/ sábado 28 de octubre de 2017

Mujeres en busca de sexo / La timidez del pulpo

¿Quién no se ha encontrado un humano que abraza, como pensamos que lo hace un pulpo? Tenemos una imaginación que si revisamos, nos delata la mayor parte del tiempo.

Pulpo. 1. Nombre común de diversas especies de moluscos cefalópodos que tienen el cuerpo en forma de saco, con ocho brazos de gran longitud, y poseen un sifón por el que expulsan agua para propulsarse o tinta para enturbiar el agua cuando se sienten amenazados; 2. Persona que aprovecha cualquier ocasión para tocar con intenciones sexuales a otra persona.

Así que según podemos percatarnos, la imaginación está en los libros. Pues claro, esa segunda acepción de pulpo podría ser la de un bípedo; ese animal que se sostiene, anda, corre o salta sobre dos pies: el chimpancé y el canguro son vertebrados bípedos, aunque también hay robots y dinosaurios bípedos, no obstante ellos pudieran no tener la posibilidad de actuar como pulpos, no así el hombre ¡ah caray!, su majestad bípedo.

Platón definió al hombre como un “bípedo sin plumas”, ¿lo pueden creer? y a Diógenes Laercio se le ocurrió entonces desplumar un gallo, llevarlo a la escuela, y decirle a todos los estudiantes: “Aquí tenéis el hombre de Platón”. Pobre gallo. Y estos bípedos, haciendo demostraciones de campo.

Ser bípedo, según investigaciones, fue cuestión de ahorro de energía, ¿qué tal? Quizá por eso no somos cuadrúpedos. Si acaso pensábamos que era por nuestra “gran inteligencia”, más bien resulta que fue para “evitar la fatiga”. Tal vez la naturaleza humana, antes que nuestra inteligencia e investigación alguna apareciera, se haya dado cuenta de que mientras menos comamos, alcanzará para más y que en cuatro patas, probablemente no cabríamos en el planeta. De hecho, no tengo claro si cabemos, y lo pienso por muchos de nuestros gobernantes. De verdad que ya no hay espacio para ellos.

Toda esta serie de cosas se las cuento, porque Rudy Santos es un filipino con 67 años de edad, que padece una enfermedad extraña: un gemelo parasitario, por lo que tiene cuatro brazos y tres piernas. A él le llaman el hombre pulpo, porque así pudo como espectáculo, vivir. Es casado y con un hijo. No es el único caso. Quedé tan impactada, que en reunión con las amigas, de ese tema tan terrible, como también podrían ser los terremotos, las inundaciones y la miseria humana, pasamos a aquél de: Si preferimos ocho brazos o dos piernas, cualquier referencia o imagen futbolística que venga a su imaginación, es producto de su mera creatividad. He dicho.

La primera en saltar fue Marcia: -Pues por andar en las profundidades, ser nocturnos y maestros del camuflaje, me gusta lo que se me parece. Me quedo con los pulpos.

-¡Ajá!, se burló Lucrecia: -Deberá ser porque también son tímidos y huidizos, o porque cada uno de sus tentáculos tiene un pequeño cerebro, que se conecta con el principal. Amarías tener muchos

cerebros.

-¡No es cierto!, dijo espantada Leonarda. -¿Nueve cerebros? Ni hablar, yo prefiero a cualquier bípedo, ¿para qué meterme en tanto problema, si lo único que quiero es divertirme?

-Alejandro Magno se refirió al pulpo como “serpiente de ocho cabezas”, comentó la lectora voraz que es Florencia. –Incluso Víctor Hugo lo describió, como tantos artistas: “monstruo enorme, sediento de sangre y capaz de pulverizar barcos”, y lo mejor fue que nunca vio alguno.

-Pero no has dicho, ¿qué prefieres tú?, dijo Carlota a Florencia.

-Yo no quiero un pulpo, yo prefiero ser pulpo macho, porque las hembras no se alimentan mientras están cuidando los huevos, y llegan a morir por debilidad, luego de que los “hijitos pulpos” nacen, remató sarcástica Florencia.

-¿No será por ese tercer brazo derecho del macho, que es en realidad su órgano copulador?, comentó Rosaura alborotada. –Sin embargo, prefiero hablar de los pulpos varones, y les digo que según la situación, los prefiero pulpos o bípedos… Y no importa que los pulpos puedan gastar más energía, que tomen vitaminas.

-¿Y qué dices tú Carlota? Calladita, calladita, pregunté yo queridos lectores, y sabiamente soltó: -Los pulpos cambian de color según sus sensaciones o “sentimientos”, pálidos cuando tienen miedo y de tonalidad azul, producto de la excitación.

Así que en lo personal, y a partir de este momento, buscaré bípedos, cuadrúpedos y pulpos de diferentes tonos. Ahora tengo suficiente

información.

Comentarios: celiatgramos@gmail.com

¿Quién no se ha encontrado un humano que abraza, como pensamos que lo hace un pulpo? Tenemos una imaginación que si revisamos, nos delata la mayor parte del tiempo.

Pulpo. 1. Nombre común de diversas especies de moluscos cefalópodos que tienen el cuerpo en forma de saco, con ocho brazos de gran longitud, y poseen un sifón por el que expulsan agua para propulsarse o tinta para enturbiar el agua cuando se sienten amenazados; 2. Persona que aprovecha cualquier ocasión para tocar con intenciones sexuales a otra persona.

Así que según podemos percatarnos, la imaginación está en los libros. Pues claro, esa segunda acepción de pulpo podría ser la de un bípedo; ese animal que se sostiene, anda, corre o salta sobre dos pies: el chimpancé y el canguro son vertebrados bípedos, aunque también hay robots y dinosaurios bípedos, no obstante ellos pudieran no tener la posibilidad de actuar como pulpos, no así el hombre ¡ah caray!, su majestad bípedo.

Platón definió al hombre como un “bípedo sin plumas”, ¿lo pueden creer? y a Diógenes Laercio se le ocurrió entonces desplumar un gallo, llevarlo a la escuela, y decirle a todos los estudiantes: “Aquí tenéis el hombre de Platón”. Pobre gallo. Y estos bípedos, haciendo demostraciones de campo.

Ser bípedo, según investigaciones, fue cuestión de ahorro de energía, ¿qué tal? Quizá por eso no somos cuadrúpedos. Si acaso pensábamos que era por nuestra “gran inteligencia”, más bien resulta que fue para “evitar la fatiga”. Tal vez la naturaleza humana, antes que nuestra inteligencia e investigación alguna apareciera, se haya dado cuenta de que mientras menos comamos, alcanzará para más y que en cuatro patas, probablemente no cabríamos en el planeta. De hecho, no tengo claro si cabemos, y lo pienso por muchos de nuestros gobernantes. De verdad que ya no hay espacio para ellos.

Toda esta serie de cosas se las cuento, porque Rudy Santos es un filipino con 67 años de edad, que padece una enfermedad extraña: un gemelo parasitario, por lo que tiene cuatro brazos y tres piernas. A él le llaman el hombre pulpo, porque así pudo como espectáculo, vivir. Es casado y con un hijo. No es el único caso. Quedé tan impactada, que en reunión con las amigas, de ese tema tan terrible, como también podrían ser los terremotos, las inundaciones y la miseria humana, pasamos a aquél de: Si preferimos ocho brazos o dos piernas, cualquier referencia o imagen futbolística que venga a su imaginación, es producto de su mera creatividad. He dicho.

La primera en saltar fue Marcia: -Pues por andar en las profundidades, ser nocturnos y maestros del camuflaje, me gusta lo que se me parece. Me quedo con los pulpos.

-¡Ajá!, se burló Lucrecia: -Deberá ser porque también son tímidos y huidizos, o porque cada uno de sus tentáculos tiene un pequeño cerebro, que se conecta con el principal. Amarías tener muchos

cerebros.

-¡No es cierto!, dijo espantada Leonarda. -¿Nueve cerebros? Ni hablar, yo prefiero a cualquier bípedo, ¿para qué meterme en tanto problema, si lo único que quiero es divertirme?

-Alejandro Magno se refirió al pulpo como “serpiente de ocho cabezas”, comentó la lectora voraz que es Florencia. –Incluso Víctor Hugo lo describió, como tantos artistas: “monstruo enorme, sediento de sangre y capaz de pulverizar barcos”, y lo mejor fue que nunca vio alguno.

-Pero no has dicho, ¿qué prefieres tú?, dijo Carlota a Florencia.

-Yo no quiero un pulpo, yo prefiero ser pulpo macho, porque las hembras no se alimentan mientras están cuidando los huevos, y llegan a morir por debilidad, luego de que los “hijitos pulpos” nacen, remató sarcástica Florencia.

-¿No será por ese tercer brazo derecho del macho, que es en realidad su órgano copulador?, comentó Rosaura alborotada. –Sin embargo, prefiero hablar de los pulpos varones, y les digo que según la situación, los prefiero pulpos o bípedos… Y no importa que los pulpos puedan gastar más energía, que tomen vitaminas.

-¿Y qué dices tú Carlota? Calladita, calladita, pregunté yo queridos lectores, y sabiamente soltó: -Los pulpos cambian de color según sus sensaciones o “sentimientos”, pálidos cuando tienen miedo y de tonalidad azul, producto de la excitación.

Así que en lo personal, y a partir de este momento, buscaré bípedos, cuadrúpedos y pulpos de diferentes tonos. Ahora tengo suficiente

información.

Comentarios: celiatgramos@gmail.com