/ sábado 4 de noviembre de 2017

Mujeres en busca de sexo / Mujeres orgullosas

Algo que me gusta de la gente brillante y que además, ha sido reconocida, es que va por el mundo con mucha sencillez, sin querer adoctrinar a diestra y siniestra, incluso, con muchas interrogantes y asombro sobre todo lo que observa; también con prudencia. Acepta con tranquilidad que no lo sabe todo, y otra de sus grandes cualidades, es el que sabe escuchar.

Les cuento esto, porque hace unos días tuve la oportunidad de ir a una conferencia del Premio Nobel de Economía, en 2008, Paul Krugman, que estuvo por acá en México, traído por The New York Times.

Claro, ustedes dirán, ¿y qué tiene qué ver la economía con el sexo? ¿Qué tiene que ver con las mujeres y con que sean orgullosas?

Pues bien, la economía siempre tiene que ver con el sexo. Mientras más dinero, mayor sofisticación en él; mientras menos, más chamacos desparramados al mundo. Y a fin de cuentas, muchos -tanto con menos o con más dinero-, crecen a la deriva. Motivo de bastantes de nuestros

conflictos.

Yo sé, que podría hablarles del acoso, que está por todos lados y es tendencia; que podría contarles de una fiesta de disfraces; del día de muertos y nuestro particular festejo con las amigas; del reto lanzado por la fundadora del sitio O’Actually, dedicado al placer femenino, consistente en que la mujer tenga un orgasmo al día; o qué tal, sobre Miss Perú, certamen en que en lugar de dar sus medidas personales, dieron cifras de abuso y asesinatos a mujeres. Sé que todo eso quedaría muy bien para unirme y concordar, y no es que algunos temas no me interesen…, pero no me da la gana. A veces me sumo, pero creo que en la medida de lo posible debemos buscar lo nuestro, lo propio, lo que uno tiene qué decir y no tener que repetirnos en la voz común, ni la de a pie ni aquella sobre ruedas. ¡Qué quieren, soy terrestre! Ni agua ni cielo.

Volviendo a aquella charla, nosotros como siempre, inmediatistas que somos y casi  monotemáticos, preguntamos sobre el TLCAN, y Krugman dijo muy calmado que si los norteamericanos abandonan el TLCAN de una manera ‘suave’, México se podría hacer un 2% más pobre, como Inglaterra lo será por el Brexit; pero que él veía difícil que la solución fuese el abandono de este tratado, ya que hay mucho dinero invertido en él y la gente hace compromisos a largo plazo. En dicho caso, mencionó, nos guiaríamos por los acuerdos de la Organización Mundial de Comercio. También consideró que una salida de México de forma ‘dura’ del TLC, implicaría un 20-30% de aranceles, aplicado a los productos.

Dijo más, que esa promesa general de que la liberalización económica llevará a un crecimiento prominente, NO existe. Puros sueños guajiros.

Para rematar, consideró que en lo particular, un ambiente totalmente corrupto, es la muerte para la pequeña empresa. La expansión de la manufactura mexicana, por la corrupción, no podrá ir más allá. Quedará absorbida por los rateros… Una dialéctica del amo y el esclavo. Dominador y sumiso, ¿hasta cuándo? ¿Por qué siempre apostarle a la buena fe, en dónde lo que debe ponerse, es la cabeza?

Y ya no les diré más de lo que conversó, pero ¿podemos aplicar cada uno de sus conceptos a las relaciones amorosas, o tendremos que recurrir al Premio Nobel de Economía 2017, Richard H. Thaler?, cuya obra trata fundamentalmente sobre cómo las emociones afectan ese ente al que llaman mercado, que en realidad no existe, porque jamás los precios se han regulado por la oferta y la demanda; sino de acuerdo a los intereses de los factores reales de poder. Economía, psicología, mercadotecnia unidas… Consumo.

La economía siempre puede trasladarse a las relaciones interpersonales, es la base. La economía habla de negociación, y las relaciones interpersonales, entre dos o más, son eso; una negociación verbal y/o física, un reconocimiento de nosotros y nuestros límites; la sabiduría suficiente, para discernir si algo comienza a desmembrarme o no, a erosionarme como sujeto; si podemos ser parejos. Si tú me das placer, te doy placer... Algo así.

Y las mujeres somos orgullosas, porque comenzamos a mandar al diablo esa idea pertinaz que teníamos por tropezar. Aunque nos rompa por un rato, si no es a la par, somos muy capaces de reconstruirnos y empezar de cero, enviando todo al carajo.

 

celiatgramos@gmail.com

Algo que me gusta de la gente brillante y que además, ha sido reconocida, es que va por el mundo con mucha sencillez, sin querer adoctrinar a diestra y siniestra, incluso, con muchas interrogantes y asombro sobre todo lo que observa; también con prudencia. Acepta con tranquilidad que no lo sabe todo, y otra de sus grandes cualidades, es el que sabe escuchar.

Les cuento esto, porque hace unos días tuve la oportunidad de ir a una conferencia del Premio Nobel de Economía, en 2008, Paul Krugman, que estuvo por acá en México, traído por The New York Times.

Claro, ustedes dirán, ¿y qué tiene qué ver la economía con el sexo? ¿Qué tiene que ver con las mujeres y con que sean orgullosas?

Pues bien, la economía siempre tiene que ver con el sexo. Mientras más dinero, mayor sofisticación en él; mientras menos, más chamacos desparramados al mundo. Y a fin de cuentas, muchos -tanto con menos o con más dinero-, crecen a la deriva. Motivo de bastantes de nuestros

conflictos.

Yo sé, que podría hablarles del acoso, que está por todos lados y es tendencia; que podría contarles de una fiesta de disfraces; del día de muertos y nuestro particular festejo con las amigas; del reto lanzado por la fundadora del sitio O’Actually, dedicado al placer femenino, consistente en que la mujer tenga un orgasmo al día; o qué tal, sobre Miss Perú, certamen en que en lugar de dar sus medidas personales, dieron cifras de abuso y asesinatos a mujeres. Sé que todo eso quedaría muy bien para unirme y concordar, y no es que algunos temas no me interesen…, pero no me da la gana. A veces me sumo, pero creo que en la medida de lo posible debemos buscar lo nuestro, lo propio, lo que uno tiene qué decir y no tener que repetirnos en la voz común, ni la de a pie ni aquella sobre ruedas. ¡Qué quieren, soy terrestre! Ni agua ni cielo.

Volviendo a aquella charla, nosotros como siempre, inmediatistas que somos y casi  monotemáticos, preguntamos sobre el TLCAN, y Krugman dijo muy calmado que si los norteamericanos abandonan el TLCAN de una manera ‘suave’, México se podría hacer un 2% más pobre, como Inglaterra lo será por el Brexit; pero que él veía difícil que la solución fuese el abandono de este tratado, ya que hay mucho dinero invertido en él y la gente hace compromisos a largo plazo. En dicho caso, mencionó, nos guiaríamos por los acuerdos de la Organización Mundial de Comercio. También consideró que una salida de México de forma ‘dura’ del TLC, implicaría un 20-30% de aranceles, aplicado a los productos.

Dijo más, que esa promesa general de que la liberalización económica llevará a un crecimiento prominente, NO existe. Puros sueños guajiros.

Para rematar, consideró que en lo particular, un ambiente totalmente corrupto, es la muerte para la pequeña empresa. La expansión de la manufactura mexicana, por la corrupción, no podrá ir más allá. Quedará absorbida por los rateros… Una dialéctica del amo y el esclavo. Dominador y sumiso, ¿hasta cuándo? ¿Por qué siempre apostarle a la buena fe, en dónde lo que debe ponerse, es la cabeza?

Y ya no les diré más de lo que conversó, pero ¿podemos aplicar cada uno de sus conceptos a las relaciones amorosas, o tendremos que recurrir al Premio Nobel de Economía 2017, Richard H. Thaler?, cuya obra trata fundamentalmente sobre cómo las emociones afectan ese ente al que llaman mercado, que en realidad no existe, porque jamás los precios se han regulado por la oferta y la demanda; sino de acuerdo a los intereses de los factores reales de poder. Economía, psicología, mercadotecnia unidas… Consumo.

La economía siempre puede trasladarse a las relaciones interpersonales, es la base. La economía habla de negociación, y las relaciones interpersonales, entre dos o más, son eso; una negociación verbal y/o física, un reconocimiento de nosotros y nuestros límites; la sabiduría suficiente, para discernir si algo comienza a desmembrarme o no, a erosionarme como sujeto; si podemos ser parejos. Si tú me das placer, te doy placer... Algo así.

Y las mujeres somos orgullosas, porque comenzamos a mandar al diablo esa idea pertinaz que teníamos por tropezar. Aunque nos rompa por un rato, si no es a la par, somos muy capaces de reconstruirnos y empezar de cero, enviando todo al carajo.

 

celiatgramos@gmail.com