/ domingo 26 de junio de 2022

Educación virtual: democratización del conocimiento y acceso a la tecnología

Suele ocurrir que las grandes transformaciones se produzcan en medio de condiciones que ponen a prueba los límites conocidos. La pandemia nos dejó interrogantes y aprendizajes, muchos de las que aún no hemos analizado a profundidad, pero que anuncian oportunidades nuevas. Podríamos decir que el confinamiento y la situación provocada por la crisis sanitaria funcionó como un catalizador para el mundo digital.

Uno de los temas más intrigantes es el de la educación a distancia. Al menos en México, el modelo a distancia presentó severas complicaciones para los grados básicos, especialmente en la educación pública, y evidenció las desigualdades digitales que enfrenta la población en todo el país. También se hizo evidente que los centros educativos cumplen una doble función: al mismo tiempo que se encargan de proporcionar conocimiento, son aliados de los padres de familia pues les permiten desarrollar sus actividades remuneradas brindando protección a los infantes.

Gran cantidad de niñas y niños tuvieron que abandonar el año escolar, otros hicieron lo que pudieron para no perder su avance educativo, aunque aún se requieren estadísticas para saber si aprendieron lo necesario. En los estratos sociales más castigados, la carencia de una conexión a internet o la falta de suficientes dispositivos para acceder a las clases dificultó la enseñanza y el aprendizaje. En las familias cuyos jefes tienen un empleo informal la situación fue todavía más crítica.

A pesar de esas dificultades, que demuestran que la transformación a la era digital no está completa; se abrieron numerosas oportunidades que, si se convierten en modelos flexibles, pueden garantizar el acceso a la educación de toda la población, sobre todo en los niveles superiores, donde los lugares son pocos y la deserción escolar está íntimamente relacionada con la economía familiar. La educación digital posibilita estudiar en universidades lejanas, gestionar el tiempo con base en las actividades cotidianas, acceder a los conocimientos en un solo lugar, entre otras ventajas.

En México se ha experimentado con la educación digital desde hace tiempo, universidades como la UNAM ofrecen diversas carreras que se pueden estudiar de manera remota. Por su parte, la UNADM, que es un proyecto gubernamental, permite a alumnos de todo el país obtener un título de técnico superior universitario o alguna licenciatura; en ambos casos la educación es gratuita y no es difícil ser admitido si se cumple con las actividades correspondientes.

El éxito de la educación digital es reconocido por la iniciativa privada, han surgido escuelas digitales y numerosas universidades privadas ya ofrecen cursos y grados en el modelo remoto. Sin embargo, están ocurriendo situaciones análogas a las de los modelos presenciales: muchas de estas universidades no tienen la calidad suficiente para capacitar a un profesional de manera pertinente; mientras que las que ya de por sí son costosas, ofertan la formación digital a precios igualmente elevados, por lo que no cualquiera puede acceder a ellas.

Con todo, hay una gran cantidad de opciones de capacitación en línea que es provechosa y vale la pena: libros gratuitos o muy baratos, podcast, clases grabadas en YouTube, páginas dedicadas al aprendizaje de idiomas o plataformas como Coursera; son todas alternativas interesantes, donde se puede aprender de manera gratuita si no se requiere un certificado, aunque algunas plantean la opción de pagar por él. El acceso al conocimiento es positivo y plantea garantizar las oportunidades educativas para todas las personas, aunque todavía debemos garantizar el acceso universal a la tecnología.

Suele ocurrir que las grandes transformaciones se produzcan en medio de condiciones que ponen a prueba los límites conocidos. La pandemia nos dejó interrogantes y aprendizajes, muchos de las que aún no hemos analizado a profundidad, pero que anuncian oportunidades nuevas. Podríamos decir que el confinamiento y la situación provocada por la crisis sanitaria funcionó como un catalizador para el mundo digital.

Uno de los temas más intrigantes es el de la educación a distancia. Al menos en México, el modelo a distancia presentó severas complicaciones para los grados básicos, especialmente en la educación pública, y evidenció las desigualdades digitales que enfrenta la población en todo el país. También se hizo evidente que los centros educativos cumplen una doble función: al mismo tiempo que se encargan de proporcionar conocimiento, son aliados de los padres de familia pues les permiten desarrollar sus actividades remuneradas brindando protección a los infantes.

Gran cantidad de niñas y niños tuvieron que abandonar el año escolar, otros hicieron lo que pudieron para no perder su avance educativo, aunque aún se requieren estadísticas para saber si aprendieron lo necesario. En los estratos sociales más castigados, la carencia de una conexión a internet o la falta de suficientes dispositivos para acceder a las clases dificultó la enseñanza y el aprendizaje. En las familias cuyos jefes tienen un empleo informal la situación fue todavía más crítica.

A pesar de esas dificultades, que demuestran que la transformación a la era digital no está completa; se abrieron numerosas oportunidades que, si se convierten en modelos flexibles, pueden garantizar el acceso a la educación de toda la población, sobre todo en los niveles superiores, donde los lugares son pocos y la deserción escolar está íntimamente relacionada con la economía familiar. La educación digital posibilita estudiar en universidades lejanas, gestionar el tiempo con base en las actividades cotidianas, acceder a los conocimientos en un solo lugar, entre otras ventajas.

En México se ha experimentado con la educación digital desde hace tiempo, universidades como la UNAM ofrecen diversas carreras que se pueden estudiar de manera remota. Por su parte, la UNADM, que es un proyecto gubernamental, permite a alumnos de todo el país obtener un título de técnico superior universitario o alguna licenciatura; en ambos casos la educación es gratuita y no es difícil ser admitido si se cumple con las actividades correspondientes.

El éxito de la educación digital es reconocido por la iniciativa privada, han surgido escuelas digitales y numerosas universidades privadas ya ofrecen cursos y grados en el modelo remoto. Sin embargo, están ocurriendo situaciones análogas a las de los modelos presenciales: muchas de estas universidades no tienen la calidad suficiente para capacitar a un profesional de manera pertinente; mientras que las que ya de por sí son costosas, ofertan la formación digital a precios igualmente elevados, por lo que no cualquiera puede acceder a ellas.

Con todo, hay una gran cantidad de opciones de capacitación en línea que es provechosa y vale la pena: libros gratuitos o muy baratos, podcast, clases grabadas en YouTube, páginas dedicadas al aprendizaje de idiomas o plataformas como Coursera; son todas alternativas interesantes, donde se puede aprender de manera gratuita si no se requiere un certificado, aunque algunas plantean la opción de pagar por él. El acceso al conocimiento es positivo y plantea garantizar las oportunidades educativas para todas las personas, aunque todavía debemos garantizar el acceso universal a la tecnología.