/ martes 26 de mayo de 2020

El mito de echarle ganas: #IngresoVital

Nos vendieron la idea de que “echándole ganas” tendríamos movilidad social y que, si le “echábamos muchísimas ganas”, podríamos ser la próxima multimillonaria mexicana. Pero Paola, madre soltera y repartidora en diversas plataformas digitales, trabaja hasta 12 horas diarias para sacar, a duras penas, un ingreso que le permita mantener a su hijo, “gana” menos de 5 mil pesos mensuales; Roberta, trabajadora del hogar desde hace 14 años y madre de tres, trabaja en seis casas distintas, trasladándose más de 18 horas a la semana, a sus empleadores “no les alcanza” para inscribirla en la seguridad social y nunca ha podido pagarse una vacaciones con su familia.

Julián era gerente de una empresa con más de 100 personas, siempre trabajó horas extra que nunca le pagaron, estaba contratado por honorarios, sin prestaciones ni seguridad social; sin embargo, la empresa quebró y Julián consume sus ahorros en medicamentos para su mamá delicada de salud.

Carlos tiene maestría y trabaja por su cuenta más de 10 horas diarias, pues en ningún empleo le ofrecían un ingreso suficiente; lleva dos meses sin trabajo, los ahorros para continuar su formación profesional se van hoy en artículos de primera necesidad.

La crisis provocada por la pandemia del COVID-19 desnudó las enormes desigualdades que vivimos en México y que afectan no sólo a las poblaciones históricamente reconocidas por su situación de vulnerabilidad, sino a un espectro mucho más amplio de nuestra sociedad.

Para enfrentar esta crisis, para evitar que la gente muera de hambre o se exponga a un contagio de alto riesgo, para “aplanar la curva” de la desigualdad, más de 50 organizaciones nos unimos para impulsar el punto de acuerdo respaldado por 124 diputadas y diputados de seis grupos parlamentarios distintos que solicita al poder ejecutivo poner en marcha un programa de Ingreso Vital.

El #IngresoVital es un programa temporal y no condicionado con el que se busca generar transferencias directas a personas en situación de vulnerabilidad que no cuenten con otros apoyos gubernamentales por un monto apenas por encima de la línea de bienestar.

Las organizaciones convocantes estamos convencidas que este #IngresoVital es un mecanismo que nos permitirá salir adelante como sociedad, reduciendo los estragos económicos de la crisis sanitaria y reactivando la economía, porque no sólo son Paola, Roberta, Julián o Carlos, somos millones de personas con empleos precarizados, sin ingresos suficientes ni dignos.

Asimismo, entendiendo la urgencia para preservar el derecho a la alimentación, impulsamos la estrategia ciudadana de “Banderas solidarias”, así, mientras impulsamos un cambio estructural, también invitamos a todas las personas con necesidad a colgar una bandera, trapo, playera, sábana, blanca en su puerta o ventana como un grito de ayuda para que cualquier persona con posibilidad de apoyarla sepa que ahí su ayuda es necesaria y será bien recibida.

Porque no basta con echarle ganas, ingreso vital ¡ya!

Nos vendieron la idea de que “echándole ganas” tendríamos movilidad social y que, si le “echábamos muchísimas ganas”, podríamos ser la próxima multimillonaria mexicana. Pero Paola, madre soltera y repartidora en diversas plataformas digitales, trabaja hasta 12 horas diarias para sacar, a duras penas, un ingreso que le permita mantener a su hijo, “gana” menos de 5 mil pesos mensuales; Roberta, trabajadora del hogar desde hace 14 años y madre de tres, trabaja en seis casas distintas, trasladándose más de 18 horas a la semana, a sus empleadores “no les alcanza” para inscribirla en la seguridad social y nunca ha podido pagarse una vacaciones con su familia.

Julián era gerente de una empresa con más de 100 personas, siempre trabajó horas extra que nunca le pagaron, estaba contratado por honorarios, sin prestaciones ni seguridad social; sin embargo, la empresa quebró y Julián consume sus ahorros en medicamentos para su mamá delicada de salud.

Carlos tiene maestría y trabaja por su cuenta más de 10 horas diarias, pues en ningún empleo le ofrecían un ingreso suficiente; lleva dos meses sin trabajo, los ahorros para continuar su formación profesional se van hoy en artículos de primera necesidad.

La crisis provocada por la pandemia del COVID-19 desnudó las enormes desigualdades que vivimos en México y que afectan no sólo a las poblaciones históricamente reconocidas por su situación de vulnerabilidad, sino a un espectro mucho más amplio de nuestra sociedad.

Para enfrentar esta crisis, para evitar que la gente muera de hambre o se exponga a un contagio de alto riesgo, para “aplanar la curva” de la desigualdad, más de 50 organizaciones nos unimos para impulsar el punto de acuerdo respaldado por 124 diputadas y diputados de seis grupos parlamentarios distintos que solicita al poder ejecutivo poner en marcha un programa de Ingreso Vital.

El #IngresoVital es un programa temporal y no condicionado con el que se busca generar transferencias directas a personas en situación de vulnerabilidad que no cuenten con otros apoyos gubernamentales por un monto apenas por encima de la línea de bienestar.

Las organizaciones convocantes estamos convencidas que este #IngresoVital es un mecanismo que nos permitirá salir adelante como sociedad, reduciendo los estragos económicos de la crisis sanitaria y reactivando la economía, porque no sólo son Paola, Roberta, Julián o Carlos, somos millones de personas con empleos precarizados, sin ingresos suficientes ni dignos.

Asimismo, entendiendo la urgencia para preservar el derecho a la alimentación, impulsamos la estrategia ciudadana de “Banderas solidarias”, así, mientras impulsamos un cambio estructural, también invitamos a todas las personas con necesidad a colgar una bandera, trapo, playera, sábana, blanca en su puerta o ventana como un grito de ayuda para que cualquier persona con posibilidad de apoyarla sepa que ahí su ayuda es necesaria y será bien recibida.

Porque no basta con echarle ganas, ingreso vital ¡ya!