/ martes 14 de abril de 2020

La Moviola | Kentucky fried documental

Por: Gerardo Gil Ballesteros

Adobado con corrección política, freído con un vientecillo liberal y sazonado con una salsa media dulzona para no salirse de los gustos populares, Super Size Me 2: Holy Chicken! (Morgan Spurlock, 2019) es un producto típico de los tiempos que corren.

Es un documental híbrido con vocación de comedia a la National Lampoon, rodeada de personajes bobones y un protagonista que domina la escena y que es un sarcástico de marras autoimpuesto.

Sí en 2004 Spurlock sorprendió e hizo reír – sobre todo esto último – con la comedia documental de denuncia y en exceso bufa Super Size Me , que de hecho llegó a ser nominado al premio Oscar en la categoría correspondiente, en esta ocasión la fórmula se repite: la misma cantidad de pan, de carne – o pollo- salsa, en fin. El resultado es un sabroso y entretenido platillo que navega con la cajita feliz del cine independiente, pero que de hecho va dirigido al cada vez más grande público de las plataformas streaming.

Con un estreno para público pospuesto casi dos años por un escándalo de acoso sexual en el que se vio involucrado su director que le costó la salida de algunos festivales y vista por primera vez en 2017 en Toronto donde se llevó el segundo lugar del People’s Choice para documentales, la película tuvo un estreno casi simultáneo en septiembre de 2019 para Video on demand y en cines en Estados Unidos. Ahora Amazon la trae a México.

Dos aspectos resaltan en esta segunda parte que denuncia a la industria de comida rápida que se basa en el consumo de pollo en lugar de hacerlo con una cadenas de hamburguesas como lo hizo en el filme anterior: en primer lugar una discreta vocación de nuevo periodismo en la que el director se asume como protagonista directo de los hechos.

Por otro lado, la hipótesis que pretende no dejar bien parada a los monopolios de cría de aves y las grandes cadenas de alimento chatarra se diluye ante el tono de farsa narrativa.

Como relato fílmico es ligero y aceptable. La hipótesis formal sin embargo, se diluye ante la vocación lúdica y los devaneos protagonistas del director. En el fondo resulta anecdótico y esta segunda parte ya es reiterativa.

Lo que hay que concederle sin mezquindad a Spurlock es que puso en la mira a la industria de comida rápida y que juega con las posibilidades narrativas del género.

Con el pretexto de abrir un restaurante de hamburguesas de pollo y el escándalo mediático que ocasiona, el cineasta se avoca a investigar los tejes y manejes de toda la cadena de producción. Para esto se sirve de personajes de todos tonos y colores. Empezando por él. Llama la atención la ausencia de la cadena del Coronel Sanders. Véala con un refresco de dieta al lado y no más.

Por: Gerardo Gil Ballesteros

Adobado con corrección política, freído con un vientecillo liberal y sazonado con una salsa media dulzona para no salirse de los gustos populares, Super Size Me 2: Holy Chicken! (Morgan Spurlock, 2019) es un producto típico de los tiempos que corren.

Es un documental híbrido con vocación de comedia a la National Lampoon, rodeada de personajes bobones y un protagonista que domina la escena y que es un sarcástico de marras autoimpuesto.

Sí en 2004 Spurlock sorprendió e hizo reír – sobre todo esto último – con la comedia documental de denuncia y en exceso bufa Super Size Me , que de hecho llegó a ser nominado al premio Oscar en la categoría correspondiente, en esta ocasión la fórmula se repite: la misma cantidad de pan, de carne – o pollo- salsa, en fin. El resultado es un sabroso y entretenido platillo que navega con la cajita feliz del cine independiente, pero que de hecho va dirigido al cada vez más grande público de las plataformas streaming.

Con un estreno para público pospuesto casi dos años por un escándalo de acoso sexual en el que se vio involucrado su director que le costó la salida de algunos festivales y vista por primera vez en 2017 en Toronto donde se llevó el segundo lugar del People’s Choice para documentales, la película tuvo un estreno casi simultáneo en septiembre de 2019 para Video on demand y en cines en Estados Unidos. Ahora Amazon la trae a México.

Dos aspectos resaltan en esta segunda parte que denuncia a la industria de comida rápida que se basa en el consumo de pollo en lugar de hacerlo con una cadenas de hamburguesas como lo hizo en el filme anterior: en primer lugar una discreta vocación de nuevo periodismo en la que el director se asume como protagonista directo de los hechos.

Por otro lado, la hipótesis que pretende no dejar bien parada a los monopolios de cría de aves y las grandes cadenas de alimento chatarra se diluye ante el tono de farsa narrativa.

Como relato fílmico es ligero y aceptable. La hipótesis formal sin embargo, se diluye ante la vocación lúdica y los devaneos protagonistas del director. En el fondo resulta anecdótico y esta segunda parte ya es reiterativa.

Lo que hay que concederle sin mezquindad a Spurlock es que puso en la mira a la industria de comida rápida y que juega con las posibilidades narrativas del género.

Con el pretexto de abrir un restaurante de hamburguesas de pollo y el escándalo mediático que ocasiona, el cineasta se avoca a investigar los tejes y manejes de toda la cadena de producción. Para esto se sirve de personajes de todos tonos y colores. Empezando por él. Llama la atención la ausencia de la cadena del Coronel Sanders. Véala con un refresco de dieta al lado y no más.