/ jueves 12 de mayo de 2022

Twitter en manos de Elon Musk: la trampa de la #libertaddeexpresión 

Por Alejandro Cárdenas López


La reciente compra de Twitter por el magnate soñador pro energías renovables, Elon Musk ha significado calcular cantidades estratosféricas que incluso para quienes no usamos mucho las calculadoras resulta difícil convertir a pesos: 880 mil millones de pesos equivalente a 44 mil millones de dólares.

Ese costo implica que Twitter podría movilizar causas e impactar más que muchos países completos, incluso significaría más poder que un lugar en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas o que una posición en la Organización Mundial de Comercio.

Sí se les extraña a los fundadores principales de la plataforma, Evan Williams, Biz Stone y Jack Dorsey, quienes en 2005 como parte de la empresa Odeo, pensaban lanzar un proyecto de podcasts, pero cuando salió Apple Podcasts en ese mismo año, decidieron proféticamente en 2006 cambiar de rumbo a una nueva plataforma llamada “Twttr”.

Una nota de Michal Arrignton en TechCrunch del 15 de julio de 2006 anunció el lanzamiento de un nuevo servicio llamado "Twttr": “Una especie de aplicación de SMS de envío grupal donde cada persona controlaría su propia red de amigos y cuando cualquiera de ellos enviaba un mensaje de texto, todos sus amigos veían el mensaje”.

De acuerdo con Business Insider, para marzo del 2006 Twitter ya tenía cinco mil seguidores y la inversión inicial para deslindarse de Odeo que consiguió Evan Williams fue de 5 millones de dólares, cuyo valor de venta a Musk que hoy significa 8 mil 800 veces más.

Sí los vamos a extrañar. La red que acaba de ser controlada por un nuevo accionista, era de las más decentes de las empresas tecnológicas de Estados Unidos. Pocos escándalos se han escuchado de sus dueños, a diferencia de Facebook, Microsoft o Uber, sobre todo por su estilo de aplicar el capitalismo salvaje y permitir la vigilancia masiva y que cooperaban activamente con el Gobierno de Estados Unidos y otros países, lo cual fue denunciado en 2013 por el ex contratista de la Agencia Central de Inteligencia (CIA por sus siglas en inglés), Edward Snowden y otros.

Sus dueños no cooperaban activamente con el gobierno de Estados Unidos e incluso después de los casos de vigilancia masiva, en 2016, a diferencia de los directivos de las demás plataformas, el CEO de Twitter, Jack Dorsey generó una campaña vía Periscope para entrevistar a Snowden en vivo y difundir su mensaje.

Aunque el servicio de microblogueo no compite en el Top 10 de los gigantes tecnológicos como Facebook, YouTube, WhatsApp, Instagram, Tik Tok y muchas otras, incluso está en los últimos lugares, hoy, con 220 millones de usuarios activos, aún se mantiene entre las más influyentes por su rápido movimiento de información sincrónica con el mundo, es decir, de las más coyunturales y que ha mantenido a un público fiel y variado por años.

A 16 años de su creación y aunque ha disminuido el número de usuarios activos en los últimos años, la venta de la red micromensajes es un ejemplo de cómo la tecnología es ahora el mercado más rentable y grande del mundo, incluso sobre las industrias petroleras y automotrices. De las diez empresas más relevantes por valor en Bolsa en marzo del 2021, siete eran tecnológicas, una petrolera, una automotriz y una más de servicios financieros.

Aunque les han criticado su permisividad con las cuentas falsas, su opacidad en los algoritmos para la generación de tendencias, no generaron rápidamente dinámicas para evitar las “shitstorms”, decidieron desde hace años no ofrecer el modelo de negocios de para campañas políticas, un rasgo ético y reconocible en medio de la vorágine informática y de marketing político. Twitter Empresas así lo explica: Twitter prohíbe en todo el mundo la promoción de contenido de carácter político. Tomamos esta decisión según nuestra creencia de que el alcance de los mensajes políticos se debe ganar, no comprar.

Es decir, es de las redes sociales más responsables, que no “colaboran” tan sórdidamente con las intrusivas agencias del Tío Sam y las técnicas lamentables de la tecnología que algún día con Apple o Facebook tomaban el timón de la libertad y hoy sabemos que nos dieron gato por liebre. Por lo anterior preocupa el discurso de Musk sobre “la libertad”, cuando él mismo ha sido poco cuidadoso de sus comentarios en la plataforma en años pasados y ha generado escándalos mediáticos, legales y económicos.

No podemos negar la sagacidad del sudafricano para enfrentarse a mercados utópicos vía cohetes espaciales y desempolvar a la industria automotriz con vehículos eléctricos. Sabemos que es considerado un “genio y sabio” por muchos, pero los argumentos sobre la defensa de la libertad de expresión para hacer la empresa “mejor que nunca” resultan muy desconcertantes y confusos, dado que Twitter hoy es de los proyectos más libres y confiables del mundo, y aún con sus contradicciones y defectos, es la red más abierta que ha funcionado en algunos casos y países como espacios legítimos de construcción de agenda ciudadana y denuncia social, política y económica y hasta cambios de gobiernos.

Las nuevas reglas de Musk para sacar a la bazofia digital podrían afectar globalmente leyes locales sin ninguna restricción, y no sabemos si saldrá más caro el caldo que las albóndigas.

¿Se puede hacer más libre la red sin el riesgo de las campañas de desprestigio, violencia explícita, toxicidad, mensajes de odio y noticias falsas en general? Sabemos que Musk es bueno para innovar y romper esquemas universales, pero llaman la atención sus declaraciones y actuar desde 2009 en Twitter que abrió la cuenta. Por ejemplo, insultar al presidente de Estados Unidos, Joe Biden y llamarlo “títere de medias húmedas en forma de humano", muestran lo poco que sabe el magnate sudafricano de libertad de expresión.

Poco sabe que en Estados Unidos hay regulación limitada y aún menos en la industria digital tecnológica, que es un modelo de periodismo liberal donde el mercado manda, que existe una prensa semi profesional con sus atasques y errores, pero con cierto grado de respeto en el mundo por la calidad de sus contenidos, sobre todo la prensa escrita. Y en el mundo es harina de otro costal, los sistemas mediáticos son muy variados y no se puede entender la libertad de expresión en diferentes países sin contextos locales, política, economía e ideología y de los gobiernos y medios de casa país.

Musk, quien además de ser dueño de Tesla y SpaceX, está experimentando con túneles viales anti atasco y una empresa de biotecnóloga, anunció que sacará a Twitter de Wall Street para hacerlo “tan libre como sea razonablemente posible”, lo cual ha generado que la derecha radical de ese país celebrara, dado que a algunos simpatizantes como el expresidente Donald Trump, les han suspendido sus cuentas en el pasado.

Las técnicas de moderación de contenido las han sufrido Facebook y Twitter y otras redes por años y aún no logran resolver el éxito de su negocio: la masividad y horizontalidad en y para contrarrestarlo usan técnicas automáticas de bloqueos de palabras en sus políticas de uso y muchos usuarios humanos o “editores”. Aún con sus “buenas intenciones” dudo que la nueva Twitter sea la utópica plaza pública (a distancia) que nos han vendido desde la antigua Grecia.

Las mega empresas sociales y tecnológicas estadounidenses que influyen en la economía, la política y la sociedad de otros países, que operan en casi todo el mundo y toman decisiones que sobrepasan leyes locales, son muy peligrosas en manos de magnates ocurrentes cuyo interés no siempre es el bien común, ni la democracia, ni el beneficio colectivo, ni el debate responsable. Musk aún no llega a ser tan odiado como otros magnates filantrópicos que venden oro por cuentas de vidrio, pero es difícil con ese nivel de poder económico darle el beneficio de la duda.

¿Será este momento la muerte más digna y más política de la red creada en San Francisco por tres jóvenes originarios Nebraska, Massachusetts y Misuri que hasta hace unos días tenían 7 mil 500 empleados y empleadas?

Por lo pronto, es importante la reacción positiva del ex CEO de Twitter, Jack Dorsey pensador liberal quien confía en que Musk podrá “ampliar la luz de la conciencia” al sacar de las garras de Wall Street a la empresa.

Pero no es suficiente, porque ahora está en las garras del libre mercado privado y continúa siendo una corporación, lo que para el lingüista y filósofo Noam Chomsky es: "uno de los sistemas más tiránicos del mundo, sociedades secretas, a quienes les han dado derechos de personas como publicidad y libertad de expresión, cuando son instituciones colectivas. Son dueñas del sistema de información del mundo y gozan de un enorme poder".

*Director General de Ibero 90.9 radio y profesor del Departamento de Comunicación de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México.

Por Alejandro Cárdenas López


La reciente compra de Twitter por el magnate soñador pro energías renovables, Elon Musk ha significado calcular cantidades estratosféricas que incluso para quienes no usamos mucho las calculadoras resulta difícil convertir a pesos: 880 mil millones de pesos equivalente a 44 mil millones de dólares.

Ese costo implica que Twitter podría movilizar causas e impactar más que muchos países completos, incluso significaría más poder que un lugar en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas o que una posición en la Organización Mundial de Comercio.

Sí se les extraña a los fundadores principales de la plataforma, Evan Williams, Biz Stone y Jack Dorsey, quienes en 2005 como parte de la empresa Odeo, pensaban lanzar un proyecto de podcasts, pero cuando salió Apple Podcasts en ese mismo año, decidieron proféticamente en 2006 cambiar de rumbo a una nueva plataforma llamada “Twttr”.

Una nota de Michal Arrignton en TechCrunch del 15 de julio de 2006 anunció el lanzamiento de un nuevo servicio llamado "Twttr": “Una especie de aplicación de SMS de envío grupal donde cada persona controlaría su propia red de amigos y cuando cualquiera de ellos enviaba un mensaje de texto, todos sus amigos veían el mensaje”.

De acuerdo con Business Insider, para marzo del 2006 Twitter ya tenía cinco mil seguidores y la inversión inicial para deslindarse de Odeo que consiguió Evan Williams fue de 5 millones de dólares, cuyo valor de venta a Musk que hoy significa 8 mil 800 veces más.

Sí los vamos a extrañar. La red que acaba de ser controlada por un nuevo accionista, era de las más decentes de las empresas tecnológicas de Estados Unidos. Pocos escándalos se han escuchado de sus dueños, a diferencia de Facebook, Microsoft o Uber, sobre todo por su estilo de aplicar el capitalismo salvaje y permitir la vigilancia masiva y que cooperaban activamente con el Gobierno de Estados Unidos y otros países, lo cual fue denunciado en 2013 por el ex contratista de la Agencia Central de Inteligencia (CIA por sus siglas en inglés), Edward Snowden y otros.

Sus dueños no cooperaban activamente con el gobierno de Estados Unidos e incluso después de los casos de vigilancia masiva, en 2016, a diferencia de los directivos de las demás plataformas, el CEO de Twitter, Jack Dorsey generó una campaña vía Periscope para entrevistar a Snowden en vivo y difundir su mensaje.

Aunque el servicio de microblogueo no compite en el Top 10 de los gigantes tecnológicos como Facebook, YouTube, WhatsApp, Instagram, Tik Tok y muchas otras, incluso está en los últimos lugares, hoy, con 220 millones de usuarios activos, aún se mantiene entre las más influyentes por su rápido movimiento de información sincrónica con el mundo, es decir, de las más coyunturales y que ha mantenido a un público fiel y variado por años.

A 16 años de su creación y aunque ha disminuido el número de usuarios activos en los últimos años, la venta de la red micromensajes es un ejemplo de cómo la tecnología es ahora el mercado más rentable y grande del mundo, incluso sobre las industrias petroleras y automotrices. De las diez empresas más relevantes por valor en Bolsa en marzo del 2021, siete eran tecnológicas, una petrolera, una automotriz y una más de servicios financieros.

Aunque les han criticado su permisividad con las cuentas falsas, su opacidad en los algoritmos para la generación de tendencias, no generaron rápidamente dinámicas para evitar las “shitstorms”, decidieron desde hace años no ofrecer el modelo de negocios de para campañas políticas, un rasgo ético y reconocible en medio de la vorágine informática y de marketing político. Twitter Empresas así lo explica: Twitter prohíbe en todo el mundo la promoción de contenido de carácter político. Tomamos esta decisión según nuestra creencia de que el alcance de los mensajes políticos se debe ganar, no comprar.

Es decir, es de las redes sociales más responsables, que no “colaboran” tan sórdidamente con las intrusivas agencias del Tío Sam y las técnicas lamentables de la tecnología que algún día con Apple o Facebook tomaban el timón de la libertad y hoy sabemos que nos dieron gato por liebre. Por lo anterior preocupa el discurso de Musk sobre “la libertad”, cuando él mismo ha sido poco cuidadoso de sus comentarios en la plataforma en años pasados y ha generado escándalos mediáticos, legales y económicos.

No podemos negar la sagacidad del sudafricano para enfrentarse a mercados utópicos vía cohetes espaciales y desempolvar a la industria automotriz con vehículos eléctricos. Sabemos que es considerado un “genio y sabio” por muchos, pero los argumentos sobre la defensa de la libertad de expresión para hacer la empresa “mejor que nunca” resultan muy desconcertantes y confusos, dado que Twitter hoy es de los proyectos más libres y confiables del mundo, y aún con sus contradicciones y defectos, es la red más abierta que ha funcionado en algunos casos y países como espacios legítimos de construcción de agenda ciudadana y denuncia social, política y económica y hasta cambios de gobiernos.

Las nuevas reglas de Musk para sacar a la bazofia digital podrían afectar globalmente leyes locales sin ninguna restricción, y no sabemos si saldrá más caro el caldo que las albóndigas.

¿Se puede hacer más libre la red sin el riesgo de las campañas de desprestigio, violencia explícita, toxicidad, mensajes de odio y noticias falsas en general? Sabemos que Musk es bueno para innovar y romper esquemas universales, pero llaman la atención sus declaraciones y actuar desde 2009 en Twitter que abrió la cuenta. Por ejemplo, insultar al presidente de Estados Unidos, Joe Biden y llamarlo “títere de medias húmedas en forma de humano", muestran lo poco que sabe el magnate sudafricano de libertad de expresión.

Poco sabe que en Estados Unidos hay regulación limitada y aún menos en la industria digital tecnológica, que es un modelo de periodismo liberal donde el mercado manda, que existe una prensa semi profesional con sus atasques y errores, pero con cierto grado de respeto en el mundo por la calidad de sus contenidos, sobre todo la prensa escrita. Y en el mundo es harina de otro costal, los sistemas mediáticos son muy variados y no se puede entender la libertad de expresión en diferentes países sin contextos locales, política, economía e ideología y de los gobiernos y medios de casa país.

Musk, quien además de ser dueño de Tesla y SpaceX, está experimentando con túneles viales anti atasco y una empresa de biotecnóloga, anunció que sacará a Twitter de Wall Street para hacerlo “tan libre como sea razonablemente posible”, lo cual ha generado que la derecha radical de ese país celebrara, dado que a algunos simpatizantes como el expresidente Donald Trump, les han suspendido sus cuentas en el pasado.

Las técnicas de moderación de contenido las han sufrido Facebook y Twitter y otras redes por años y aún no logran resolver el éxito de su negocio: la masividad y horizontalidad en y para contrarrestarlo usan técnicas automáticas de bloqueos de palabras en sus políticas de uso y muchos usuarios humanos o “editores”. Aún con sus “buenas intenciones” dudo que la nueva Twitter sea la utópica plaza pública (a distancia) que nos han vendido desde la antigua Grecia.

Las mega empresas sociales y tecnológicas estadounidenses que influyen en la economía, la política y la sociedad de otros países, que operan en casi todo el mundo y toman decisiones que sobrepasan leyes locales, son muy peligrosas en manos de magnates ocurrentes cuyo interés no siempre es el bien común, ni la democracia, ni el beneficio colectivo, ni el debate responsable. Musk aún no llega a ser tan odiado como otros magnates filantrópicos que venden oro por cuentas de vidrio, pero es difícil con ese nivel de poder económico darle el beneficio de la duda.

¿Será este momento la muerte más digna y más política de la red creada en San Francisco por tres jóvenes originarios Nebraska, Massachusetts y Misuri que hasta hace unos días tenían 7 mil 500 empleados y empleadas?

Por lo pronto, es importante la reacción positiva del ex CEO de Twitter, Jack Dorsey pensador liberal quien confía en que Musk podrá “ampliar la luz de la conciencia” al sacar de las garras de Wall Street a la empresa.

Pero no es suficiente, porque ahora está en las garras del libre mercado privado y continúa siendo una corporación, lo que para el lingüista y filósofo Noam Chomsky es: "uno de los sistemas más tiránicos del mundo, sociedades secretas, a quienes les han dado derechos de personas como publicidad y libertad de expresión, cuando son instituciones colectivas. Son dueñas del sistema de información del mundo y gozan de un enorme poder".

*Director General de Ibero 90.9 radio y profesor del Departamento de Comunicación de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México.