ambassadeurs" de Paseo de la Reforma. Chiapaneco elegante exhibía gran confianza en su futuro. Su jefe era el economista Jorge de la Vega Domínguez. Época: sexenio de don Luis Echeverría en que el Colegio Nacional de Economistas y sus integrantes llevaban la voz cantante en torno al desarrollo del país.

Ahí estaban Carlos Tello Macías, Francisco Javier Alejo, Jesus Silva-Herzog Flores, Ángel Aceves Saucedo. Todos veneraban a don Gilberto Loyo, precursor de la profesión.

"Pues era yo un estudiante aplicado que tenía muchas ganas de aprender y conocer a personajes de la vida nacional. Los profesores en la UNAM me daban el trato que consigue un estudiante cuya situación económica le permite dedicar todo su tiempo a investigar y apresurar su formación. Desde mis primeros estudios en Comitán resulté "niño aplicado" . Sacaba puros dieces. Y lo mismo ocurrió en el bachillerato y los estudios profesionales. Iba a la mitad el sexenio del presidente Diaz Ordaz y cavilé mucho sobre la sucesión presidencial.

"Me atrajo la personalidad del secretario de Gobernación. Su fama de funcionario discreto, eficiente, infatigable. Era anécdota muy repetida que Echeverría no abandonaba su oficina hasta que el Presidente de la República ya estaba en pijama y se disponía a dormir."

Ya era así cuando fue secretario del general Rodolfo Sanchez Taboada, en sus dias de Presidente del Comite Ejecutivo Nacional del PRI. Sus amigos y compañeros fracasaron en sus intentos de sonsacarlo. "Vamos a una fiesta, Luis. Ya conseguimos unas chamaconas muy jaladadoras. Diviértete, mano. No seas tan "matado". Imposible.

"Con esos antecedentes y con todas mis boletas de calificaciones desde el kinder hasta la universidad - siguió Roberto Albores Guillén-, pedí audiencia con el licenciado Luis Echeverria. Me hizo esperar varias semanas. Siempre estaba -- explicaba-- muy ocupado. Yo tenía mucho interés. Ninguna prisa. Me preparé mucho para esa conversación. No podía perder el tiempo. Calculé los giros de la plática. Lo que me preguntaría el secretario de Gobernación.

"Y llegó el día. Exageré la puntualidad. Me esmeré en mi atuendo. Tenía que causar una magnifica impresión al personaje. Ordené mis papeles y entré en su despacho. Muy amable. Se interesó en mis origenes. Personajes de Chiapas. Me contó que conocía al doctor Manuel Velasco Suárez. Estaba al tanto de los trabajos del neurólogo. Mientras le exhibía mis calificaciones y le mostraba mis conocimientos, me contuvo y me preguntó:

"¿Por qué viene usted a visitarme, joven Albores Guillén?

"Porque usted va a ser Presidente de Mexico"-le respondí.

"Al punto saltó de su asiento. Como si le hubiera ofendido me echó de su oficina:

"Váyase de aquí. Salga, ya. No estoy para escuchar sus simplezas. Márchese".

"Estaba hecho una furia. Un ayudante - al que luego supe llamaban "junior" --, entró al despacho. Me aturdió la reacción del señor secretario de Gobernación.

"Pero persistí. Reiteré mi solicitud de audiencia. Una vez. Dos veces. Muchas. Y me recibió. Platicamos de todo. Y un día me encomendó: "hágame un bosquejo de la economía del país. Cómo ve usted, licenciado, nuestra situación. Le encarezco discreción, silencio. Evite mezclarme en sus conversaciones. Usted me entiende... Yo trabajo con lealtad a la administración del señor presidente Diaz Ordaz. A él debo dedicar todo mi tiempo”.

"Gané su confianza. De poco a poco. A ese primer trabajo siguieron otros. En esa cercanía conocí a otro joven que con igual discreción y sigilo realizaba diversos trabajos que nutrían la información del severo secretario de Gobernación. Era Carlos Armando Biebrich. Un político sonorense que en su tierra fue "jilguero" del candidato presidencial Gustavo Diaz Ordaz.

Muy joven, Biebrich estaba completamente canoso. No cumplía los treinta años Carlos Armando y tenía más canas que Santa Claus. Tipo muy agradable y bien preparado, Biebrich tenía todo el afecto de la familia Echeverría-Zuno. La esposa del licenciado, Doña María Esther casi casi lo veía como a otro de sus hijos. A cada rato lo invitaban a San Jerónimo. A la casona de Magnolia. Biebrich estuvo en el corazón de aquella familia.”

Ambassadeurss era un restaurante de gran lujo. Dalmau Costa -su propietario-lo ubico en Paseo de la Reforma junto al periodico Excelsior. " "Rodrigo de Llano dirige el poderoso periódico desde una mesa del Amba y frente a una botella de Johnie Walker. Ahí recibe a Luis Spota e instruye a Carlos Denegri".

Desde la Dirección de Cinematografía el joven -- brillante abogado y admirado profesor de Teoria del Estado en la Facultad de Derecho de la UNAM-- Mario Moya Palencia, ya colaboraba con el secretario de Gobernación Luis Echeverría. Censor de peliculas. Ya no con el criterio del terrible Jorge Ferretis que mantuvo " enlatadas" prohibidas peliculas tan importantes como. "La Sombra del Caudillo" , de la pluma de Don Martin Luis Guzman y "El Gesticulador" , del talento del dramaturgo- embajador Rodolfo Usigli. Peliculas que envejecieron en oscuras bodegas. "Dañan al régimen", explicaban algunas autoridades.

Se movian infinidad de piezas y cargos. En octubre de 1969 Augusto Gomez Villanueva "destapó" a don Luis Echeverría. Mario Moya Palencia deja cinematografia y ocupa como encargado del despacho la Secretaría de Gobernación. Hiram Garcia Borja asciende a Director de Cinematografía.

El chiapaneco Roberto Albores Guillen convenció de su lealtad a Luis Echeverría. Lo mismo el sonorense Carlos Armando Biebrich. Ese binomio juvenil se transformo en valioso auxiliar del candidato Echeverria. A la larga campaña de la guayabera.

Roberto Albores Guillen alcanzo un importante cargo en Conasupo. Carlos Armando Biebrich Torres se vio el 1 de diciembre de 1970 , subsecretario de Gobernación. Ya estaba al lado de Mario Moya Palencia. Se veían ya en la escalera hacia la Presidencia de la República.