/ domingo 28 de enero de 2024

Poder y psicopatía (III)

III. Iósif Stalin, el georgiano de acero: el Terror soviético

"Una muerte es una tragedia; un millón es una estadística"

J.S.


Pocos seres existieron tan despiadados en la historia contemporánea como él: un hombre físicamente marcado desde los 4 años de edad cuando la viruela dejó su paso por el rostro; que nació con sindactilia en su pie izquierdo y, a la edad de 12 años, terminó deformado por un carruaje que lo embistió acortando su brazo izquierdo. Sin embargo, esto no podría haber justificado los niveles de crueldad a los que llegó ese hombre al que le decían “el Padrecito”, “Soso”, “Koba”, el defensor de los pobres. Sí, el “Terror soviético”: Iósif Vissariónovich Dzhugashvili. No otro que Iósif Stalin, el hombre de “stal”, el hombre “de acero”.

Originario de Georgia, tuvo una infancia violenta, sobre todo a causa de su padre, de profesión zapatero. Sin embargo, fue gracias a su madre que logró estudiar en diferentes escuelas hasta llegar al Seminario de Triblisi, destacándose siempre por su aguda inteligencia. No obstante, el acercamiento con el ideario socialista (marxista en particular), pronto lo hará cuestionar las enseñanzas religiosas. El germen de la disidencia hará presa de él y surgirá un nuevo rebelde que habrá de escapar del seminario hasta declararse ateo, procediendo, a partir de ese momento, a cometer toda clase de delitos, siendo encarcelado y fugándose reiteradamente, dando inicio con ello a su periplo multipartidista entre 1905 y 1912 hasta llegar al partido socialista en el que conoce a Lenin y éste detecta en él a un ser especial.

Nombrado miembro del Comité Central del Partido Bolchevique por Lenin, Stalin seguirá avanzando, aún y cuando al paso de los años el propio Lenin comenzará a darse cuenta de que la verdadera naturaleza de éste es temible y advierte a sus camaradas de ello sin que le hagan caso. Es demasiado tarde. La manipulación stalinista ha surtido efecto y Lenin pronto estará en su lecho de muerte. ¿Tuvo Stalin responsabilidad de ella? Muchos creen que sí porque al final de sus días el propio Lenin advertía del peligro que implicaría nombrar como dirigente del partido a Stalin. ¿Exageraba? No. Si algo Stalin tenía claro es que debía exterminar no sólo a sus opositores, a los que declaraba de antemano enemigos antirrevolucionarios, a los que debía desaparecer en aras de evitar que pudieran robarle un átomo de visibilidad y, sobre todo, de poder.

Así, ipso facto, Stalin comienza a adquirir más y más poder, a tal grado que se le somete a un examen psiquiátrico -a petición del Comité Central- a cargo del eminente Vladimir Mikhailovich Bekhterev, quien no dudará en sentenciar: Stalin es un “paranoico con la mano seca”, apareciendo días después muerto y sus obras y nombre borrados de todo registro por orden del propio Koba. Para entonces, Stalin está ya en la cúspide del poder y dominará a la naciente URSS desde 1922 a 1953. No hay duda que impulsará denodadamente la modernización soviética, pero el precio de la “colectivización forzada” será pagado con la muerte de millones de campesinos.

En lo personal, Stalin no tiene solidaridad ni arraigo con la nueva nación soviética. Imposible que la tenga si no la ha tenido con el pueblo georgiano y mucho menos con la familia. Un bolchevique -dice- lo menos que puede tener es una familia. Pronto, todos los líderes políticos que coexistían con él comienzan a ser ejecutados. Lenin es el primero y, años más tarde, después de una larga cacería, el propio Trotski en México es ejecutado arteramente en su propio escritorio.

Stalin se devela cada día más como un ser intolerante que duda de todos y los persigue hasta lograr su exterminio. Nikolai Bujarin dirá: era tan grande su inseguridad paranoica que no sólo se afectaba cuando veía que no podía convencer a los demás de cuán grande era: él mismo dudaba de sí. Por eso mismo da inicio su cacería contra los medios de comunicación y contra todos sus críticos y opositores. Ser admirado por los demás era vital para él. Toda admiración era poca. Comienza entonces él mismo a impulsar un culto a su persona, desde los niños que integra en grupos de “pioneros”, hasta trastocar la historia que se enseñaba en las escuelas al grado de incluirse él mismo en ella. En todo debía quedar su marca, en todas partes su imagen, para entonces ya trucada. Su rostro “impecable” rara vez se vio como era en la realidad tras el paso de la viruela infantil.

Sí, no creía en nadie. Torturaba a todo aquel que le cuestionaba. Persiguió a periodistas, intelectuales y poetas. Impulsó la rusificación, el rechazo al Dios cristiano y creó a la KGB, una de las mejores policías secretas del mundo. El único Dios era, en el fondo, Él. A decir de uno de sus principales biógrafos, Donald Raynfield, tuvo cinco verdugos principales: Dzierzynski, Menzhinski, Yagoda, Yezhov y Beria, pero ninguno le sobrepasó en maldad, pues su psicopatía estaba caracterizada por un profundo sadismo.

Se ha dicho que era el alter ego de Hitler, pero en realidad fue uno de los más despiadados líderes-dictadores psicópatas de la historia contemporánea como veremos. (Continuará)


bettyzanolli@gmail.com

X: @BettyZanolli

Youtube: bettyzanolli


III. Iósif Stalin, el georgiano de acero: el Terror soviético

"Una muerte es una tragedia; un millón es una estadística"

J.S.


Pocos seres existieron tan despiadados en la historia contemporánea como él: un hombre físicamente marcado desde los 4 años de edad cuando la viruela dejó su paso por el rostro; que nació con sindactilia en su pie izquierdo y, a la edad de 12 años, terminó deformado por un carruaje que lo embistió acortando su brazo izquierdo. Sin embargo, esto no podría haber justificado los niveles de crueldad a los que llegó ese hombre al que le decían “el Padrecito”, “Soso”, “Koba”, el defensor de los pobres. Sí, el “Terror soviético”: Iósif Vissariónovich Dzhugashvili. No otro que Iósif Stalin, el hombre de “stal”, el hombre “de acero”.

Originario de Georgia, tuvo una infancia violenta, sobre todo a causa de su padre, de profesión zapatero. Sin embargo, fue gracias a su madre que logró estudiar en diferentes escuelas hasta llegar al Seminario de Triblisi, destacándose siempre por su aguda inteligencia. No obstante, el acercamiento con el ideario socialista (marxista en particular), pronto lo hará cuestionar las enseñanzas religiosas. El germen de la disidencia hará presa de él y surgirá un nuevo rebelde que habrá de escapar del seminario hasta declararse ateo, procediendo, a partir de ese momento, a cometer toda clase de delitos, siendo encarcelado y fugándose reiteradamente, dando inicio con ello a su periplo multipartidista entre 1905 y 1912 hasta llegar al partido socialista en el que conoce a Lenin y éste detecta en él a un ser especial.

Nombrado miembro del Comité Central del Partido Bolchevique por Lenin, Stalin seguirá avanzando, aún y cuando al paso de los años el propio Lenin comenzará a darse cuenta de que la verdadera naturaleza de éste es temible y advierte a sus camaradas de ello sin que le hagan caso. Es demasiado tarde. La manipulación stalinista ha surtido efecto y Lenin pronto estará en su lecho de muerte. ¿Tuvo Stalin responsabilidad de ella? Muchos creen que sí porque al final de sus días el propio Lenin advertía del peligro que implicaría nombrar como dirigente del partido a Stalin. ¿Exageraba? No. Si algo Stalin tenía claro es que debía exterminar no sólo a sus opositores, a los que declaraba de antemano enemigos antirrevolucionarios, a los que debía desaparecer en aras de evitar que pudieran robarle un átomo de visibilidad y, sobre todo, de poder.

Así, ipso facto, Stalin comienza a adquirir más y más poder, a tal grado que se le somete a un examen psiquiátrico -a petición del Comité Central- a cargo del eminente Vladimir Mikhailovich Bekhterev, quien no dudará en sentenciar: Stalin es un “paranoico con la mano seca”, apareciendo días después muerto y sus obras y nombre borrados de todo registro por orden del propio Koba. Para entonces, Stalin está ya en la cúspide del poder y dominará a la naciente URSS desde 1922 a 1953. No hay duda que impulsará denodadamente la modernización soviética, pero el precio de la “colectivización forzada” será pagado con la muerte de millones de campesinos.

En lo personal, Stalin no tiene solidaridad ni arraigo con la nueva nación soviética. Imposible que la tenga si no la ha tenido con el pueblo georgiano y mucho menos con la familia. Un bolchevique -dice- lo menos que puede tener es una familia. Pronto, todos los líderes políticos que coexistían con él comienzan a ser ejecutados. Lenin es el primero y, años más tarde, después de una larga cacería, el propio Trotski en México es ejecutado arteramente en su propio escritorio.

Stalin se devela cada día más como un ser intolerante que duda de todos y los persigue hasta lograr su exterminio. Nikolai Bujarin dirá: era tan grande su inseguridad paranoica que no sólo se afectaba cuando veía que no podía convencer a los demás de cuán grande era: él mismo dudaba de sí. Por eso mismo da inicio su cacería contra los medios de comunicación y contra todos sus críticos y opositores. Ser admirado por los demás era vital para él. Toda admiración era poca. Comienza entonces él mismo a impulsar un culto a su persona, desde los niños que integra en grupos de “pioneros”, hasta trastocar la historia que se enseñaba en las escuelas al grado de incluirse él mismo en ella. En todo debía quedar su marca, en todas partes su imagen, para entonces ya trucada. Su rostro “impecable” rara vez se vio como era en la realidad tras el paso de la viruela infantil.

Sí, no creía en nadie. Torturaba a todo aquel que le cuestionaba. Persiguió a periodistas, intelectuales y poetas. Impulsó la rusificación, el rechazo al Dios cristiano y creó a la KGB, una de las mejores policías secretas del mundo. El único Dios era, en el fondo, Él. A decir de uno de sus principales biógrafos, Donald Raynfield, tuvo cinco verdugos principales: Dzierzynski, Menzhinski, Yagoda, Yezhov y Beria, pero ninguno le sobrepasó en maldad, pues su psicopatía estaba caracterizada por un profundo sadismo.

Se ha dicho que era el alter ego de Hitler, pero en realidad fue uno de los más despiadados líderes-dictadores psicópatas de la historia contemporánea como veremos. (Continuará)


bettyzanolli@gmail.com

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