/ domingo 29 de marzo de 2020

La moviola | Sólo buenos muchachos

Eterno resplandor de un streaming, sin estrenos. La cultura de lo novedoso versus lo clásico. Las dos batallas se libran en las plataformas de TV por internet. Ha cambiado, sin lugar a dudas, la manera en como consumimos entretenimiento casero –tan importante en estos días-, pero hay hábitos que se mantienen; son casi las mismas series aquellas que tiene la mayor cantidad de descargas. Lo que antes, en el pasado, ese país extranjero, como dijo Salman Rushdie- se llamaba rating.

Pero si uno va más allá del limitado fenómeno mediático, hay asuntos interesantes. No el tema del que todo mundo habla o escribe con la paranoia de las redes sociales, sino series, películas y documentales de buen calado, aunque algo discretas.

Es el caso por ejemplo de The toys that made us (Brian Volk–Weiss, 2017-2019). El asunto en apariencia es sencillo: una serie documental, con su tonito de farsa y teatralidad, lo que comprueba la tan de moda hibridez de género, sobre la historia de diversos juguetes y cómo se convirtieron en iconos internacionales de la cultura popular.

El programa, que es idea original de Volk-Weiss, le da un repaso en tono sobre todo de sátira a éxitos comerciales, algunos inexplicables, de juguetes como

He-Man, Star Trek, Helo Kitty y casi cualquier producto que ahora sea un referente de la cultura chavoruca. La sociedad y civilización del espectáculo en pleno, como diría en un principio Guy Debord y retomaría en un ensayo Mario Vargas Llosa.

Antes mero entretenimiento, después cultura pop y ahora solo cultura, ya que refleja un carácter, de la sociedad actual. Especial interés merece el episodio de la temporada más reciente –la tercera- dedicado a los Power Rangers. La idea surge de un plagio alegre del entretenimiento infantil japonés, hecho con la cínica pero honesta intención de ganar dinero.

Dele una oportunidad a la serie, le va a traer recuerdos. Pero sobre todo, disfrute el cinismo de la cultura de consumo actual. Pop, para sonar elegantes.

La plataforma es Netflix.

Y a un nivel aparte, se puede encontrar, en el mismo sistema. Una plática entre amigos que están más allá del bien y del mal. Porque en El irlandés: una charla detrás de cámaras, Martin Scorsese, reafirma su visión del cine. Pero no lo hace para un necio público millennial, ese, que sólo busca la serie de moda, sino para aquel espectador que sepa gozar de la reunión de unos buenos muchachos: Scorsese, Robert

De Niro, Al Pacino y Joe Pesci, que con un cínico humor de viejos, dan un repaso al delicado proceso creativo. Todo en torno a una sobria mesa, con bebidas alcohólicas.

Clase de cine per se, de duración mínima –sólo 23 minutos- el trabajo es entrañable.

Eterno resplandor de un streaming, sin estrenos. La cultura de lo novedoso versus lo clásico. Las dos batallas se libran en las plataformas de TV por internet. Ha cambiado, sin lugar a dudas, la manera en como consumimos entretenimiento casero –tan importante en estos días-, pero hay hábitos que se mantienen; son casi las mismas series aquellas que tiene la mayor cantidad de descargas. Lo que antes, en el pasado, ese país extranjero, como dijo Salman Rushdie- se llamaba rating.

Pero si uno va más allá del limitado fenómeno mediático, hay asuntos interesantes. No el tema del que todo mundo habla o escribe con la paranoia de las redes sociales, sino series, películas y documentales de buen calado, aunque algo discretas.

Es el caso por ejemplo de The toys that made us (Brian Volk–Weiss, 2017-2019). El asunto en apariencia es sencillo: una serie documental, con su tonito de farsa y teatralidad, lo que comprueba la tan de moda hibridez de género, sobre la historia de diversos juguetes y cómo se convirtieron en iconos internacionales de la cultura popular.

El programa, que es idea original de Volk-Weiss, le da un repaso en tono sobre todo de sátira a éxitos comerciales, algunos inexplicables, de juguetes como

He-Man, Star Trek, Helo Kitty y casi cualquier producto que ahora sea un referente de la cultura chavoruca. La sociedad y civilización del espectáculo en pleno, como diría en un principio Guy Debord y retomaría en un ensayo Mario Vargas Llosa.

Antes mero entretenimiento, después cultura pop y ahora solo cultura, ya que refleja un carácter, de la sociedad actual. Especial interés merece el episodio de la temporada más reciente –la tercera- dedicado a los Power Rangers. La idea surge de un plagio alegre del entretenimiento infantil japonés, hecho con la cínica pero honesta intención de ganar dinero.

Dele una oportunidad a la serie, le va a traer recuerdos. Pero sobre todo, disfrute el cinismo de la cultura de consumo actual. Pop, para sonar elegantes.

La plataforma es Netflix.

Y a un nivel aparte, se puede encontrar, en el mismo sistema. Una plática entre amigos que están más allá del bien y del mal. Porque en El irlandés: una charla detrás de cámaras, Martin Scorsese, reafirma su visión del cine. Pero no lo hace para un necio público millennial, ese, que sólo busca la serie de moda, sino para aquel espectador que sepa gozar de la reunión de unos buenos muchachos: Scorsese, Robert

De Niro, Al Pacino y Joe Pesci, que con un cínico humor de viejos, dan un repaso al delicado proceso creativo. Todo en torno a una sobria mesa, con bebidas alcohólicas.

Clase de cine per se, de duración mínima –sólo 23 minutos- el trabajo es entrañable.