/ sábado 18 de agosto de 2018

Fuerzas Armadas en la democracia

Como sucede a lo largo de la historia de los países, los actores e instituciones que inciden en el diseño de los gobiernos, las instituciones y las leyes, tienen por fundamento a las prácticas sociales y a los perfiles de los liderazgos. Nuestro caso, por supuesto no es diferente. La evolución de las relaciones civiles militares, a atravesado por etapas y situaciones, en donde la normatividad, la formación de los profesionales de las armas y su relación con el pueblo, resultan esenciales para su entendimiento y proyección.

Justo en el año en que se conmemoran los 50 años de los acontecimientos que culminaron con la tarde de Tlatelolco, coincide con la tercera alternancia en el Poder Ejecutivo en lo que va del siglo XXI, en condiciones electorales que no se vivían al menos, desde los comicios de Miguel de la Madrid Hurtado (1982-1988) solo que en aquél entonces, bajo condiciones de muy escaza competitividad democrática y bajo el funcionamiento de diferentes reglas políticas a las que hoy vivimos. Sin embargo, en claro contraste, las Fuerzas Armadas, tanto en aquélla época como en la actual, siguen actuando bajo el mismo presupuesto institucional de lealtad y servicio a la Nación.

Recordemos las acciones de los integrantes del Ejército Mexicano, Fuerza Aérea Mexicana y Armada de México, en las primeras horas de los traumáticos terremotos de septiembre de 1985. También las labores de rescate y apoyo a cargo de las Fuerzas Armadas a la población luego de las potentes explosiones en San Juanico y Guadalajara, entre otros acontecimientos que cobraron la vida de cientos de mexicanos. De igual manera, además de esas tareas de invaluable apoyo a la población, desde hace casi 25 años, los militares se han sumado sin ningún reparo, a tratar de colaborar con la autoridad civil para contener la creciente ola de criminalidad que agobia al país.

Con el paso de los años y generaciones, las aportaciones de las Fuerzas Armadas para procurar las condiciones de estabilidad para la sociedad en todo el país, ha sido un factor determinante para poder construir las instituciones que nos dan la democracia que hoy tanto apreciamos. La concurrencia de las acciones de respaldo a la autoridad por parte de los militares mexicanos, procede de una acendrada doctrina y extracción popular, que produce una de los principales recursos morales con los que hoy contamos.

Este tránsito de gobierno, me remonta a la larga travesía que empezó en 1989, cuando el Partido Acción Nacional ganó la primera gubernatura para un partido distinto al Revolucionario Institucional. Fue en Baja California, en donde por supuesto, la relación del gobernador Ruffo Appel y las autoridades militares fue armónica, institucional y de apoyo por parte de los integrantes de las Fuerzas Armadas a una autoridad que había recibido el respaldo mayoritario del electorado. Así como ha sucedido antes, Andrés Manuel López Obrador, será el próximo Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas.


javierolivaposada@gmail.com

@JOPso


Como sucede a lo largo de la historia de los países, los actores e instituciones que inciden en el diseño de los gobiernos, las instituciones y las leyes, tienen por fundamento a las prácticas sociales y a los perfiles de los liderazgos. Nuestro caso, por supuesto no es diferente. La evolución de las relaciones civiles militares, a atravesado por etapas y situaciones, en donde la normatividad, la formación de los profesionales de las armas y su relación con el pueblo, resultan esenciales para su entendimiento y proyección.

Justo en el año en que se conmemoran los 50 años de los acontecimientos que culminaron con la tarde de Tlatelolco, coincide con la tercera alternancia en el Poder Ejecutivo en lo que va del siglo XXI, en condiciones electorales que no se vivían al menos, desde los comicios de Miguel de la Madrid Hurtado (1982-1988) solo que en aquél entonces, bajo condiciones de muy escaza competitividad democrática y bajo el funcionamiento de diferentes reglas políticas a las que hoy vivimos. Sin embargo, en claro contraste, las Fuerzas Armadas, tanto en aquélla época como en la actual, siguen actuando bajo el mismo presupuesto institucional de lealtad y servicio a la Nación.

Recordemos las acciones de los integrantes del Ejército Mexicano, Fuerza Aérea Mexicana y Armada de México, en las primeras horas de los traumáticos terremotos de septiembre de 1985. También las labores de rescate y apoyo a cargo de las Fuerzas Armadas a la población luego de las potentes explosiones en San Juanico y Guadalajara, entre otros acontecimientos que cobraron la vida de cientos de mexicanos. De igual manera, además de esas tareas de invaluable apoyo a la población, desde hace casi 25 años, los militares se han sumado sin ningún reparo, a tratar de colaborar con la autoridad civil para contener la creciente ola de criminalidad que agobia al país.

Con el paso de los años y generaciones, las aportaciones de las Fuerzas Armadas para procurar las condiciones de estabilidad para la sociedad en todo el país, ha sido un factor determinante para poder construir las instituciones que nos dan la democracia que hoy tanto apreciamos. La concurrencia de las acciones de respaldo a la autoridad por parte de los militares mexicanos, procede de una acendrada doctrina y extracción popular, que produce una de los principales recursos morales con los que hoy contamos.

Este tránsito de gobierno, me remonta a la larga travesía que empezó en 1989, cuando el Partido Acción Nacional ganó la primera gubernatura para un partido distinto al Revolucionario Institucional. Fue en Baja California, en donde por supuesto, la relación del gobernador Ruffo Appel y las autoridades militares fue armónica, institucional y de apoyo por parte de los integrantes de las Fuerzas Armadas a una autoridad que había recibido el respaldo mayoritario del electorado. Así como ha sucedido antes, Andrés Manuel López Obrador, será el próximo Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas.


javierolivaposada@gmail.com

@JOPso