/ miércoles 10 de abril de 2019

Centro de Barrio | Dividir pero cobrar

Tiene razón la Jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, al señalar que la división territorial de las 16 demarcaciones que conforman la Ciudad de México traerá mayores costos administrativos. Esta es una verdad que, sin embargo, está basada en una situación histórica con las extintas delegaciones y que también prevalece con la Constitución de la Ciudad de México: las alcaldías sólo gastan recursos, no los recaudan.

El Vigésimo Segundo Transitorio de la Constitución local señala que debe realizarse un “proceso de revisión de la configuración para la división territorial de las demarcaciones que conforman la Ciudad de México” y que este proceso debe concluir este mismo año.

Es probable que, considerando la mayoría de Morena en el Congreso Local, se opte porque la revisión recomiende no modificar la división territorial. Sin embargo, tendríamos que pensar en una opción distinta.

El Artículo 21 de la Constitución de la Ciudad de México, “De la Hacienda Pública”, señala explícitamente que la recaudación queda centralizada. Considero que la división de las demarcaciones tendría que venir acompañada de una estrategia distinta, donde las alcaldías ayuden en la recaudación al gobierno central, de tal suerte que haya una mayor atención al estado de cobros como el predial.

Si las alcaldías participan del cobro de predial, la recaudación se elevará y al mismo tiempo se podría tener información catastral más precisa. Sólo así tiene sentido dividir una demarcación como Iztapalapa con casi 2 millones de habitantes, o generar demarcaciones mucho más homogéneas a su realidad.

Por ejemplo, generalmente no se ha hablado de dividir Coyoacán, pero cuando uno mira la división que marca Tlalpan, encuentra del lado oriente fraccionamientos residenciales y unidades habitacionales, mientras que del poniente domina una traza urbana de carácter barrial. O Santa Fe, que está conformada por Cuajimalpa y Álvaro Obregón, pero que ante tales complicaciones se optó hace tres décadas por gestionar los servicios locales mediante un fideicomiso que, en la práctica, despolitiza, es decir, quita el carácter público a la gestión de gobierno.

No propongo que toda la recaudación local quede a cargo de las alcaldías, sino construir incentivos para que la recaudación se eleve y con eso se soporte una división territorial mucho más acorde tanto a las necesidades de la población, al contacto ciudadano, que prácticamente cualquier habitante pueda llegar caminando a su alcaldía y que a la vez represente territorios más homogéneos, característica sólo presente en Benito Juárez y Milpa Alta.

De hecho, esta estructuración enfocada hacia la homogeneidad y el contacto ciudadano nos dará mucho más que 21 alcaldías, como se ha planteado al dividir sólo tres demarcaciones, Iztapalapa, Gustavo A. Madero y Álvaro Obregón. En la práctica esto podría llevarnos a una treintena de alcaldías, si revisamos una serie de particularidades como las que acabo de citar para Coyoacán y Santa Fe.

Mientras no fortalezcamos a las alcaldías con participación en la recaudación, es correcta la posición de la Doctora Sheinbaum: quedémonos con las 16 demarcaciones y los límites actuales, pero busquemos una buena estrategia para que en el mediano plazo éstas sean copartícipes de la recaudación y pueda, finalmente, concretarse la división territorial.

Tiene razón la Jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, al señalar que la división territorial de las 16 demarcaciones que conforman la Ciudad de México traerá mayores costos administrativos. Esta es una verdad que, sin embargo, está basada en una situación histórica con las extintas delegaciones y que también prevalece con la Constitución de la Ciudad de México: las alcaldías sólo gastan recursos, no los recaudan.

El Vigésimo Segundo Transitorio de la Constitución local señala que debe realizarse un “proceso de revisión de la configuración para la división territorial de las demarcaciones que conforman la Ciudad de México” y que este proceso debe concluir este mismo año.

Es probable que, considerando la mayoría de Morena en el Congreso Local, se opte porque la revisión recomiende no modificar la división territorial. Sin embargo, tendríamos que pensar en una opción distinta.

El Artículo 21 de la Constitución de la Ciudad de México, “De la Hacienda Pública”, señala explícitamente que la recaudación queda centralizada. Considero que la división de las demarcaciones tendría que venir acompañada de una estrategia distinta, donde las alcaldías ayuden en la recaudación al gobierno central, de tal suerte que haya una mayor atención al estado de cobros como el predial.

Si las alcaldías participan del cobro de predial, la recaudación se elevará y al mismo tiempo se podría tener información catastral más precisa. Sólo así tiene sentido dividir una demarcación como Iztapalapa con casi 2 millones de habitantes, o generar demarcaciones mucho más homogéneas a su realidad.

Por ejemplo, generalmente no se ha hablado de dividir Coyoacán, pero cuando uno mira la división que marca Tlalpan, encuentra del lado oriente fraccionamientos residenciales y unidades habitacionales, mientras que del poniente domina una traza urbana de carácter barrial. O Santa Fe, que está conformada por Cuajimalpa y Álvaro Obregón, pero que ante tales complicaciones se optó hace tres décadas por gestionar los servicios locales mediante un fideicomiso que, en la práctica, despolitiza, es decir, quita el carácter público a la gestión de gobierno.

No propongo que toda la recaudación local quede a cargo de las alcaldías, sino construir incentivos para que la recaudación se eleve y con eso se soporte una división territorial mucho más acorde tanto a las necesidades de la población, al contacto ciudadano, que prácticamente cualquier habitante pueda llegar caminando a su alcaldía y que a la vez represente territorios más homogéneos, característica sólo presente en Benito Juárez y Milpa Alta.

De hecho, esta estructuración enfocada hacia la homogeneidad y el contacto ciudadano nos dará mucho más que 21 alcaldías, como se ha planteado al dividir sólo tres demarcaciones, Iztapalapa, Gustavo A. Madero y Álvaro Obregón. En la práctica esto podría llevarnos a una treintena de alcaldías, si revisamos una serie de particularidades como las que acabo de citar para Coyoacán y Santa Fe.

Mientras no fortalezcamos a las alcaldías con participación en la recaudación, es correcta la posición de la Doctora Sheinbaum: quedémonos con las 16 demarcaciones y los límites actuales, pero busquemos una buena estrategia para que en el mediano plazo éstas sean copartícipes de la recaudación y pueda, finalmente, concretarse la división territorial.

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