/ domingo 15 de diciembre de 2019

Ciudadanización 

Valdría la pena que todos hicieran el ejercicio de ver cuántas infracciones se cometen en un trayecto, ya sea de casa al trabajo o a la escuela o a cualquier lugar. Si ponemos atención notáremos la cantidad de ilícitos que todos los ciudadanos cometemos cada día, casi de manera automática y sin reparar en ello.

Coches estacionados en lugares prohibidos, gente tirando basura en las calles, transporte público con las puertas abiertas, conductores que se pasan los semáforos, motocicletas en sentido contrario, vueltas prohibidas, ciclistas sobre la banqueta, scooter manejados sin casco y en cualquier vía.

Si bien hay una obligación de las autoridades en mantener en orden, lo cierto es que hace falta mucho trabajo ciudadano. Responsabilidad ciudadana en lo cotidiano, pues mientras se siga incumpliendo la ley en el día a día, la posibilidad de avanzar en otros sectores será compleja. Ni si quiera se repara en el número de ilícitos cometidos en un día, no solo eso, sino que se justifican.

La responsabilidad social tiene que darse en muchos sentidos, no puede ser unidireccional, no solo puede venir de la autoridad. Si bien tenemos que exigirle al gobierno resultados, también nos tendríamos que exigir en nuestro trato ante el resto de la sociedad, pensar en el resto de la gente, con quien incluso no coincidimos en ideología, respeto.

La polarización también justifica las acciones. Es decir, muchos escudan su falta de responsabilidad social en el nombre de alguna condición, otros abusan de su condición para infringir la ley. En todo sentido hay un abuso para encontrar un beneficio personal, no importa que se afecte a terceros, no importa que se viole la ley.

Hoy nuestro país no solo necesita gobernantes responsables, el desencanto ciudadano está más presente que nunca. Ni si quiera la esperanza de un nuevo gobierno ha podido mejorar el ánimo social. Ante ello, es necesario comenzar a pensar en nuestra propia responsabilidad y cumplir la ley desde lo cotidiano.

Nadie va a cuidar cada una de nuestras acciones, no debería ser así. Ninguna autoridad esta para supervisar que los ciudadanos se comporten como eso. Vale la pena que en ese ejercicio que realizamos al ver las infracciones que se cometen en cualquier trayecto también se evite las que le corresponden a cada uno. Ser mejores ciudadanos no depende de terceros, solamente de nosotros.


Valdría la pena que todos hicieran el ejercicio de ver cuántas infracciones se cometen en un trayecto, ya sea de casa al trabajo o a la escuela o a cualquier lugar. Si ponemos atención notáremos la cantidad de ilícitos que todos los ciudadanos cometemos cada día, casi de manera automática y sin reparar en ello.

Coches estacionados en lugares prohibidos, gente tirando basura en las calles, transporte público con las puertas abiertas, conductores que se pasan los semáforos, motocicletas en sentido contrario, vueltas prohibidas, ciclistas sobre la banqueta, scooter manejados sin casco y en cualquier vía.

Si bien hay una obligación de las autoridades en mantener en orden, lo cierto es que hace falta mucho trabajo ciudadano. Responsabilidad ciudadana en lo cotidiano, pues mientras se siga incumpliendo la ley en el día a día, la posibilidad de avanzar en otros sectores será compleja. Ni si quiera se repara en el número de ilícitos cometidos en un día, no solo eso, sino que se justifican.

La responsabilidad social tiene que darse en muchos sentidos, no puede ser unidireccional, no solo puede venir de la autoridad. Si bien tenemos que exigirle al gobierno resultados, también nos tendríamos que exigir en nuestro trato ante el resto de la sociedad, pensar en el resto de la gente, con quien incluso no coincidimos en ideología, respeto.

La polarización también justifica las acciones. Es decir, muchos escudan su falta de responsabilidad social en el nombre de alguna condición, otros abusan de su condición para infringir la ley. En todo sentido hay un abuso para encontrar un beneficio personal, no importa que se afecte a terceros, no importa que se viole la ley.

Hoy nuestro país no solo necesita gobernantes responsables, el desencanto ciudadano está más presente que nunca. Ni si quiera la esperanza de un nuevo gobierno ha podido mejorar el ánimo social. Ante ello, es necesario comenzar a pensar en nuestra propia responsabilidad y cumplir la ley desde lo cotidiano.

Nadie va a cuidar cada una de nuestras acciones, no debería ser así. Ninguna autoridad esta para supervisar que los ciudadanos se comporten como eso. Vale la pena que en ese ejercicio que realizamos al ver las infracciones que se cometen en cualquier trayecto también se evite las que le corresponden a cada uno. Ser mejores ciudadanos no depende de terceros, solamente de nosotros.