/ lunes 25 de octubre de 2021

Teatrikando | Dios Juega video juegos y yo soy su… Mario Bros

Por: Benjamín Bernal

Creí que vería algo tremendista como la sangre extraída de un actor y rociada cerca de los espectadores, como es el caso de un grupo México Norteamericano, Guillermo Gómez-Peña & La Pocha Nostra, en el Museo del Chopo. En otra me iban a manchar con talco o yeso la ropa como en la Malinche de Rascón Banda.-Johann Kresnik-.

El nombre me hizo pensar que era un juego purificador de los sentimientos que tenemos hacia Dios como la obra que así se llama de Woody Allen, se filosofa con el teatro y claro, el creador; yo la dirigí hace años.

Pues no, la obra con un nombre tan fuerte es en realidad un juego de ideas que tiene como corolario la lucha que vemos en los video juegos, pero con un párrafo que la adiciona “Lucha de clases”, pinballs que sirven para que los espectadores jueguen con los actores, siguiendo estos el movimiento acompasado de los juegos en video.

Por definición “el teatro es el arte de lo sorprendente” y es aplicable a Richard Viqueira por la diversidad de sus temas: en Bozal vimos una visión apocalítptica de un viaje al espacio, Vencer al sensei era una demostración del Karate y su filosofía, Psico embutidos es una de las más acabadas literariamente por su visión del ser humano impredecible pero lastimosamente repetitivo, Hombruna es un esfuerzo por meternos en la psique de la famosa asesina serial, en Desvenar hace un juego metafórico acerca del chile, Punzocortante es Vietnam en el Cenart, muy lucidora, alucinante y rockera. En alguna de ellas con automóviles colgados de lo alto, hizo que un famoso director expresara “cuánto odio tienes al padre”. No les contaré más, pero es un director al que no se puede acusar es ser repetitivo.

El nombre de la única actriz del elenco que tengo en mente es Valentina Garibay, el resto hasta completar diez son jóvenes que se divierten y nos divierten los primeros 30 minutos, después deja de haber sorpresas para proponer un juego de letras que es “lucha de clases” para intentar una semejanza con esa lucha de Mario Bros contra otro actor, también altamente capacitado en artes marciales. Deja en la mente del espectador las preguntas y cuestionamientos hacia los juegos de video: son dañinos a los niños por ser adictivos, son una amenaza como se ha visto en días recientes para contactar jovencitos y contratarlos como Halcones, su estridencia lumínica y sonora es muy atractiva para no soltarnos.

En las cabinas que simulan pinballs para pasar el tiempo echando monedas hay chicas y chicos, invitándonos a participar en ajedrez o cantar, en una plataforma hay un chavo bailando, el chiste es usar unas monedas que nos dan al entrar para insertarlas en las ranuras y mantener la ilusión de estar participando en ese esparcimiento, el ritmo general de las escenas es intenso, denso, continuo, juguetón, como en la vida real al entrar a un centro de esparcimiento con esta especialidad, lúdica-digital-mario-brosera, aunque ya debe haber una serie infinita de nuevos juegos para hacernos olvidar que estamos vivos y nuestro tiempo merece un mejor uso (y nuestras monedas).

Se puede ver en lo que se llamó La Gruta del Helénico, un Centro Cultural moderno, bello que tiene más espacios que nunca para la danza y el teatro.

Por: Benjamín Bernal

Creí que vería algo tremendista como la sangre extraída de un actor y rociada cerca de los espectadores, como es el caso de un grupo México Norteamericano, Guillermo Gómez-Peña & La Pocha Nostra, en el Museo del Chopo. En otra me iban a manchar con talco o yeso la ropa como en la Malinche de Rascón Banda.-Johann Kresnik-.

El nombre me hizo pensar que era un juego purificador de los sentimientos que tenemos hacia Dios como la obra que así se llama de Woody Allen, se filosofa con el teatro y claro, el creador; yo la dirigí hace años.

Pues no, la obra con un nombre tan fuerte es en realidad un juego de ideas que tiene como corolario la lucha que vemos en los video juegos, pero con un párrafo que la adiciona “Lucha de clases”, pinballs que sirven para que los espectadores jueguen con los actores, siguiendo estos el movimiento acompasado de los juegos en video.

Por definición “el teatro es el arte de lo sorprendente” y es aplicable a Richard Viqueira por la diversidad de sus temas: en Bozal vimos una visión apocalítptica de un viaje al espacio, Vencer al sensei era una demostración del Karate y su filosofía, Psico embutidos es una de las más acabadas literariamente por su visión del ser humano impredecible pero lastimosamente repetitivo, Hombruna es un esfuerzo por meternos en la psique de la famosa asesina serial, en Desvenar hace un juego metafórico acerca del chile, Punzocortante es Vietnam en el Cenart, muy lucidora, alucinante y rockera. En alguna de ellas con automóviles colgados de lo alto, hizo que un famoso director expresara “cuánto odio tienes al padre”. No les contaré más, pero es un director al que no se puede acusar es ser repetitivo.

El nombre de la única actriz del elenco que tengo en mente es Valentina Garibay, el resto hasta completar diez son jóvenes que se divierten y nos divierten los primeros 30 minutos, después deja de haber sorpresas para proponer un juego de letras que es “lucha de clases” para intentar una semejanza con esa lucha de Mario Bros contra otro actor, también altamente capacitado en artes marciales. Deja en la mente del espectador las preguntas y cuestionamientos hacia los juegos de video: son dañinos a los niños por ser adictivos, son una amenaza como se ha visto en días recientes para contactar jovencitos y contratarlos como Halcones, su estridencia lumínica y sonora es muy atractiva para no soltarnos.

En las cabinas que simulan pinballs para pasar el tiempo echando monedas hay chicas y chicos, invitándonos a participar en ajedrez o cantar, en una plataforma hay un chavo bailando, el chiste es usar unas monedas que nos dan al entrar para insertarlas en las ranuras y mantener la ilusión de estar participando en ese esparcimiento, el ritmo general de las escenas es intenso, denso, continuo, juguetón, como en la vida real al entrar a un centro de esparcimiento con esta especialidad, lúdica-digital-mario-brosera, aunque ya debe haber una serie infinita de nuevos juegos para hacernos olvidar que estamos vivos y nuestro tiempo merece un mejor uso (y nuestras monedas).

Se puede ver en lo que se llamó La Gruta del Helénico, un Centro Cultural moderno, bello que tiene más espacios que nunca para la danza y el teatro.