/ viernes 31 de enero de 2020

Economías circulares

Por diversas circunstancias, la sociedad actual tiene puesta la mirada en aquellos problemas que afectan nuestra vida diaria y, en consecuencia, legítimamente exige de sus respectivos gobiernos resultados a necesidades concretas como: seguridad, empleo, bienestar, mejor educación y salud, así como menos pobreza, desigualdad, corrupción, impunidad, discriminación, violencia y deterioro del medio ambiente, por citar las más urgentes.


Sin embargo, más allá de lo anterior y, sin dejar de señalar los desaciertos y déficits del gobierno en turno en estos temas, es necesario que nosotros mismos también emprendamos un cambio para superar otros importantes desafíos. En su momento, he comentado que este cambio puede ir desde el fortalecimiento de nuestros valores, hasta la puesta en práctica de pequeñas acciones que empiecen a marcar una diferencia en la manera en que convivimos con nuestro entorno.


Por esta razón, recientemente he puesto énfasis en la responsabilidad individual que cada ciudadana y cada ciudadano tiene de participar y contribuir a que el futuro sea menos adverso. Si esto es lo que está en juego, considero que bien vale la pena insistir en lo que todos podemos aportar, desde ahora.


Con lo anterior, también intento hacer eco a una nueva tendencia que se configura a nivel mundial y que pone el acento en la responsabilidad de todos los individuos. En este sentido destaca la convocatoria hecha por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) denominada “170 Acciones Diarias para Transformar Nuestro Mundo”, que recientemente comenté; así como otra igual de importante del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), titulada: “Mejorar Nuestros Hábitos” y que se presentó en este mes de enero.


Esta última iniciativa plantea que actualmente somos más de 7,500 millones de personas en el planeta y usamos 1.5 veces más recursos de los que tenemos; para el año 2050 seremos 9,700 millones y vamos a necesitar casi tres planetas -que no tenemos- para mantener nuestros estilos de vida. Por lo tanto, “es necesario repensar radicalmente nuestros modos de vida”.


Es innegable que “Vivimos como si No Hubiera un Mañana” y en esta lógica: anualmente se pierden millones de hectáreas de bosques, que es el equivalente a 27 campos de futbol por minuto; hacemos un uso desmedido del agua; se generan toneladas de basura cuya mayor parte no será reciclada; y, casi toda el agua que bebemos contiene micropartículas de plástico.


El PNUD plantea que “debemos hacer más, mejor, con menos desperdicio”, para cambiar hacia “economías circulares verdes”; esto es, abandonar el modelo de “hacer, tomar y desechar” con el propósito de “regenerar la salud y la productividad”.


En este contexto, cada uno de nosotros, en el rol de consumidores, tenemos una responsabilidad que cumplir. El PNUD lo plantea de la siguiente forma: “Actúa Ya: Cambia de Actitud y Compra Mejor”, ya que esto es primordial para la transformación hacia economías circulares.


Para tal efecto, este organismo propone el “consumo sostenible” y plantea una serie de recomendaciones: comprar menos y reutilizar más; reparar en lugar de reemplazar; abandonar los plásticos de un solo uso; comprar localmente; y, comer menos carne y productos lácteos.


Desde luego, estas son sólo algunas sugerencias, porque la manera en que todos podemos participar es mucho más amplia y siempre habrá mucho por hacer; especialmente, si tenemos presente que el punto central radica en tomar conciencia de los hábitos y actitudes que podemos cambiar, si es que en realidad deseamos un futuro mejor.


Cada iniciativa que ha surgido en las últimas semanas se complementa entre sí y todas se articulan en torno a un objetivo común; sin embargo, si no existe un compromiso real de cada uno de nosotros, ningún esfuerzo obtendrá el éxito esperado.


Ciertamente, existe toda una agenda de problemas cuya atención depende exclusivamente del gobierno. Por ejemplo, garantizar la seguridad de los ciudadanos es responsabilidad exclusiva del Estado, lo mismo que el derecho a la salud, la educación, a la libertad o el respeto a los derechos humanos. Sin embargo, hay otros retos que exigen la participación de todos y tiene que ver con compromisos personales, con hábitos, valores y actitudes que seamos capaces de modificar.


Acorde con lo que sugiere el PNUD, debemos actuar ya. En nuestras manos se encuentra la posibilidad de contribuir a que nuestro entorno sea un poco más amigable y sustentable.


Empecemos ya, es para nuestro propio beneficio. Cambiemos el chip; no podemos sustraernos de aquello que también es responsabilidad nuestra.


*Presidente de la Academia Mexicana de Educación.

Por diversas circunstancias, la sociedad actual tiene puesta la mirada en aquellos problemas que afectan nuestra vida diaria y, en consecuencia, legítimamente exige de sus respectivos gobiernos resultados a necesidades concretas como: seguridad, empleo, bienestar, mejor educación y salud, así como menos pobreza, desigualdad, corrupción, impunidad, discriminación, violencia y deterioro del medio ambiente, por citar las más urgentes.


Sin embargo, más allá de lo anterior y, sin dejar de señalar los desaciertos y déficits del gobierno en turno en estos temas, es necesario que nosotros mismos también emprendamos un cambio para superar otros importantes desafíos. En su momento, he comentado que este cambio puede ir desde el fortalecimiento de nuestros valores, hasta la puesta en práctica de pequeñas acciones que empiecen a marcar una diferencia en la manera en que convivimos con nuestro entorno.


Por esta razón, recientemente he puesto énfasis en la responsabilidad individual que cada ciudadana y cada ciudadano tiene de participar y contribuir a que el futuro sea menos adverso. Si esto es lo que está en juego, considero que bien vale la pena insistir en lo que todos podemos aportar, desde ahora.


Con lo anterior, también intento hacer eco a una nueva tendencia que se configura a nivel mundial y que pone el acento en la responsabilidad de todos los individuos. En este sentido destaca la convocatoria hecha por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) denominada “170 Acciones Diarias para Transformar Nuestro Mundo”, que recientemente comenté; así como otra igual de importante del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), titulada: “Mejorar Nuestros Hábitos” y que se presentó en este mes de enero.


Esta última iniciativa plantea que actualmente somos más de 7,500 millones de personas en el planeta y usamos 1.5 veces más recursos de los que tenemos; para el año 2050 seremos 9,700 millones y vamos a necesitar casi tres planetas -que no tenemos- para mantener nuestros estilos de vida. Por lo tanto, “es necesario repensar radicalmente nuestros modos de vida”.


Es innegable que “Vivimos como si No Hubiera un Mañana” y en esta lógica: anualmente se pierden millones de hectáreas de bosques, que es el equivalente a 27 campos de futbol por minuto; hacemos un uso desmedido del agua; se generan toneladas de basura cuya mayor parte no será reciclada; y, casi toda el agua que bebemos contiene micropartículas de plástico.


El PNUD plantea que “debemos hacer más, mejor, con menos desperdicio”, para cambiar hacia “economías circulares verdes”; esto es, abandonar el modelo de “hacer, tomar y desechar” con el propósito de “regenerar la salud y la productividad”.


En este contexto, cada uno de nosotros, en el rol de consumidores, tenemos una responsabilidad que cumplir. El PNUD lo plantea de la siguiente forma: “Actúa Ya: Cambia de Actitud y Compra Mejor”, ya que esto es primordial para la transformación hacia economías circulares.


Para tal efecto, este organismo propone el “consumo sostenible” y plantea una serie de recomendaciones: comprar menos y reutilizar más; reparar en lugar de reemplazar; abandonar los plásticos de un solo uso; comprar localmente; y, comer menos carne y productos lácteos.


Desde luego, estas son sólo algunas sugerencias, porque la manera en que todos podemos participar es mucho más amplia y siempre habrá mucho por hacer; especialmente, si tenemos presente que el punto central radica en tomar conciencia de los hábitos y actitudes que podemos cambiar, si es que en realidad deseamos un futuro mejor.


Cada iniciativa que ha surgido en las últimas semanas se complementa entre sí y todas se articulan en torno a un objetivo común; sin embargo, si no existe un compromiso real de cada uno de nosotros, ningún esfuerzo obtendrá el éxito esperado.


Ciertamente, existe toda una agenda de problemas cuya atención depende exclusivamente del gobierno. Por ejemplo, garantizar la seguridad de los ciudadanos es responsabilidad exclusiva del Estado, lo mismo que el derecho a la salud, la educación, a la libertad o el respeto a los derechos humanos. Sin embargo, hay otros retos que exigen la participación de todos y tiene que ver con compromisos personales, con hábitos, valores y actitudes que seamos capaces de modificar.


Acorde con lo que sugiere el PNUD, debemos actuar ya. En nuestras manos se encuentra la posibilidad de contribuir a que nuestro entorno sea un poco más amigable y sustentable.


Empecemos ya, es para nuestro propio beneficio. Cambiemos el chip; no podemos sustraernos de aquello que también es responsabilidad nuestra.


*Presidente de la Academia Mexicana de Educación.