/ viernes 18 de enero de 2019

Despidos en el gobierno de AMLO

A poco más de un mes de iniciado el nuevo gobierno, son evidentes los rasgos del estilo de gobernar del presidente López Obrador:

Concentración del poder; debilitamiento de las instituciones y organismos autónomos; reforzamiento de la estrategia militar para hacer frente a la inseguridad; reconfiguración de alianzas con un sector del poder económico; quebrantamiento del federalismo y la autonomía de las entidades federativas; uso de programas sociales para ampliar las bases de apoyo de Morena; intolerancia ante las posiciones críticas al gobierno; profundización de la polarización política y social; sometimiento de poderes, al menos en el Legislativo es un hecho y en el Judicial intentó conseguirlo vía el recorte presupuestal y la reducción salarial; entre otros elementos más.

El Presidente asume que esos casi 30 millones de votos que lo llevaron al poder, le permiten imponer todo tipo de decisiones, varias de éstas bastante irracionales y que terminan por generar una innecesaria incertidumbre en la sociedad. Entiendo que, como consecuencia de un cambio en el poder, la Cuarta Transformación conlleva el diseño de las estrategias y acciones para cumplir los objetivos a los que se comprometió López Obrador (acabar con la corrupción y la impunidad, revertir la violencia y la inseguridad, reducir la pobreza, etc.), pero lo que no comparto es que, en aras de la “austeridad”, se esté dejando a miles de empleadas y empleados del gobierno sin trabajo.

Diversas dependencias y organismos (secretarías de Agricultura, Comunicaciones, Función Pública; así como el SAT, IMSS, Comisión Nacional del Agua e ISSSTE) están llevando a cabo recortes masivos de su personal. Prácticamente se dejan a miles de familias en el desamparo.

Estos despidos, constituyen tan sólo una de las tantas acciones que AMLO deliberadamente ocultó a la sociedad. Nada de esto figuró entre sus propuestas de campaña.

El pasado mes de diciembre, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público ordenó que las dependencias y entidades de la Administración Pública Federal suspendieran todo tipo de contrataciones. Esto significa que las y los trabajadores despedidos tendrán que arreglárselas por sí mismos para conseguir un nuevo empleo en otro ámbito diferente al de la administración pública.

El gobierno en funciones argumenta que el personal despedido corresponde al esquema de confianza o temporales.

Como sea, esto es lo que menos importa, al final se trata de miles de madres y padres de familia que, entre los múltiples compromisos que deben cumplir, está garantizar el sustento del hogar, la educación y la salud propia y la de sus hijos, además del pago de rentas, colegiaturas, créditos, luz, agua, etc.

Y por si toda esta incertidumbre fuera poco, hay que considerar que el sector privado no está en condiciones de absorber todo este capital humano que ha sido echado del gobierno; además de que tampoco existen incentivos de ningún tipo que permita a las empresas ofertar algunos empleos.

Desde otra perspectiva, lo anterior exhibe una contradicción más del gobierno de AMLO. Ante las dificultades que se presentan para conseguir trabajo, miles de personas optarán por la informalidad, precisamente lo que el Presidente también prometió reducir.

La semana pasada la misma Secretaría de Hacienda anunció lineamientos para posibles contrataciones, pero éstas NO contarán con ninguna prestación. NO habrá seguridad social, créditos de FOVISSSTE, aguinaldo, prima vacacional, créditos para bienes y servicios a través de FONACOT, permisos y Afore para el retiro; además, los contratos serán por 6 y 12 meses, como límite.

Estamos nuevamente en la ruta de la precarización del empleo y como consecuencia, de un proceso de mayor deterioro de las condiciones de vida de miles de familias.

Mal comienzan el año las madres y padres que son despedidos y peor aún, muy probablemente entre toda esta gente que se está quedando sin trabajo, más de uno habría entregado su voto y su confianza a López Obrador.

Así terminamos el 2018 y dimos inicio al 2019, con un futuro incierto para miles de mujeres y hombres que tienen a sus espaldas la responsabilidad de sostener a una familia. Esto pasa, justo en plena cuesta de enero.

A todas y todos mis lectores, les deseo que tengan un buen año, a pesar de todo.

Presidente de la Academia Mexicana de Educación

A poco más de un mes de iniciado el nuevo gobierno, son evidentes los rasgos del estilo de gobernar del presidente López Obrador:

Concentración del poder; debilitamiento de las instituciones y organismos autónomos; reforzamiento de la estrategia militar para hacer frente a la inseguridad; reconfiguración de alianzas con un sector del poder económico; quebrantamiento del federalismo y la autonomía de las entidades federativas; uso de programas sociales para ampliar las bases de apoyo de Morena; intolerancia ante las posiciones críticas al gobierno; profundización de la polarización política y social; sometimiento de poderes, al menos en el Legislativo es un hecho y en el Judicial intentó conseguirlo vía el recorte presupuestal y la reducción salarial; entre otros elementos más.

El Presidente asume que esos casi 30 millones de votos que lo llevaron al poder, le permiten imponer todo tipo de decisiones, varias de éstas bastante irracionales y que terminan por generar una innecesaria incertidumbre en la sociedad. Entiendo que, como consecuencia de un cambio en el poder, la Cuarta Transformación conlleva el diseño de las estrategias y acciones para cumplir los objetivos a los que se comprometió López Obrador (acabar con la corrupción y la impunidad, revertir la violencia y la inseguridad, reducir la pobreza, etc.), pero lo que no comparto es que, en aras de la “austeridad”, se esté dejando a miles de empleadas y empleados del gobierno sin trabajo.

Diversas dependencias y organismos (secretarías de Agricultura, Comunicaciones, Función Pública; así como el SAT, IMSS, Comisión Nacional del Agua e ISSSTE) están llevando a cabo recortes masivos de su personal. Prácticamente se dejan a miles de familias en el desamparo.

Estos despidos, constituyen tan sólo una de las tantas acciones que AMLO deliberadamente ocultó a la sociedad. Nada de esto figuró entre sus propuestas de campaña.

El pasado mes de diciembre, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público ordenó que las dependencias y entidades de la Administración Pública Federal suspendieran todo tipo de contrataciones. Esto significa que las y los trabajadores despedidos tendrán que arreglárselas por sí mismos para conseguir un nuevo empleo en otro ámbito diferente al de la administración pública.

El gobierno en funciones argumenta que el personal despedido corresponde al esquema de confianza o temporales.

Como sea, esto es lo que menos importa, al final se trata de miles de madres y padres de familia que, entre los múltiples compromisos que deben cumplir, está garantizar el sustento del hogar, la educación y la salud propia y la de sus hijos, además del pago de rentas, colegiaturas, créditos, luz, agua, etc.

Y por si toda esta incertidumbre fuera poco, hay que considerar que el sector privado no está en condiciones de absorber todo este capital humano que ha sido echado del gobierno; además de que tampoco existen incentivos de ningún tipo que permita a las empresas ofertar algunos empleos.

Desde otra perspectiva, lo anterior exhibe una contradicción más del gobierno de AMLO. Ante las dificultades que se presentan para conseguir trabajo, miles de personas optarán por la informalidad, precisamente lo que el Presidente también prometió reducir.

La semana pasada la misma Secretaría de Hacienda anunció lineamientos para posibles contrataciones, pero éstas NO contarán con ninguna prestación. NO habrá seguridad social, créditos de FOVISSSTE, aguinaldo, prima vacacional, créditos para bienes y servicios a través de FONACOT, permisos y Afore para el retiro; además, los contratos serán por 6 y 12 meses, como límite.

Estamos nuevamente en la ruta de la precarización del empleo y como consecuencia, de un proceso de mayor deterioro de las condiciones de vida de miles de familias.

Mal comienzan el año las madres y padres que son despedidos y peor aún, muy probablemente entre toda esta gente que se está quedando sin trabajo, más de uno habría entregado su voto y su confianza a López Obrador.

Así terminamos el 2018 y dimos inicio al 2019, con un futuro incierto para miles de mujeres y hombres que tienen a sus espaldas la responsabilidad de sostener a una familia. Esto pasa, justo en plena cuesta de enero.

A todas y todos mis lectores, les deseo que tengan un buen año, a pesar de todo.

Presidente de la Academia Mexicana de Educación