/ domingo 20 de octubre de 2019

El indispensable e impostergable ajuste en la Seguridad Pública

No importa el nombre de los jefes delictivos y organizaciones criminales involucradas en los acontecimientos que vive el país, en uno, sino es que el más, violento de su historia. La capacidad logística, la disposición de armamento, el número de criminales desplazándose por las calles, la liberación de al menos treinta reos de alta peligrosidad, así como la insólita liberación del principal líder de la banda, se suma a la auténtica inutilidad de la comunicación de las oficinas civiles encargadas de la Seguridad Pública y de gobierno federal.

El más elemental manual para el manejo de crisis, señala que el primer y fundamental paso, es evitar que haya prolongados lapsos en dónde no se dé a conocer algún avance en la investigación la respuesta organizada de las instituciones o bien, dar a conocer las medidas que se están aplicado para contener la situación. Nada. En cambio el activismo en las redes digitales de comunicación, sustituyeron –y vaya de qué forma, al mutismo de la comunicación oficial.

Lo sucedido el pasado jueves en Culiacán, que llevó incluso a la suspensión de vuelos comerciales, de clases, de actividades comerciales y que durante los enfrentamientos, los testimonios de cómo niños, familias enteras, corrían despavoridos ante la extraordinaria cantidad de proyectiles percutidos. Mientras tanto, debemos recordar que cerramos una semana en donde desde el lunes 14, hubieron actos criminales y de violencia, que no se habían registrado en tan poco tiempo. Los Estados de Michoacán, Guanajuato, Guerrero y ahora Sinaloa, evidencian las limitaciones tanto del diagnóstico como del programa que los gobiernos locales y federal, vienen aplicando.

Es notable, como este y los anteriores gobiernos, desde la formulación de sus políticas de Seguridad Pública, han sido impermeables al un mínimo ajuste o reconocimiento de que las cosas no se están haciendo bien. Esa tendencia la estamos observando ahora de nuevo. Y en ese sentido, no hay cambio alguno, sea el partido político que sea el que gobierna, la tendencia de violencia, miedo e incertidumbre desde hace poco más de treinta años, no se contiene y empeora.

Por último y para aderezar este insólito y dramático evento, el desafío lanzado por los criminales, al haber logrado la liberación de su líder, deja en claro, que las autoridades locales, serán un adorno y que la administración de la violencia quedará en manos de delincuentes. Así que la ciudadanía sinaloense, pues estas conductas ya lo veremos, se extenderán con rapidez en la entidad (espero estar equivocado). La imagen de la política de Seguridad Pública de la Federación reclama un verdadero ajuste, una corrección; eso implicaría que la autoridad es sensible y atiende a los dramáticos momentos que día a día se viven en varias partes de nuestro país.

Todo lo anterior, sin olvidar la imagen del gobierno mexicano en el exterior, así como la percepción de cómo estamos, como sociedad, haciendo frente a la situación.

javierolivaposada@gmail.com

@JOPso

No importa el nombre de los jefes delictivos y organizaciones criminales involucradas en los acontecimientos que vive el país, en uno, sino es que el más, violento de su historia. La capacidad logística, la disposición de armamento, el número de criminales desplazándose por las calles, la liberación de al menos treinta reos de alta peligrosidad, así como la insólita liberación del principal líder de la banda, se suma a la auténtica inutilidad de la comunicación de las oficinas civiles encargadas de la Seguridad Pública y de gobierno federal.

El más elemental manual para el manejo de crisis, señala que el primer y fundamental paso, es evitar que haya prolongados lapsos en dónde no se dé a conocer algún avance en la investigación la respuesta organizada de las instituciones o bien, dar a conocer las medidas que se están aplicado para contener la situación. Nada. En cambio el activismo en las redes digitales de comunicación, sustituyeron –y vaya de qué forma, al mutismo de la comunicación oficial.

Lo sucedido el pasado jueves en Culiacán, que llevó incluso a la suspensión de vuelos comerciales, de clases, de actividades comerciales y que durante los enfrentamientos, los testimonios de cómo niños, familias enteras, corrían despavoridos ante la extraordinaria cantidad de proyectiles percutidos. Mientras tanto, debemos recordar que cerramos una semana en donde desde el lunes 14, hubieron actos criminales y de violencia, que no se habían registrado en tan poco tiempo. Los Estados de Michoacán, Guanajuato, Guerrero y ahora Sinaloa, evidencian las limitaciones tanto del diagnóstico como del programa que los gobiernos locales y federal, vienen aplicando.

Es notable, como este y los anteriores gobiernos, desde la formulación de sus políticas de Seguridad Pública, han sido impermeables al un mínimo ajuste o reconocimiento de que las cosas no se están haciendo bien. Esa tendencia la estamos observando ahora de nuevo. Y en ese sentido, no hay cambio alguno, sea el partido político que sea el que gobierna, la tendencia de violencia, miedo e incertidumbre desde hace poco más de treinta años, no se contiene y empeora.

Por último y para aderezar este insólito y dramático evento, el desafío lanzado por los criminales, al haber logrado la liberación de su líder, deja en claro, que las autoridades locales, serán un adorno y que la administración de la violencia quedará en manos de delincuentes. Así que la ciudadanía sinaloense, pues estas conductas ya lo veremos, se extenderán con rapidez en la entidad (espero estar equivocado). La imagen de la política de Seguridad Pública de la Federación reclama un verdadero ajuste, una corrección; eso implicaría que la autoridad es sensible y atiende a los dramáticos momentos que día a día se viven en varias partes de nuestro país.

Todo lo anterior, sin olvidar la imagen del gobierno mexicano en el exterior, así como la percepción de cómo estamos, como sociedad, haciendo frente a la situación.

javierolivaposada@gmail.com

@JOPso