/ miércoles 27 de diciembre de 2023

Participar: vital para la democracia

Cecilia Cadena Inostroza

Profesora-Investigadora de El Colegio Mexiquense

Nuestros representantes políticos suelen tomar decisiones con las que muchas veces no estamos de acuerdo y sobre las cuales no podemos hacer mucho. Sin embargo, está claro que lo único que puede orientar, incidir y modificar las decisiones es la participación de los ciudadanos.

La participación ciudadana es la posibilidad de influir en las decisiones públicas que nos afectan. La incidencia puede tomar diversas formas, tan diversas y plurales como la sociedad; desde promover una acción en un barrio o colonia, hasta la elaboración de iniciativas para acceder a derechos en el ámbito más amplio, como el nacional.

Debido a que la sociedad es muy amplia, difícilmente se podrían tomar todas las decisiones si no fuera a través de los representantes populares. Ahí es donde entra en juego una forma de participación: la electoral, a través de la cual seleccionamos a quienes nos representan para que tomen decisiones en nuestro nombre. No obstante, no siempre estamos de acuerdo con las decisiones que se toman y, al mismo tiempo, hay decisiones que no entran en el ámbito de nuestros representantes, como construir una barda o un paso a desnivel.

Es aquí donde se abre la posibilidad de incidir de otra manera, actuando en colectivo, proponiendo en nuestro espacio local, organizándonos e informándonos sobre lo que se puede lograr. Incluso haciendo presión para que las decisiones tomadas por nuestros representantes sean sometidas a rendición de cuentas.

La participación no electoral es un complemento y refuerzo de los sistemas democráticos para otorgar vitalidad a la vida en comunidad. Estas acciones fortalecen los procesos democráticos porque nos hacen ocuparnos de lo que sucede en el entorno y mejorar nuestras condiciones. Esta participación puede ser espontánea o inducida por estrategias y mecanismos gubernamentales para propiciar que los ciudadanos se involucren en ciertos procesos y así otorgar legitimidad en sus decisiones. Ejemplos son los presupuestos participativos y los comités de participación ciudadana, entre otros.

En democracia, lo que importa es la pluralidad de visiones, intereses y valores. La búsqueda de espacios para que esa pluralidad tenga cauce y podamos llegar a soluciones satisfactorias para la mayoría. No se trata de alinear o de hacer prevalecer una verdad, sino de escuchar, negociar, acordar, para llegar a arreglos que permitan avanzar. Para ello, es necesario contar con una ciudadanía informada. En todas estas modalidades de participación, dependiendo del objetivo a conseguir, el punto central es la información con la que cuenta la sociedad. Porque en esa medida la incidencia puede ser más o menos eficaz. No nos referimos a contar con información completa sobre los asuntos de la vida en general, sino sobre esos aspectos de la vida que limitan y obstaculizan el desarrollo de nuestras libertades y derechos.

Si queremos que los espacios de inserción de la sociedad en la vida pública se abran y se amplíen, tenemos que participar e informarnos sobre los diversos asuntos que nos afectan. Esta es la única vía para modificar el estado de cosas y hacer un efectivo contrapeso a las decisiones que toman nuestros representantes y que no incluyen asuntos que nos interesan o son contrarias a nuestros intereses.

Cecilia Cadena Inostroza

Profesora-Investigadora de El Colegio Mexiquense

Nuestros representantes políticos suelen tomar decisiones con las que muchas veces no estamos de acuerdo y sobre las cuales no podemos hacer mucho. Sin embargo, está claro que lo único que puede orientar, incidir y modificar las decisiones es la participación de los ciudadanos.

La participación ciudadana es la posibilidad de influir en las decisiones públicas que nos afectan. La incidencia puede tomar diversas formas, tan diversas y plurales como la sociedad; desde promover una acción en un barrio o colonia, hasta la elaboración de iniciativas para acceder a derechos en el ámbito más amplio, como el nacional.

Debido a que la sociedad es muy amplia, difícilmente se podrían tomar todas las decisiones si no fuera a través de los representantes populares. Ahí es donde entra en juego una forma de participación: la electoral, a través de la cual seleccionamos a quienes nos representan para que tomen decisiones en nuestro nombre. No obstante, no siempre estamos de acuerdo con las decisiones que se toman y, al mismo tiempo, hay decisiones que no entran en el ámbito de nuestros representantes, como construir una barda o un paso a desnivel.

Es aquí donde se abre la posibilidad de incidir de otra manera, actuando en colectivo, proponiendo en nuestro espacio local, organizándonos e informándonos sobre lo que se puede lograr. Incluso haciendo presión para que las decisiones tomadas por nuestros representantes sean sometidas a rendición de cuentas.

La participación no electoral es un complemento y refuerzo de los sistemas democráticos para otorgar vitalidad a la vida en comunidad. Estas acciones fortalecen los procesos democráticos porque nos hacen ocuparnos de lo que sucede en el entorno y mejorar nuestras condiciones. Esta participación puede ser espontánea o inducida por estrategias y mecanismos gubernamentales para propiciar que los ciudadanos se involucren en ciertos procesos y así otorgar legitimidad en sus decisiones. Ejemplos son los presupuestos participativos y los comités de participación ciudadana, entre otros.

En democracia, lo que importa es la pluralidad de visiones, intereses y valores. La búsqueda de espacios para que esa pluralidad tenga cauce y podamos llegar a soluciones satisfactorias para la mayoría. No se trata de alinear o de hacer prevalecer una verdad, sino de escuchar, negociar, acordar, para llegar a arreglos que permitan avanzar. Para ello, es necesario contar con una ciudadanía informada. En todas estas modalidades de participación, dependiendo del objetivo a conseguir, el punto central es la información con la que cuenta la sociedad. Porque en esa medida la incidencia puede ser más o menos eficaz. No nos referimos a contar con información completa sobre los asuntos de la vida en general, sino sobre esos aspectos de la vida que limitan y obstaculizan el desarrollo de nuestras libertades y derechos.

Si queremos que los espacios de inserción de la sociedad en la vida pública se abran y se amplíen, tenemos que participar e informarnos sobre los diversos asuntos que nos afectan. Esta es la única vía para modificar el estado de cosas y hacer un efectivo contrapeso a las decisiones que toman nuestros representantes y que no incluyen asuntos que nos interesan o son contrarias a nuestros intereses.