/ martes 28 de enero de 2020

Sin verdad, no habrá justicia ni paz

Por: Martha Tagle

En silencio, con los pies cansados y el dolor a cuestas, la Caminata por la Paz, la justicia y la verdad llegó al zócalo. En sus pasos se acumulan una eternidad de horas y minutos de angustias; el polvo de tantos caminos recorridos persiguiendo pistas de esperanza; de fosas descubiertas con restos de lo que alguna vez fueron vidas; de respuestas indolentes por parte de autoridades; de una peligrosa normalización que ya no indigna a quienes les ven pasar, a pesar de las cifras que durante dos décadas ha dejado la violencia: 275 mil asesinatos, 61 mil desaparecidos, 378 mil desplazados, 3 mil fosas clandestinas.


Por sexta ocasión, de manera articulada, llegan hasta las puertas del palacio nacional para reclamar la verdad y la justicia que les/nos debemos, sin encontrar respuesta. No son conservadores, ni se han quedado callados como momias, llevan años exigiendo a un gobierno y a otro, esperando que éste, el de la cuarta transformación, responda al mandato que la ciudadanía le dio para que de respuestas y soluciones a la tragedia que vivimos.


El mensaje en voz de Javier Sicilia es muy claro en señalar que el presidente López Obrador no es responsable de ello, que sabemos heredó “este horror de administraciones que sólo tuvieron imaginación para la violencia, la impunidad y la corrupción”, pero le reclaman el hecho de que le haya dado la espalda a la agenda de verdad, justicia y paz como prioridad de la nación. Nuevamente advierten, “no hay que repetir el pasado. Ese pasado nos ha destruido y continúa destruyéndonos. Una verdadera y auténtica transformación del país debe sustentarse en la verdad, la justicia y la paz”.

Nadie niega que la violencia e inseguridad que se vive en nuestros días tiene su origen en la impunidad y la corrupción que han vulnerado al Estado de derecho, y fracturado el tejido social y que viene de atrás, particularmente de la fallida guerra de Calderón iniciada en 2007, por ello reclaman una política integral que sea efectiva y genere resultados a corto, mediano y largo plazo.

En la propuesta ciudadana para la construcción de una política sobre verdad, justicia y reparación, se señala que “el conflicto en México evoluciona y se agrava, pues las estrategias que se han seguido para contraatacarlo han sido erróneas, des- articuladas o limitadas”. Advierte que la salida a esta situación, “requiere de un trabajo conjunto entre Gobierno y sociedad, muy destacadamente, colectivos de familiares y víctimas del conflicto que han contribuido con ideas, estrategias y recomendaciones para generar mecanismos tendientes al reconocimiento de las violaciones a los derechos humanos y a la reparación integral del daño, así como al combate a la impunidad.” Proponen un mecanismo internacional contra la impunidad; una comisión de la verdad y la memoria histórica; un modelo extraordinario de reparación; y la participación de las víctimas.

Por azares del destino, los últimos meses me ha tocado intervenir ante diferentes autoridades por casos de personas desaparecidas, algunas con resultados favorables al localizar y recuperar con vida a las víctimas. Estos casos me han dejado claro que la actuación inmediata, articulada, donde se involucran redes familiares y de amistades, ha sido fundamental para una localización. En los casos que no hay aún respuesta o esta ha sido trágica, el primer dato es la falta de actuación oportuna y la indolencia de autoridades. Los familiares de las víctimas tienen en su haber una gran cantidad de elementos que aportar para poder desarticular redes de trata o tomar medidas de política pública para disminuir riesgos de desapariciones, pero no parece haber nadie interesado en escucharles.

El Estado y sus instituciones debemos escucharles, construir juntos el camino a la verdad, para acabar con la violencia, hacer justicia y reparar los daños, apaciguar a nuestro país, recobrar la seguridad, y sentar las bases de una verdadera transformación.

Por: Martha Tagle

En silencio, con los pies cansados y el dolor a cuestas, la Caminata por la Paz, la justicia y la verdad llegó al zócalo. En sus pasos se acumulan una eternidad de horas y minutos de angustias; el polvo de tantos caminos recorridos persiguiendo pistas de esperanza; de fosas descubiertas con restos de lo que alguna vez fueron vidas; de respuestas indolentes por parte de autoridades; de una peligrosa normalización que ya no indigna a quienes les ven pasar, a pesar de las cifras que durante dos décadas ha dejado la violencia: 275 mil asesinatos, 61 mil desaparecidos, 378 mil desplazados, 3 mil fosas clandestinas.


Por sexta ocasión, de manera articulada, llegan hasta las puertas del palacio nacional para reclamar la verdad y la justicia que les/nos debemos, sin encontrar respuesta. No son conservadores, ni se han quedado callados como momias, llevan años exigiendo a un gobierno y a otro, esperando que éste, el de la cuarta transformación, responda al mandato que la ciudadanía le dio para que de respuestas y soluciones a la tragedia que vivimos.


El mensaje en voz de Javier Sicilia es muy claro en señalar que el presidente López Obrador no es responsable de ello, que sabemos heredó “este horror de administraciones que sólo tuvieron imaginación para la violencia, la impunidad y la corrupción”, pero le reclaman el hecho de que le haya dado la espalda a la agenda de verdad, justicia y paz como prioridad de la nación. Nuevamente advierten, “no hay que repetir el pasado. Ese pasado nos ha destruido y continúa destruyéndonos. Una verdadera y auténtica transformación del país debe sustentarse en la verdad, la justicia y la paz”.

Nadie niega que la violencia e inseguridad que se vive en nuestros días tiene su origen en la impunidad y la corrupción que han vulnerado al Estado de derecho, y fracturado el tejido social y que viene de atrás, particularmente de la fallida guerra de Calderón iniciada en 2007, por ello reclaman una política integral que sea efectiva y genere resultados a corto, mediano y largo plazo.

En la propuesta ciudadana para la construcción de una política sobre verdad, justicia y reparación, se señala que “el conflicto en México evoluciona y se agrava, pues las estrategias que se han seguido para contraatacarlo han sido erróneas, des- articuladas o limitadas”. Advierte que la salida a esta situación, “requiere de un trabajo conjunto entre Gobierno y sociedad, muy destacadamente, colectivos de familiares y víctimas del conflicto que han contribuido con ideas, estrategias y recomendaciones para generar mecanismos tendientes al reconocimiento de las violaciones a los derechos humanos y a la reparación integral del daño, así como al combate a la impunidad.” Proponen un mecanismo internacional contra la impunidad; una comisión de la verdad y la memoria histórica; un modelo extraordinario de reparación; y la participación de las víctimas.

Por azares del destino, los últimos meses me ha tocado intervenir ante diferentes autoridades por casos de personas desaparecidas, algunas con resultados favorables al localizar y recuperar con vida a las víctimas. Estos casos me han dejado claro que la actuación inmediata, articulada, donde se involucran redes familiares y de amistades, ha sido fundamental para una localización. En los casos que no hay aún respuesta o esta ha sido trágica, el primer dato es la falta de actuación oportuna y la indolencia de autoridades. Los familiares de las víctimas tienen en su haber una gran cantidad de elementos que aportar para poder desarticular redes de trata o tomar medidas de política pública para disminuir riesgos de desapariciones, pero no parece haber nadie interesado en escucharles.

El Estado y sus instituciones debemos escucharles, construir juntos el camino a la verdad, para acabar con la violencia, hacer justicia y reparar los daños, apaciguar a nuestro país, recobrar la seguridad, y sentar las bases de una verdadera transformación.