Si los resultados que ofrecen las múltiples encuestas que se levantan cada semana sobre las preferencias electorales rumbo al primero de julio, fueran determinantes y contundentes, muchos precandidatos a diputados, senadores y, por supuesto, Presidente de la República, deberían bajar los brazos e irse a su casa a esperar su destino manifiesto.
Sin embargo, la realidad no es así. Si se trata de elegir al más popular, sin duda el candidato de la coalición Juntos Haremos Historia, Andrés Manuel López Obrador, sería el ganador, porque casi el 99 por ciento de los mexicanos lo conocen y ¿cómo no? Si lleva 18 años recorriendo el país, haciendo uso de su capacidad innata de polemizar y generar opiniones encontradas.
En la semana que concluye se vio un sinnúmero de mediciones sobre preferencias electorales y la mayoría coincide en que, si bien López Obradores el puntero, el abanderado de la coalición Por México al Frente, Ricardo Anaya no está tan lejos e incluso en algunas lo ubican pisándole los talones al morenista.
Y qué decir de José Antonio Meade, el candidato de la coalición Todos por México que pareciera condenado a no pasar del tercer lugar. Pero, esto apenas empieza. Como él mismo dice, antes de diciembre pocos sabían quién era, es más lo veían como un lejano Secretario de Hacienda.
Ahora a partir de marzo inicia la verdadera medición de la preferencia. Y se verá si los mexicanos se van por las ocurrencias o prefieren un Presidente de la República con preparación, temple, rigor técnico y sensibilidad política, como se define a sí mismo el candidato del PRI, quien en repetidas ocasiones ha dado muestra de su inteligencia.
Si no, cómo entender que a pesar de lo fácil que es irse con el graznar de los patos que exigen la renuncia de Enrique Ochoa a la dirigencia del PRI, haya respaldado su trabajo y permanencia en la presidencia priista y que haya dejado claro que no habrá deslinde con el Presidente Peña Nieto, como muchos asiduos al fratricidio quisieran. En su lugar sí habrá una propuesta contundente para la solución de los problemas que el país enfrenta. Eso es realmente lo importante, lo demás es un fomento al morbo y chismes de politiquillos.
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