/ viernes 27 de septiembre de 2019

En zona de turbulencia

Cuando se vuela en avión, en ocasiones, es común escuchar al piloto solicitar que “se abroche el cinturón de seguridad porque se pasará por una zona de turbulencia”, término empleado en el ámbito aeronáutico para referirse al efecto que las corrientes de aire ejercen sobre una aeronave, lo que provoca que se mueva de una manera suave o brusca.

Y en efecto, en una especie de paradoja, hoy en día, la aerolínea Interjet pasa por una especie de zona de turbulencia económica y litigiosa de la que se percibe que no saldrá fácilmente y que la ha colocado en el “ojo del huracán” en el sector empresarial.

Esta etapa por la que pasa Interjet se ha construido como una cadena con una serie de acontecimientos recientes, entre los que se encuentran los siguientes: el litigio con el Servicio de Administración Tributaria por la omisión del pago de impuestos desde el ejercicio fiscal de 2013, el pasivo fiscal se estima en 550 millones de pesos; las reclamaciones de los pasajeros ante fallas y demoras: ha trascendido que sólo en el aeropuerto de la Ciudad de México, de los cuatro mil 608 vuelos con cancelaciones o demoras registrados en el primer trimestre por aerolíneas mexicanas, Interjet lleva el récord de 49.8 por ciento, casi la mitad del mercado aéreo.

De acuerdo con el informe financiero del primer trimestre de la aerolínea, la pérdida de operación fue de 409.2 millones de pesos, comparada con la pérdida de operación de 567.1 del primer trimestre de 2018, con márgenes de operación de -7.0 por ciento y -10.7 por ciento, respectivamente.

El reto financiero se podría aligerar: ha trascendido que la aerolínea podría vender parte de su flota, particularmente 22 aviones rusos SSJ 100 con los que ha tenido problemas técnicos, además de que los adquirió en compraventa directa, en lugar del tradicional arrendamiento de las aeronaves que redujo su liquidez.

Aunado a lo anterior, en el panorama internacional se han presentado diversos hechos que afectan a este sector: la paridad peso-dólar, la queja sobre la entrada de Emirates Airlines —que agrega tensión competitiva— y, más recientemente, el ataque a las refinerías de Arabia Saudita que vino a complicar el precio de la turbosina, donde el costo de este combustible representa al menos 40 por ciento de los gastos del sector, por lo que habrá un inesperado aumento sustancial al combustible.

Por si fuera poco, también caló al sector el anuncio de quiebra de Thomas Cook, que de acuerdo con la Secretaría de Turismo ofrecía anualmente un promedio de 112 mil 864 asientos de avión, y de enero a julio de este año realizó 401 vuelos con un total de 122 mil 894 pasajeros; en 2018 Thomas Cook generó ingresos para México de 100 millones de dólares por el gasto de turistas.

De esta manera, tanto por factores internos y externos, Interjet pasa por una turbulencia financiera que parece acrecentarse más y es necesario que tome un vuelo más alto u otra ruta para evitar esta situación.

Cuando se vuela en avión, en ocasiones, es común escuchar al piloto solicitar que “se abroche el cinturón de seguridad porque se pasará por una zona de turbulencia”, término empleado en el ámbito aeronáutico para referirse al efecto que las corrientes de aire ejercen sobre una aeronave, lo que provoca que se mueva de una manera suave o brusca.

Y en efecto, en una especie de paradoja, hoy en día, la aerolínea Interjet pasa por una especie de zona de turbulencia económica y litigiosa de la que se percibe que no saldrá fácilmente y que la ha colocado en el “ojo del huracán” en el sector empresarial.

Esta etapa por la que pasa Interjet se ha construido como una cadena con una serie de acontecimientos recientes, entre los que se encuentran los siguientes: el litigio con el Servicio de Administración Tributaria por la omisión del pago de impuestos desde el ejercicio fiscal de 2013, el pasivo fiscal se estima en 550 millones de pesos; las reclamaciones de los pasajeros ante fallas y demoras: ha trascendido que sólo en el aeropuerto de la Ciudad de México, de los cuatro mil 608 vuelos con cancelaciones o demoras registrados en el primer trimestre por aerolíneas mexicanas, Interjet lleva el récord de 49.8 por ciento, casi la mitad del mercado aéreo.

De acuerdo con el informe financiero del primer trimestre de la aerolínea, la pérdida de operación fue de 409.2 millones de pesos, comparada con la pérdida de operación de 567.1 del primer trimestre de 2018, con márgenes de operación de -7.0 por ciento y -10.7 por ciento, respectivamente.

El reto financiero se podría aligerar: ha trascendido que la aerolínea podría vender parte de su flota, particularmente 22 aviones rusos SSJ 100 con los que ha tenido problemas técnicos, además de que los adquirió en compraventa directa, en lugar del tradicional arrendamiento de las aeronaves que redujo su liquidez.

Aunado a lo anterior, en el panorama internacional se han presentado diversos hechos que afectan a este sector: la paridad peso-dólar, la queja sobre la entrada de Emirates Airlines —que agrega tensión competitiva— y, más recientemente, el ataque a las refinerías de Arabia Saudita que vino a complicar el precio de la turbosina, donde el costo de este combustible representa al menos 40 por ciento de los gastos del sector, por lo que habrá un inesperado aumento sustancial al combustible.

Por si fuera poco, también caló al sector el anuncio de quiebra de Thomas Cook, que de acuerdo con la Secretaría de Turismo ofrecía anualmente un promedio de 112 mil 864 asientos de avión, y de enero a julio de este año realizó 401 vuelos con un total de 122 mil 894 pasajeros; en 2018 Thomas Cook generó ingresos para México de 100 millones de dólares por el gasto de turistas.

De esta manera, tanto por factores internos y externos, Interjet pasa por una turbulencia financiera que parece acrecentarse más y es necesario que tome un vuelo más alto u otra ruta para evitar esta situación.