/ domingo 16 de agosto de 2020

El contexto de la epidemia

Ensimismados como estamos con los desafiantes números del conavid-19 en nuestro país, pareciera que no le prestamos mucha atención a lo que ocurre en otros países, salvo para comprar números absolutos. Sin embargo, la manera en que gobiernos como los de España, Italia, Francia, Alemania y Nueva Zelanda, por mencionar algunos, han debido reconsiderar sus programas como consecuencia de fuerte repuntes en el contagio, debieran llamar nuestra atención. Y eso que ha comenzado aún antes de la denominada “gripe estacional”.

Implantación de multas por no traer el cubrebocas, restricciones a los lugares públicos y negocios confinados, pero también, establecimiento de requisitos para pasar de un país a otro como en esta semana lo hizo el gobierno del Reino Unido, a los pasajeros y turistas procedentes de Francia y de Holanda. Lo mismo puede observarse el vuelos intercontinentales entre los Estados Unidos y la Unión Europea. Algunos le denominan un “rebrote”, pero como ya lo traté en este amable espacio, no se trata sino de la siguiente etapa de una epidemia que parece estarse saliendo de control.

De ninguna manera se trata de una observación alarmista o pesimista. Hay números, estadísticas, medidas, declaraciones de funcionarios, de voceros de organizaciones multilaterales de la salud, la economía y de la educación; estamos a un paso de una auténtica catástrofe regresiva en cuanto a los avances en la cobertura de servicios públicos. En ocasiones tengo la impresión, de que ese contexto, difícil claro, pero objetivo, no es considerado en la toma de decisiones en nuestro país para utilizarlo como una referencia en la revisión y ajuste de las medidas aplicadas hasta el día de hoy.

Corregir no es un error. Incluso a nivel personal; corregir significa reconocer que las cosas se pueden hacer mejor para obtener a su vez, resultados apropiados para enfrentar o procesar un problema. Lo mismo sucede, solo que a una escala potenciada de complicación, con el manejo de una epidemia. A donde quiera que veamos, la situación a nivel internacional se ha agravado. México no es una ínsula a donde los efectos del virus tengan prohibida la entrada. Allí tenemos, por ejemplo, como se ha prolongado el período de restricciones en los pasos fronterizos entre México y los Estados Unidos, al menos hasta fines de septiembre.

La esperanza, de acuerdo, se encuentra en la obtención de la vacuna a nivel mundial. Pero cuatro preguntas de carácter logístico: ¿cuándo estará probada su efectividad?; ¿cuánto tiempo se llevará fabricación de la misma?; ¿en cuánto tiempo se podrá distribuirla? Y por último ¿cuánto llevara aplicarla a millones y millones (miles de millones) de personas? Ninguna sociedad y gobierno puede estar a la espera de la vacuna mientras los contagios y muertes aumentan. De allí, que evaluar y reevaluar medidas para contener su propagación, resultan, sin exageración, vitales.


javierolivaposada@gmail.com

@JOPso


Ensimismados como estamos con los desafiantes números del conavid-19 en nuestro país, pareciera que no le prestamos mucha atención a lo que ocurre en otros países, salvo para comprar números absolutos. Sin embargo, la manera en que gobiernos como los de España, Italia, Francia, Alemania y Nueva Zelanda, por mencionar algunos, han debido reconsiderar sus programas como consecuencia de fuerte repuntes en el contagio, debieran llamar nuestra atención. Y eso que ha comenzado aún antes de la denominada “gripe estacional”.

Implantación de multas por no traer el cubrebocas, restricciones a los lugares públicos y negocios confinados, pero también, establecimiento de requisitos para pasar de un país a otro como en esta semana lo hizo el gobierno del Reino Unido, a los pasajeros y turistas procedentes de Francia y de Holanda. Lo mismo puede observarse el vuelos intercontinentales entre los Estados Unidos y la Unión Europea. Algunos le denominan un “rebrote”, pero como ya lo traté en este amable espacio, no se trata sino de la siguiente etapa de una epidemia que parece estarse saliendo de control.

De ninguna manera se trata de una observación alarmista o pesimista. Hay números, estadísticas, medidas, declaraciones de funcionarios, de voceros de organizaciones multilaterales de la salud, la economía y de la educación; estamos a un paso de una auténtica catástrofe regresiva en cuanto a los avances en la cobertura de servicios públicos. En ocasiones tengo la impresión, de que ese contexto, difícil claro, pero objetivo, no es considerado en la toma de decisiones en nuestro país para utilizarlo como una referencia en la revisión y ajuste de las medidas aplicadas hasta el día de hoy.

Corregir no es un error. Incluso a nivel personal; corregir significa reconocer que las cosas se pueden hacer mejor para obtener a su vez, resultados apropiados para enfrentar o procesar un problema. Lo mismo sucede, solo que a una escala potenciada de complicación, con el manejo de una epidemia. A donde quiera que veamos, la situación a nivel internacional se ha agravado. México no es una ínsula a donde los efectos del virus tengan prohibida la entrada. Allí tenemos, por ejemplo, como se ha prolongado el período de restricciones en los pasos fronterizos entre México y los Estados Unidos, al menos hasta fines de septiembre.

La esperanza, de acuerdo, se encuentra en la obtención de la vacuna a nivel mundial. Pero cuatro preguntas de carácter logístico: ¿cuándo estará probada su efectividad?; ¿cuánto tiempo se llevará fabricación de la misma?; ¿en cuánto tiempo se podrá distribuirla? Y por último ¿cuánto llevara aplicarla a millones y millones (miles de millones) de personas? Ninguna sociedad y gobierno puede estar a la espera de la vacuna mientras los contagios y muertes aumentan. De allí, que evaluar y reevaluar medidas para contener su propagación, resultan, sin exageración, vitales.


javierolivaposada@gmail.com

@JOPso