/ lunes 4 de enero de 2016

Economía nacional entrampada / Betty Zanolli Fabila

La crisis por la que atraviesa la economía mexicana, fundamentada desde muchas décadas atrás en el petróleo, es evidente. Solo en los últimos 12 meses, el país dejó de recibir 16 mil 150 millones de dólares debido a la caída acumulada del 47.7 por ciento en el precio internacional del petróleo de exportación, según informes de Pemex; pérdida a la que se aúna la disminución en un 7.2 por ciento de su plataforma de extracción de crudo, equivalente a una reducción de 204 mil barriles diarios. Esto es, la crisis petrolífera se manifiesta en dos aspectos: caída de sus precios internacionales de exportación y disminución en su producción. Gravedad de tal magnitud que puede evidenciarse considerando un parámetro por demás revelador, al cotizarse a finales de 2015 en 26.93 dólares el barril de la mezcla mexicana de petróleo de exportación; el desplome de su precio ha alcanzado un 65.9 por ciento del que el Presupuesto de Ingresos del año que acaba de concluir había originalmente proyectado que tendría. Caída que solo pudo resistir la economía nacional gracias a haber sido paliado su impacto en un 38 por ciento de su desplome total por el seguro de coberturas petroleras que había sido contratado previamente. Sin embargo, ¿qué ocurrirá ahora en 2016? Según los expertos, todo apunta a que el precio del petróleo continuará a la baja en el panorama mundial, cuando menos en los próximos meses, debido a diversos factores: bajo crecimiento económico mundial, desaceleración de la economía china, retorno de Irán al mercado, aumento de la producción rusa de crudo y de casi al doble de la norteamericana –entre 2012 y 2015-, así como la sobreoferta petrolífera, particularmente en los mercados emergentes, lo que ha llegado a detonar un superávit global de hasta dos millones de barriles diarios.

Derivado de lo anterior, lo cierto es que la Reforma Energética, a la que fue sometida la nación mexicana, tuvo lugar en el peor momento, no solo de la economía nacional, sino internacional. De ahí que uno se cuestione: ¿realmente esto detonará la anhelada prosperidad que tanto ha prometido el actual Gobierno y que ansiaban ya promover las anteriores administraciones? Ahora se anuncia que Pemex está “técnicamente en bancarrota” porque el costo de su producción es de 22.26 dólares por barril y su beneficio apenas supera los cuatro dólares. Sería mejor ya no producirlo. ¿La Reforma Energética será la salvación? Todo apunta que no.

Las primeras licitaciones de la Ronda Uno no alcanzaron la meta esperada. En su primera fase, de 14 bloques petroleros en aguas someras solo se adjudicaron dos -ubicados en la cuenca marina del sureste del país- al consorcio integrado por Sierra Oil & Gas, Talos Energy y Premier Oil. En la segunda, la Comisión Nacional de Hidrocarburos y la SHCP tuvieron que aumentar las ofertas para los siguientes nueve bloques –localizados en Tabasco y Campeche-, de los cuales solo fueron otorgados tres, ahora a las empresas ENI International, Pan American Energy BP y E&P Hidrocarburos y Servicios y Fieldwood Energy. En la tercera fase, el total de las 25 áreas ofertadas fueron colocadas –situadas en las zonas de Campos de Burgos, Norte y Sur-, resultando ganadores los consorcios Geo Estratos, Geo Estratos Mxoil Exploración y Producción, Renaissance Oil, Strata Campos Maduros, Compañía Petrolera Perseus, Diavaz Offshore, Grupo Diarqco, Consorcio Manufacturero Mexicano, Roma Energy Holdings, Sistemas Integrales, Canamex Dutch B.V. y Servicios de Extracción Petrolera Lifting de México. Pero hay algo aún peor y de mayor fondo: la opacidad y falta de transparencia con la que dichas asignaciones se han manejado gracias a la flagrante anticonstitucionalidad de la Ley Federal para Prevenir y Sancionar los Delitos Cometidos en Materia de Hidrocarburos. Ordenamiento que viola al Texto Supremo en su artículo sexto al reservar indebidamente el acceso a la información de todo lo relativo a la extracción de petróleo e hidrocarburos, al calificarla como cuestión de “seguridad nacional”, comprendidas licitaciones y contratos petroleros. ¿Así es como se pretende impulsar el desarrollo económico de la nación, ocultando al pueblo la identidad de quienes desde ahora tendrán la explotación y producción de las riquezas del subsuelo nacional?

Por lo pronto, 2016 arranca con un decremento de alrededor de 40 centavos por litro de gasolina. Allí está un “gran beneficio”, se nos dice, pero en la misma proporción está también el aumento del precio del gas LP, en tanto que, paradójicamente, la primera franquicia de Pemex en Estados Unidos vende ya a un costo menor la gasolina en dicho país del que lo hace en el territorio nacional. ¿Esto es parte de la bonanza prometida? Esto es, por demás, preocupante porque además de todo, en los últimos tres años, la deuda del sector público ha aumentado en 10 puntos porcentuales, alcanzando un nivel histórico de 7.8 billones de pesos, al aumentar la externa en un 46.2 por ciento y la interna en 30.1 por ciento de la que se tenía en 2012.

Es evidente que nuestra soberanía económica fincada en el petróleo no existe más y que la Reforma Energética no servirá al interés de la nación. Estamos entrampados, pero ¿hasta dónde iremos a parar?

bettyzanolli@gmail.com

@BettyZanolli

La crisis por la que atraviesa la economía mexicana, fundamentada desde muchas décadas atrás en el petróleo, es evidente. Solo en los últimos 12 meses, el país dejó de recibir 16 mil 150 millones de dólares debido a la caída acumulada del 47.7 por ciento en el precio internacional del petróleo de exportación, según informes de Pemex; pérdida a la que se aúna la disminución en un 7.2 por ciento de su plataforma de extracción de crudo, equivalente a una reducción de 204 mil barriles diarios. Esto es, la crisis petrolífera se manifiesta en dos aspectos: caída de sus precios internacionales de exportación y disminución en su producción. Gravedad de tal magnitud que puede evidenciarse considerando un parámetro por demás revelador, al cotizarse a finales de 2015 en 26.93 dólares el barril de la mezcla mexicana de petróleo de exportación; el desplome de su precio ha alcanzado un 65.9 por ciento del que el Presupuesto de Ingresos del año que acaba de concluir había originalmente proyectado que tendría. Caída que solo pudo resistir la economía nacional gracias a haber sido paliado su impacto en un 38 por ciento de su desplome total por el seguro de coberturas petroleras que había sido contratado previamente. Sin embargo, ¿qué ocurrirá ahora en 2016? Según los expertos, todo apunta a que el precio del petróleo continuará a la baja en el panorama mundial, cuando menos en los próximos meses, debido a diversos factores: bajo crecimiento económico mundial, desaceleración de la economía china, retorno de Irán al mercado, aumento de la producción rusa de crudo y de casi al doble de la norteamericana –entre 2012 y 2015-, así como la sobreoferta petrolífera, particularmente en los mercados emergentes, lo que ha llegado a detonar un superávit global de hasta dos millones de barriles diarios.

Derivado de lo anterior, lo cierto es que la Reforma Energética, a la que fue sometida la nación mexicana, tuvo lugar en el peor momento, no solo de la economía nacional, sino internacional. De ahí que uno se cuestione: ¿realmente esto detonará la anhelada prosperidad que tanto ha prometido el actual Gobierno y que ansiaban ya promover las anteriores administraciones? Ahora se anuncia que Pemex está “técnicamente en bancarrota” porque el costo de su producción es de 22.26 dólares por barril y su beneficio apenas supera los cuatro dólares. Sería mejor ya no producirlo. ¿La Reforma Energética será la salvación? Todo apunta que no.

Las primeras licitaciones de la Ronda Uno no alcanzaron la meta esperada. En su primera fase, de 14 bloques petroleros en aguas someras solo se adjudicaron dos -ubicados en la cuenca marina del sureste del país- al consorcio integrado por Sierra Oil & Gas, Talos Energy y Premier Oil. En la segunda, la Comisión Nacional de Hidrocarburos y la SHCP tuvieron que aumentar las ofertas para los siguientes nueve bloques –localizados en Tabasco y Campeche-, de los cuales solo fueron otorgados tres, ahora a las empresas ENI International, Pan American Energy BP y E&P Hidrocarburos y Servicios y Fieldwood Energy. En la tercera fase, el total de las 25 áreas ofertadas fueron colocadas –situadas en las zonas de Campos de Burgos, Norte y Sur-, resultando ganadores los consorcios Geo Estratos, Geo Estratos Mxoil Exploración y Producción, Renaissance Oil, Strata Campos Maduros, Compañía Petrolera Perseus, Diavaz Offshore, Grupo Diarqco, Consorcio Manufacturero Mexicano, Roma Energy Holdings, Sistemas Integrales, Canamex Dutch B.V. y Servicios de Extracción Petrolera Lifting de México. Pero hay algo aún peor y de mayor fondo: la opacidad y falta de transparencia con la que dichas asignaciones se han manejado gracias a la flagrante anticonstitucionalidad de la Ley Federal para Prevenir y Sancionar los Delitos Cometidos en Materia de Hidrocarburos. Ordenamiento que viola al Texto Supremo en su artículo sexto al reservar indebidamente el acceso a la información de todo lo relativo a la extracción de petróleo e hidrocarburos, al calificarla como cuestión de “seguridad nacional”, comprendidas licitaciones y contratos petroleros. ¿Así es como se pretende impulsar el desarrollo económico de la nación, ocultando al pueblo la identidad de quienes desde ahora tendrán la explotación y producción de las riquezas del subsuelo nacional?

Por lo pronto, 2016 arranca con un decremento de alrededor de 40 centavos por litro de gasolina. Allí está un “gran beneficio”, se nos dice, pero en la misma proporción está también el aumento del precio del gas LP, en tanto que, paradójicamente, la primera franquicia de Pemex en Estados Unidos vende ya a un costo menor la gasolina en dicho país del que lo hace en el territorio nacional. ¿Esto es parte de la bonanza prometida? Esto es, por demás, preocupante porque además de todo, en los últimos tres años, la deuda del sector público ha aumentado en 10 puntos porcentuales, alcanzando un nivel histórico de 7.8 billones de pesos, al aumentar la externa en un 46.2 por ciento y la interna en 30.1 por ciento de la que se tenía en 2012.

Es evidente que nuestra soberanía económica fincada en el petróleo no existe más y que la Reforma Energética no servirá al interés de la nación. Estamos entrampados, pero ¿hasta dónde iremos a parar?

bettyzanolli@gmail.com

@BettyZanolli