/ domingo 18 de julio de 2021

Entre piernas y telones | Perderlo todo, menos la soledad

El teatro es al mismo tiempo una ventana que nos permite asomarnos a toda clase de historias, y un espejo en el que uno no puede dejar de reflejarse.

A cada función a la que acudo llego siempre como un recipiente vacío para llenarme de lo que la misma tenga que ofrecerme. Hay veces que sé o tengo idea de lo que puedo esperar. Quizá conozca la historia, o he visto algunos montajes de ese equipo creativo, o he seguido la trayectoria de la compañía. En otras voy absolutamente en blanco.

Ni lo uno (tener antecedentes) ni lo otro (el desconocimiento total) son garantía de nada. A veces creo que voy a lo seguro y tengo una enorme decepción y en otras me lanzo al vacío y recibo un regalo enorme.

Una muy querida amiga, que sabe mucho de teatro, Adriana González, me invitó a ver Perderlo todo, menos la soledad, que ya desde el título mismo resulta intrigante.

Como intrigante es saber que en el elenco está Alberto Lomnitz, a quien si bien he visto como actor en algunas ocasiones su trayectoria está más bien ligada a la dirección escénica.

Con esos antecedentes me lancé al teatro Sergio Magaña (en la colonia Santa María la Ribera), que por cierto me encanta, y he tenido una muy grata sorpresa con un trabajo muy cuidado, propositivo, lleno de vida y con el que el público asistente conecta muy bien.

Escrita por Valeria Fabri (quien también es parte del reparto) y dirigida por Cecilia Ramírez Romo, Perderlo todo, menos la soledad es una propuesta dramática y escénica con esencia fuertemente femenina.

No tiene una trama sencilla, sino que es de esas que obligan u orillan a cada espectador a darle la forma-interpretación que cada uno quiera, en función de sus experiencias o intereses.

He aquí una visión:

En la estación del metro Zócalo de la Ciudad de México, un hombre de 71 años y una jovencita de 17 (no es casualidad la coincidencia de dígitos) mueren por causas diferentes en el mismo sitio y a la misma hora. Son Florentino y Macarena, quienes permanecen tomados de la mano en el momento exacto de su transición entre la vida y la muerte. Y es precisamente en esos breves segundos cuando se desarrolla esta historia de amistad entre dos desconocidos, en un plano distinto a esta realidad.

Al iniciar la historia, Macarena experimenta un dolor brutal en el estómago, un desasosiego que la nubla y le lleva a percatarse que algo extraño ha ocurrido porque parece ser invisible ante el mundo. En su desesperación por sentirse sola, por fin conecta, en un extraño plano de realidad, con Florentino. Aunque no se ven ni se tocan, estos dos desconocidos mantienen comunicación por “teléfonos” enlazados hacia cualquier parte.

La historia y el montaje van por caminos impredecibles, pero interesantes, que mantienen al espectador atento, y el final (que evidentemente no revelaré aquí) es muy fuerte, conmovedor y pertinente.

Además de Alberto y Valeria, completa el reparto Meraqui Pradis.

Perderlo todo, menos la soledad fue uno de los dos proyectos ganadores de la convocatoria de Co-Producción Escénica del Teatro La Capilla 2018- 2019 y se presenta en este acogedor espacio escénico, de jueves a domingo hasta el próximo 25 de julio.

El teatro es al mismo tiempo una ventana que nos permite asomarnos a toda clase de historias, y un espejo en el que uno no puede dejar de reflejarse.

A cada función a la que acudo llego siempre como un recipiente vacío para llenarme de lo que la misma tenga que ofrecerme. Hay veces que sé o tengo idea de lo que puedo esperar. Quizá conozca la historia, o he visto algunos montajes de ese equipo creativo, o he seguido la trayectoria de la compañía. En otras voy absolutamente en blanco.

Ni lo uno (tener antecedentes) ni lo otro (el desconocimiento total) son garantía de nada. A veces creo que voy a lo seguro y tengo una enorme decepción y en otras me lanzo al vacío y recibo un regalo enorme.

Una muy querida amiga, que sabe mucho de teatro, Adriana González, me invitó a ver Perderlo todo, menos la soledad, que ya desde el título mismo resulta intrigante.

Como intrigante es saber que en el elenco está Alberto Lomnitz, a quien si bien he visto como actor en algunas ocasiones su trayectoria está más bien ligada a la dirección escénica.

Con esos antecedentes me lancé al teatro Sergio Magaña (en la colonia Santa María la Ribera), que por cierto me encanta, y he tenido una muy grata sorpresa con un trabajo muy cuidado, propositivo, lleno de vida y con el que el público asistente conecta muy bien.

Escrita por Valeria Fabri (quien también es parte del reparto) y dirigida por Cecilia Ramírez Romo, Perderlo todo, menos la soledad es una propuesta dramática y escénica con esencia fuertemente femenina.

No tiene una trama sencilla, sino que es de esas que obligan u orillan a cada espectador a darle la forma-interpretación que cada uno quiera, en función de sus experiencias o intereses.

He aquí una visión:

En la estación del metro Zócalo de la Ciudad de México, un hombre de 71 años y una jovencita de 17 (no es casualidad la coincidencia de dígitos) mueren por causas diferentes en el mismo sitio y a la misma hora. Son Florentino y Macarena, quienes permanecen tomados de la mano en el momento exacto de su transición entre la vida y la muerte. Y es precisamente en esos breves segundos cuando se desarrolla esta historia de amistad entre dos desconocidos, en un plano distinto a esta realidad.

Al iniciar la historia, Macarena experimenta un dolor brutal en el estómago, un desasosiego que la nubla y le lleva a percatarse que algo extraño ha ocurrido porque parece ser invisible ante el mundo. En su desesperación por sentirse sola, por fin conecta, en un extraño plano de realidad, con Florentino. Aunque no se ven ni se tocan, estos dos desconocidos mantienen comunicación por “teléfonos” enlazados hacia cualquier parte.

La historia y el montaje van por caminos impredecibles, pero interesantes, que mantienen al espectador atento, y el final (que evidentemente no revelaré aquí) es muy fuerte, conmovedor y pertinente.

Además de Alberto y Valeria, completa el reparto Meraqui Pradis.

Perderlo todo, menos la soledad fue uno de los dos proyectos ganadores de la convocatoria de Co-Producción Escénica del Teatro La Capilla 2018- 2019 y se presenta en este acogedor espacio escénico, de jueves a domingo hasta el próximo 25 de julio.