/ viernes 9 de abril de 2021

Distractores (I)

El Presidente de la República ha resuelto hablar todos los días. Su propósito no es informar de la situación que guarda el país, su intención es desviar la atención hacia los temas que él quiere, sabedor de que esos discursos mañaneros serán reproducidos por todos los medios de comunicación, incluso aquellos que él ataca, por qué esa es la labor de los medios, dar constancia de lo que sucede en la vida pública del país y la palabra del Presidente es sin duda un hecho que debe quedar consignado por la importancia de la investidura.

Durante estos dos años y medio, no dejamos de asombrarnos por los temas que se abordan en las conferencias mañaneras. Los hay totalmente irrelevantes, otros alejados de la coyuntura, algunos resultan fantasiosos y en muchos casos son mensajes para atacar y calumniar a quienes no están de acuerdo con el desempeño del gobierno.

Esta conducta, que no es propia de un Jefe de Estado, no debería de sorprendernos a estas alturas de su gobierno. Deberíamos estar convencidos de que el Presidente no busca informar a los mexicanos, sino distraer su atención de temas que en verdad son relevantes y afectan el bienestar de la sociedad.

Por este motivo, en esta semana que han iniciado las campañas políticas para las elecciones más grandes de la historia del país, creo que es importante hacer un repaso de los distractores a los que nos ha sometido el actual gobierno de la República, con el propósito de no dejarnos engañar más y poner nuestra atención en los temas fundamentales para razonar nuestro voto.

De esta manera iniciaré una serie de artículos desde hoy hasta el día de las elecciones, dedicados a repasar los principales distractores que ha generado López Obrador. Trataré de hacerlo en orden cronológico, pero seguramente surgirán nuevas cortinas de humo durante esta campaña electoral que también abordaré.

Iniciemos con dos distractores que López Obrador utilizó antes de tomar posesión como Presidente Constitucional. El primero, el anuncio de que todas las secretarías de Estado, excluyendo las de Gobernación, Relaciones Exteriores, Defensa y Marina se mudarían a los estados de la República, con el propósito según él de generar crecimiento económico en todo el país. De esa forma se presentó un proyecto en donde el resto de las Dependencias y Entidades de la APF se trasladarían a las capitales de los estados.

Este programa fue reiteradamente anunciado durante todo el periodo de transición. Se ofreció que iniciaría desde el primer día de la administración. En realidad lo que se buscaba era ocultar la falta de un Plan de Desarrollo y la orientación autoritaria que estaba gestando para el nuevo gobierno. La discusión sobre la necesidad de recursos para llevar a cabo este plan, los derechos laborales de los trabajadores que se mudarían, la capacidad de infraestructura de las ciudades que receptoras, el choque sociológico que podría darse en las comunidades, estuvieron en el ámbito del análisis, quedando atrás una reflexión seria sobre el perfil político que el nuevo gobierno estaba preparando. A casi tres años de este anuncio, ninguna Dependencia se ha descentralizado, aunque sí se ha gastado mucho dinero en viáticos para visitas de inspección, elaboración y firma de acuerdos con los estados, renta de oficinas temporales etc.

Un segundo distractor cuando AMLO todavía no era Presidente Constitucional, fue la realización de una consulta ciudadana sobre la viabilidad del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México.

A López Obrador no le importo que la consulta era un ejercicio innecesario, dado que habían antecedentes de más de 20 años de revisiones y estudios técnicos, que el proyecto ya llevaba más del 30 por ciento de avance, que se contaba con financiación hasta su conclusión y que la “consulta” propuesta era ilegal debido a que no se apegaba a la Constitución.

Así, durante cinco meses, tuvo a la sociedad mexicana confrontada en esta discusión, generando por conducto de sus incondicionales argumentos ideológicos para detener la obra y por el otro lado haciendo participar en foros técnicos a empresarios y académicos qué resultaron ser solamente escenografía porque su opinión nunca fue escuchada.

Están ahí para que conste en el futuro las propuestas y argumentos a favor de continuar con la obra, incluso el Ingeniero Carlos Slim puso en la mesa la posible concesión para que el proyecto y su operación fuera financiado con recursos privados para liberar al Gobierno de esa carga presupuestal.

Todos sabemos lo que pasó, decenas de reuniones donde equipos técnicos argumentaban la viabilidad de la obra para que al final en una farsa de ejercicio de consulta ciudadana, con una muy pobre participación de la ciudadanía, información insuficiente, casillas de votación y “funcionarios de casilla” por Morena, López Obrador justificara su decisión político-ideológica de cancelar el NAICM. Así la “Consulta Ciudadana” fue otro gran distractor que dibujaba el estilo falaz y autoritario del nuevo gobierno.


*Presidente de la Academia Mexicana de Educación.

El Presidente de la República ha resuelto hablar todos los días. Su propósito no es informar de la situación que guarda el país, su intención es desviar la atención hacia los temas que él quiere, sabedor de que esos discursos mañaneros serán reproducidos por todos los medios de comunicación, incluso aquellos que él ataca, por qué esa es la labor de los medios, dar constancia de lo que sucede en la vida pública del país y la palabra del Presidente es sin duda un hecho que debe quedar consignado por la importancia de la investidura.

Durante estos dos años y medio, no dejamos de asombrarnos por los temas que se abordan en las conferencias mañaneras. Los hay totalmente irrelevantes, otros alejados de la coyuntura, algunos resultan fantasiosos y en muchos casos son mensajes para atacar y calumniar a quienes no están de acuerdo con el desempeño del gobierno.

Esta conducta, que no es propia de un Jefe de Estado, no debería de sorprendernos a estas alturas de su gobierno. Deberíamos estar convencidos de que el Presidente no busca informar a los mexicanos, sino distraer su atención de temas que en verdad son relevantes y afectan el bienestar de la sociedad.

Por este motivo, en esta semana que han iniciado las campañas políticas para las elecciones más grandes de la historia del país, creo que es importante hacer un repaso de los distractores a los que nos ha sometido el actual gobierno de la República, con el propósito de no dejarnos engañar más y poner nuestra atención en los temas fundamentales para razonar nuestro voto.

De esta manera iniciaré una serie de artículos desde hoy hasta el día de las elecciones, dedicados a repasar los principales distractores que ha generado López Obrador. Trataré de hacerlo en orden cronológico, pero seguramente surgirán nuevas cortinas de humo durante esta campaña electoral que también abordaré.

Iniciemos con dos distractores que López Obrador utilizó antes de tomar posesión como Presidente Constitucional. El primero, el anuncio de que todas las secretarías de Estado, excluyendo las de Gobernación, Relaciones Exteriores, Defensa y Marina se mudarían a los estados de la República, con el propósito según él de generar crecimiento económico en todo el país. De esa forma se presentó un proyecto en donde el resto de las Dependencias y Entidades de la APF se trasladarían a las capitales de los estados.

Este programa fue reiteradamente anunciado durante todo el periodo de transición. Se ofreció que iniciaría desde el primer día de la administración. En realidad lo que se buscaba era ocultar la falta de un Plan de Desarrollo y la orientación autoritaria que estaba gestando para el nuevo gobierno. La discusión sobre la necesidad de recursos para llevar a cabo este plan, los derechos laborales de los trabajadores que se mudarían, la capacidad de infraestructura de las ciudades que receptoras, el choque sociológico que podría darse en las comunidades, estuvieron en el ámbito del análisis, quedando atrás una reflexión seria sobre el perfil político que el nuevo gobierno estaba preparando. A casi tres años de este anuncio, ninguna Dependencia se ha descentralizado, aunque sí se ha gastado mucho dinero en viáticos para visitas de inspección, elaboración y firma de acuerdos con los estados, renta de oficinas temporales etc.

Un segundo distractor cuando AMLO todavía no era Presidente Constitucional, fue la realización de una consulta ciudadana sobre la viabilidad del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México.

A López Obrador no le importo que la consulta era un ejercicio innecesario, dado que habían antecedentes de más de 20 años de revisiones y estudios técnicos, que el proyecto ya llevaba más del 30 por ciento de avance, que se contaba con financiación hasta su conclusión y que la “consulta” propuesta era ilegal debido a que no se apegaba a la Constitución.

Así, durante cinco meses, tuvo a la sociedad mexicana confrontada en esta discusión, generando por conducto de sus incondicionales argumentos ideológicos para detener la obra y por el otro lado haciendo participar en foros técnicos a empresarios y académicos qué resultaron ser solamente escenografía porque su opinión nunca fue escuchada.

Están ahí para que conste en el futuro las propuestas y argumentos a favor de continuar con la obra, incluso el Ingeniero Carlos Slim puso en la mesa la posible concesión para que el proyecto y su operación fuera financiado con recursos privados para liberar al Gobierno de esa carga presupuestal.

Todos sabemos lo que pasó, decenas de reuniones donde equipos técnicos argumentaban la viabilidad de la obra para que al final en una farsa de ejercicio de consulta ciudadana, con una muy pobre participación de la ciudadanía, información insuficiente, casillas de votación y “funcionarios de casilla” por Morena, López Obrador justificara su decisión político-ideológica de cancelar el NAICM. Así la “Consulta Ciudadana” fue otro gran distractor que dibujaba el estilo falaz y autoritario del nuevo gobierno.


*Presidente de la Academia Mexicana de Educación.